Mercatbar

Habíamos ido en una ocasión anterior y nos decidimos (mi pareja yo) por repetir en este restaurante, para darnos un pequeño homenaje, dado que disfrutábamos de 25 € en Yums (programa de puntos del Tenedor).
Pedimos unos platos que nos encantaron (el cubalibre de foie, las tostas de setas, la tempura de espárragos, el postre de milhojas de manzana), otros que nos decepcionaron (el soufflé de huevo y patata, muy basto el rebozado; los langostinos rebozados, había alguno aceitoso, y el brownie, uno de los trozos estaba seco, lo que al existir poca salsa, aún se notaba más) y otros buenos por la materia prima, pero soso el concepto (la salsa del kebab de carrillera). Lo anterior, más una botella de agua grande y una copa de vino (3 €, escasa cantidad, pero un rico tinto Fos D.O. Rioja), resultó 57 € (sin el descuento), que teniendo en cuenta que sólo pedimos un plato de los considerados principales, para compartir los dos y no uno para cada comensal (he de decir que, sin llenarnos, tampoco nos quedamos con hambre), resulta caro si los comparas con otros gastrobares y más con los fallos de cocina comentados anteriormente. Si además, le añadimos que nos tuvieron unos 45 min. esperando a la cuenta, primero porque desaparecieron los camareros a la vista para pedirla, luego porque no nos habían incluido el descuento de los Yums y, finalmente, al no saber cómo aplicar el descuento en su programa informático, el encargado estuvo un buen rato hablando por tlf. para solucionarlo… Cierto es que nos pidió al irnos varias veces disculpas, pero podía habernos cobrado y luego solucionar sus cuentas. O al menos, tener el detalle de invitarnos a un chupito o descuento por las molestias… Ya que, encima, le dijimos que nos cobraran las bebidas, que también se habían olvidado de meter en la cuenta.
Desde luego, si volvemos, será a los menús de mediodía entre semana (entre 13 – 19 € + bebida), para que no haya líos y no se nos resienta el bolsillo… O un día que nos apetezca un picoteo con las 3 tapas que nos encantaron para una cena ligera.

Este es una de esos restaurantes que cada vez que paso por su puerta pienso un día de estos tengo que venir. Y así estuve meses diciéndo hasta que vi que participaba en «Cuina Oberta». Vi la oportunidad perfecta de cogerme de las orejas a mí misma y llevarme directa al restaurante. Creo que no es necesario decir que poder degustar uno de sus menús es comer platos de primerísima calidad. El trato por parte del personal es adecuado donde no ves deambular a os camareros a toda mecha. Tampoco tienes que pedir dos veces que te traigan una bebida o un cubierto. Vaya que es otro mundo, otra forma de comer fuera de casa. Cuando acabé de comer estaba sorprendida de todo lo que había comido por 20 €. Os voy a ser sincera, creía que en este tipo de restaurante las raciones eran más pequeñas. El menú constaba de 4 entrantes (gambas, ostras, ensalada, y una fajita de atún) y plato principal (arroz de marisco) o más postre. Pues oigan, que a duras penas pude con el arroz de marisco (plato principal) y el postre (copa de helado con diferentes texturas). Pero al final pude. (Era delito dejarse esos manjares en el plato) Por ponerle un pero, la iluminación es un poco escasa y eso que era mediodía. Ya que añado una de cal añadiré una de arena. No sé a vosotras pero cuando voy a un restaurante casi siempre se me presenta el problema de… Dónde dejo el bolso sin tener que estar pendiente de él? Bueno pues ellos tienen una original idea. Cuando llegas a la mesa te colocan debajo de la mesa una desea metálica de la compra. Este detalle me encantó porque colocamos mi bolso y el de mi acompañante. Lo único de lo que no he hablado ha sido de los intensos sabores. Son los sabores y la calidad del producto lo que hace diferenciarse del resto de restaurantes más normales. Para mí ha sido los 20 € mejor invertidos. Repetiré en el próximo Cuina Oberta.

Para mi este restaurante es la prueba de que a veces se paga mas el nombre que está detrás de un restaurante y no la comida.
Reconozco que todo lo que comimos estaba muy bueno, una mini hamburguesa de figatell, un pan de cristal con foie y naranja, unas quesadillas y un postre casero de crema catalana con helado. Todo delicioso. Ningún pero que poner a la comida. El trato del personal fue impecable y la decoración es original, me gustó.
¿Que por que solo 3 estrellas entonces??? Pues porque es picar a precio de oro, porque las raciones son mas bien pequeñas, así que los comilones o se quedan con hambre o que preparen la cartera para salir llenos de este restaurante. Y que conste que yo no soy una persona que coma en exceso, más bien todo lo contrario.
El precio de la copa de vino me pareció desorbitado. Todos sabemos que los restaurantes tienen su mayor margen en la bebida, pero en este caso me pareció exagerado. Más de 3 € por un vino de nuestra tierra, cuya botella no vale mas de 8.
Tenia curiosidad por ir, por el gran cocinero que está detrás de este proyecto, por el concepto que tiene y porque había visto en su carta algunas cosas que me habían llamado la atención.
Una vez satisfecha mi curiosidad, no es uno de los sitios que tendré en mente para volver próximamente.

