El Coral

Miércoles paseando por Valencia después de un concierto vespertino y las tripas empiezan a tronar ¿qué hacer? buscar un sitio para cenar y matar la gula. Viendo varios comentarios sobre El Coral les digo a mis dos acompañantes de comprobar esas buenas opiniones y allí nos dirigimos dando un paseo desde el centro.
A la llegada el restaurante teníà la mitad de las mesas con clientes, buena señal para un miércoles de finales de mes.
Entramos dentro pues en la terraza no hay sitio y nos ofrecen sitio enseguida con una sonrisa, se nota que son los dueños los currantes del negocio.
Nos traen la carta y echamos un primer vistazo, vemos que tienen las típicas tapas de siempre y también platos de carne.
Optamos por pedir el plato combinado con ensaladilla rusa, queso, jamón y anchoas junto con otro de calamares a la romana que nos recomienda el dueño con una amable sonrisa. También nos intenta colocar unos entrecots pero seguimos los consejos de otros Unilocalers y hacemos caso omiso al ofrecimiento.
El camarero nos pregunta si el plato combinado lo pone para 3 y de decimos que sí siempre y cuando el precio sea el que pone en la carta y no triplique su precio. Nos dice que así será y entonces no ponemos objeciones.
Plato, como he dicho antes, con 4 diferentes viandas, con buena cantidad de comida pero de calidad muy normalita aunque por el precio no se podía pedir más.
Los calamares estaban buenos, eran frescos y estaban bien rebozados pero no eran de los mejores que he comido.
Todo ello servido con sonrisas y preguntas de sí la comida estaba bien.
El vino que pedimos fue Venta del Puerto, muy rico, con copas decentes y temperatura correcta.
El local agradable, con mantel de tela, servilletas de tela y servicio rápido y atento.

Aqui come-​se e come-​se bem nos dois sentidos: qualidade e quantidade. Este restaurante de ambiente muito familiar, com uma decoração tipicamente taurina, é um daqueles espaços onde a comida é caseira, sabe a caseira, e é bem confeccionada.
Vim aqui almoçar e de primeiro prato veio para a mesa um prato com queijos, presunto bem curado e fatias muito finas, anchovas, salada de atum e uns chiopirones. Estava tudo delicioso… tão bom na qualidade como na quantidade de tal forma que o almoço poderia ter ficado por aqui… mas não… como segundo prato ainda veio Lubina qe esfava óptima, mas que já não consegui comer tudo. As doses são mesmo grandes.
O atendimento é muito simpático e atencioso, fazendo-​nos sentir em casa.

Pros: had an English menu and the waiter kindly kept us from ordering too much food by telling us that both the salad and the «combination entrée» (assorted appetizer) were «mucho grande» and indeed they were both large and one salad and one «combination appetizer» was enough for two of us to eat.
Cons: no English spoken and the salad was sandy (was the Romaine lettuce even washed?)

Quién fue el sabio que dijo: «El que conoce un buen restaurante, que además está bien de precio, tiene un tesoro»? pues no se quién fue, pero seguro que conocía este garito.
Sábado por la noche, ocho personitas hambrientas y sin reserva. Quién se apiadará de sus almas? Pues el dueño de este restaurante.
Fuimos porque una de las personas conocía el sitio y nos habló muy bien de él. La verdad es que no es un sitio que yo había entrado por voluntad propia. Por fuera es un poco «soso/​aburrido» y por dentro la decoración taurina me perturbaba un poco, pero como a lo que ibamos era a comer y no a estudiar la decoración pues entramos.
Y maaaadre mia que bien que hicimos.
El personal fue muy atento, simpático, educado y muy profesional. Un diez!
Y la comida… simplemente sublime. eso sí, las raciones de campeonato!
A simple vista el precio de cada plato es un poco «elevado», pero luego ves el tamaño de la ración y te parece BARATO! Pero además de bien de precio estaba todo bueno, bueno, pero bueno.
Cenamos por un poco menos de 12eurillos por persona, bebida incluida. Se puede pedir algo más?
Hacía mucho tiempo que no iba a un local de tapas y cenaba tan bien. Olé ahí!
Pros:
— personal profesional, atento y educado. Así sí.
— relación calidad precio un 10
— perfecto para grupos, aunque hay que reservar, se llena mucho!!!
Cons:
— la decoración del sitio echa «pa’tras», esa cabeza de toro disecada que te mira mientras cena me perturbaba un poco.
— hay que reservar o tener mucha suerte ya que es un sitio que se llena (y con razón).
— ojo con lo que se pide, si te pasas, la broma te puede salir por un pico.
Veredicto:
ya estoy tardando en volver.
Cuando vengan mis familiares a España, éste es el primer sitio de mi lista para llevar los a cenar. Gracias a los dueños por tener un sitio tan guay.

