Mythes VLC

Buena experiencia, sin fuegos artificiales, y una opción más que válida para comer de menú entre semana. Siempre tienen unos entrantes y platos principales fijos y otros que van variando según las propuestas del chef del restaurante. Fuimos un día de verano, que estaba bastante vacío el barrio, y nos apetecía probar algo nuevo. Éramos dos y un bebé, así que el chico, que nos atendió amablemente, nos preparó una mesa que tenía espacio en uno de los laterales para que dejáramos sin problemas el carro y estuviéramos cómodos.
El local es agradable y está inspirado en Nueva York, además tiene terracita que da a la calle Burriana, lo cual se agradece en las tardes frescas de verano, si las hay. El camarero era un joven argentino muy atento que se molestó en cantarnos el menú varias veces, las que hizo falta, vamos, para que eligiésemos tranquilos. Yo me decidí por un gazpacho que resultó muy rico y fresquito y mi pareja por una ensalada con una vinagreta muy original. Los platos llegaban rápidos y recién preparados. De segundo me pedí una lubina que salió de cocina fresca y muy bien cocinada con una guarnición de verduritas súper ligera, muy adecuada a la época que era. La carne que pidió mi acompañante también estaba bien, pero creo que mi lubina estaba mejor, así que esta vez fui yo la que acerté.
Los dos platos principales que pedimos eran de los que están siempre en carta, y la verdad es que eran una opción rica aunque quizá lo que le faltaba a los platos era un poquito de originalidad. Me explico, todo estaba muy bueno, la calidad de los productos también era acorde y no hay queja alguna al respecto. Pero sí que eché de menos algo que me sorprendiera, no por nada, sino porque una lubina y una carne son algo «fácil» y que puedes encontrar en muchísimos sitios, y más con la oferta de restauración que hay en la zona.
El postre estaba incluido en el menú pero solo pedimos uno a compartir, no recuerdo más que duró poco, así que nos gustó. Yo pedí un café descafeinado y ¡sorpresa! tenían azúcar moreno, algo que siempre me encanta de cualquier bar o restaurante, ¡boicot al azúcar blanco y aburrido! Ya que me meto glucosa en vena que no sea refinada, por favor. Yo vuelvo seguro, me acercaré un día de estos a ver si han variado los platos fijos del menú en invierno o se atreven a sorprender a los clientes con algo nuevo. Ah, sin sorpresas en la cuenta final, como no pedí postre y sí café fue el precio cerrado del menú, que incluía una bebida (rondando los 10 euros, creo recordar).