Un lugar fantástico para «picar» algunos platos creativos y de buena calidad.
Recomiendo encarecidamente sentarse en la barra, que es donde está el «mojo» del lugar y dejarse aconsejar por Judith u otra cocinera a la hora de pedir.
Es importante ir sabiendo que no estamos en un restaurante de estrella Michelín, aunque el dueño sea Quique Dacosta, sino que estamos en un lugar donde se premia la creatividad y calidad en un formato más asequible.
Para disfrutarlo de verdad, recomiendo pedir varias tapas a compartir y evitar platos grandes principales de carne o pescado.

Un restaurante relativamente nuevo en la zona. Su creador, Quique Dacosta tiene otros restaurantes ha sido galardonado con 3 estrellas Michelin.
El precio de los platos no es barato, pero es muy recomendable ir, aunque sea una vez, porque luego se quiere volver. Sobretodo después de probar el «soufle caliente y crujiente de patata y yema de huevo» o el cristal de 4 quesos. Delicias que hay que probar.
El sitio suele estar siempre lleno y muchas veces hay cola, por lo que es recomendable ir pronto. No reservan mesa, excepto para mesas de mas de 8 personas.

Local interesante desde el punto de vista estético y culinario… me gustó bastante más que el otro sitio que Daco&Co ha puesto en Valencia…
Lo que más me llamó la atención fueron las cestas, latas y verduras que hay a la derecha de la entrada, evocando realmente a un mercado o un ultramarino… luego, todos los empleados del sitio iban vestidos de cocineros… aunque no todos lo sean (…será un homenaje no explicitado al Noma de Rene Redzepi), una pequeña cocina vista de donde salen algunas de las tapas, que te recuerdan a la cafetería de toda la vida donde el camarero te hace las tostadas, los cruasanes y algún bocata, que no es el caso en este sitio, ahí hay un cocinero haciéndote pizzas y otras cosas…
Mola que al ser un gastro-BAR…la barra sea tan importante y que invite a quedarse en ella… y también molan los platos que puede uno comer ahí…el sabor del erizo que me comí un día lo tengo ahí atesorado en algún sitio de mi memoria gustativa… luego hay otras cosas, más normalitas, que a decir verdad están al límite del equilibrio calidad-precio…pero sin llegar a pasarse…
El único pero que he hallado es que alguna vez al pedir un café con el soufflé de chocolate y café en homenaje a Michel Bras, uno de los cocineros que más admiro, y me lo pasaron dentro del molde de cocción…mal detallito este… pero por lo demás oiga, vale la pena pasarse a probar…

El Mercatbar es un restaurante con tapas y platos concebidos por el chef Quique Dacosta.
He de ser sincera y es que no tengo un paladar fino ni exquisito… más bien basto así que este tipo de cocina me cuesta valorarla pero bueno, dejare que mi parte más objetiva sea la culpable de estas letras.
Nuestra cena se completo de: unos mejillones tigres con un toque picante que a mí, personalmente, me encanta; una la pizza de jamón ibérico, unas bravas y sepia.
Evidentemente en la carta los platos no llevan nombres tan simples como os los he escrito aquí sino más elaborados como la propia tapa.
Para beber nos decantamos por unas cervezas (como he dicho antes, mi paladar a parte de basto es de costumbres) y de postre quería algo de chocolate, como nada me convencía opte por saltarmelo pero mi novio se decantó por un yogur con frutos secos y la verdad es que estaba bueno.
He escuchado y leído muchas críticas positivas de este sitio y del chef en concreto, y por ello me vi lanzada a probar el MercatBar.
Desde la más pura ignorancia gastronómica prefiero los bares de «toda la vida».
El precio se eleva pero, es sabido por todos, que hay «categorías» en el mundo de la cocina que cuestan más que otras.
Aún así, es un restaurante al que hay que ir.

Cocina de mercado en un local decorado de manera innovadora aunque sencilla (cajas, latas, botes, cestos de la compra). Comida de calidad, con un toque original y no excesivamente cara para lo que ofrece y dónde lo ofrece.
El punto negativo es el trato del personal: camareros aparentemente mal formados, desagradables y rozando la grosería… Con más prisas que ganas, consiguen deslucir la comida.

Comida fabulosa, con ingredientes frescos, bien elaborados y un menu bastante equilibrado. No te pierdes: las gambas de Denia, la morcilla y el arroz caldoso.