Para mí sigue siendo un sitio 5 estrellas por varias razones: cocinan de lujo, sus raciones son inmensas, su camarera es un cielo, tienen los mejores chipirones plancha que he comido nunca y si no te pasas ¡te puede salir muy, muy barato!
Voy a deciros una cosa fundamental para que la tengáis en cuenta cuando entréis en este sitio ¡no os asustéis de los toros! La tradición está en la decoración y en la mesa, y es un gran lugar, en serio. Mis dos últimas experiencias tuvieron una diferencia fundamental y es que en una de ellas nos pasamos pidiendo y eso se notó (y mucho en la cuenta). Por eso ¡CUIDADO al pedir! Si miráis la carta, veréis que hay platos de carne, está deliciosa, tierna y bien cocinada (ay, mare esas chuletillas de cordero con fuente tamaño barco de patatas y bandeja inmensa de verduras), pero OJO, porque costaba 40 eurazos, y nos sobraba, si os soy sincera. Salimos a casi 17 euros por cabeza porque nos pasamos pidiendo, aunque comimos genial eso siempre.
Si de una cosa pueden presumir en ese sitio es de poner las raciones más grandes del barrio, son descomunales, y por eso mismo con dos raciones comen dos personas y con tres comen cuatro ¡no os paséis que lo notaréis!
Mi segunda experiencia (con diferencia de una semana) fue perfecta. Llegamos 8 personas tarde un viernes noche y nos sentaron en un sitio estupendo, estuvimos cómodos y no nos faltó de nada. El menú, a compartir consistió en: bravas, chipirones, un combinado (ensaladilla rusa, jamón, queso y anchoas) y una fuente de verduras. Pedimos un combinado de postres (flan casero y helados) que no me cupo ya, y cafés para todos, muchos de ellos tocaets, claro. Bueno pues salimos a 11,50 euros por barba incluyendo 2 copas de vino tinto Rioja, un refresco y varias jarras de cerveza. Para la zona que es, la calidad del producto y lo a gusto que estuvimos ¡merece la 5 estrellas!

Confieso que no tenía que haber entrado a cenar ya que íbamos con poca gana y encima tras todo un mes de agosto de tapeo. Pero nos pillaba por la zona haciendo una gestión y decidimos, animados por las buenas criticas, entrar.
La decoración interior es, como poco, muy suya y sin criterio alguno, eso si limpio y aseado.
Tanto el dueño y la camarera muy amables y familiares sin invadir.
Pedimos una fritura de pescado y una de clochinas. Con la bebida nos pusieron unas papas que intentamos no acabarlas, sabiendo por las opiniones el posible tamaño de las tapas, pero tampoco afear la cortesia.
Primero trajeron el pescadito frito con puntilla y calamares. Aquello era para cuatro personas minimo. Mis hijas estaban cenando por la zona y me corté de no enviarles un SOS. Las clochinas no venian y allbergamos la esperanza de que se hubiera olvidado. Pero no, las trajeron al final y aquello era por los menos un kilito.
Nos recordó una cena traumatica que pasamos hace años en Almeria en la que se nos ocurrió pedir tapeo «a la valenciana» y las raciones eran tan tremendas que quisimos, sin exito, anular parte del pedido.
Tanto la fritura de pescado como las clochinas estaban buenas pero a mi juicio no es sitio para ir dos personas. Nos agobió ver el tamaño de la bandeja de fritura.
El dueño nos dijo que la raciones de chuletillas iban por lo menos unas 15. También confesó que a veces hacen concesiones y te aceptan que pidas media tapa
Si bien el precio en la carta de la fritura de pescados eran 15 € la cuenta reflejaba 18 € quizás incluíà la bandeja de pan con tomate natural. Me supo mal reclamar y al final acepté pulpo como animal de compañía
Desde mi punto de vista es un local para ir en grupo mínimo de 5 para pedir como si fueran 3 comensales.
Creo que seria mas racional poner la mitad y cobrar menos.

Olvidad todas esas franquicias que alardean de tamaños descomunales en todas sus presentaciones, porque éste es el verdadero bar de la exageración. Hasta los más ávidos de estómago verán satisfechas sus ansias con un par de tapas, porque, señoras y señores: ASÍ, SÍ.
Vaya por delante que le quito una estrella con todo el pesar de mi alma por dos cosas. La primera, porque nunca llegamos a ver la carta, vino directamente el dueño in person para recitarnos sus especialidades y recomendarnos con gusto. Esto hizo que nos embalásemos a pedir lo que sonaba delicioso en sus palabras y resultaba inmejorable al catarlo. Sin darnos cuenta nos plantamos en una comilona digna del Día del Juicio Final, entrecots incluidos. Aun así, para todo lo que engullimos y de la calidad que era, la cosa tampoco quedó en algo descabellado, pero sí superior a lo que planeas yendo de tapeo. Mal hábito que tenemos en Valencia, porque no distinguimos entre tapita y RACIÓN, también conocida como «acabamos de comernos entre cinco personas a un jabalí asado en plan pueblo de irreductibles galos». Otra es que, llámenme hipócrita, pero aunque me encanta la carne, no tengo necesidad vital de contemplar a los animales muertos dispuestos en las paredes, y cuando entré al baño casi me da un jamacuco.
Por lo demás, una atención brillante, equilibrio perfecto entre corrección y cercanía, tanto de la camarera de acento europeo, como del propio dueño. Decoración y carta muy a la andaluza, ofertas sin igual y vasos de cerveza de tamaños desproporcionados.
Háganme caso: huyan del toro; disfruten la terraza; pidan la ración de puntilla; rematen con barrejat para cerrar el círculo mestizo.

Espero que antes de pisar este local hayas hecho ramadán durante al menos tres semanas y no hayas comido nada por las noches. Oiga, ¡qué manera de comer, qué platos! ¡Qué descomunalidad! Así no se puede mantener una dieta ni a la de tres.
Pues bien, íbamos un grupete de una 5 personas. Queríamos comer alemán, pero como llevábamos una perrita y el sitio donde íbamos no tenía terraza, tuvimos que cambiar nuestro destino. Así que tras leer por aquí que este sitio tenía buena crítica, cambiamos nuestro rumbo. Un calor insoportable, pero salió del fresco una camarera salerosa que nos refrescó la tarde. ¡Qué simpatía derrocha, oiga! Y no solamente simpatía, sino que además era buena camarera y, sobre todo, nos trajo unas cañotas de medio litro más frías que el patio de atrás de un esquimal.
Con las cañas que nos trajeron y con las señoras tapas que iban incluidas, nos emocionamos y empezó el festival de raciones. Insisto en que eran descomunales. Incluso el dueño salió a explicarnos que no eran raciones al uso.
Entre las puntillas, los calamares, las tapas que venían hubiésemos estado más que satisfechos, pero íbamos «to lanzaos» y con varias cervezas de las grandes en el cuerpo y nos fuimos derechos a por el entrecot con patatas y verduras. Solamente con la verdura de este plato, ya se puede erradicar el hambre en el mundo por varios días, El entrecot, en su punto, bien cortado, bien tierno, y buenísimo, pero claro 35 € de ración que no nos esperábamos con el furor de la comida.
Al final, habiendo bebido todo lo que quisimos, y comido bien y sobradamente, salimos a unos 20 € por cabeza. Si no hubiésemos pedido el entrecot, 13 € por cabeza, que hubiese sido todo un EPIC WIN, pero obviamente, el entrecot hay que pagarlo, y más si es de buena calidad. Nos quedamos un poquito chafados, pero no por el precio que es más que justo, sino porque nos dejamos llevar por la emoción y no lo vimos venir. Creíamos que iba a ser una gangaza y al final fue el precio que toca. Culpa nuestra.
De postre, barrejats, mistelas y piñatos (especie de licor de piña), presentados en vaso grande. A 2 € todo, menos los piñatos que valían 4 €.
Sin duda, este restaurante es una de las mejores opciones para comer bien por la zona y entre la atención recibida, las raciones y el precio, sin duda, volveré.

Me encanta este sitio. Por lo económico de sus precios y los platos tan grandes. Por el trato familiar y eficiente. Porque con la caña te regalen una buena tapa y porque dan muchas facilidades para acordar menús de comidas y cenas para grupos.