Lo descubri cuando otro de los bares a los que acudo por la zona estaba cerrado. El dueño es un napolitano con acento andaluz bastante cercano. Muy atento con el cliente. Tapas con bastante cantidad y calidad y tirado de precio. Teneis que probar el pisto y los boquerones al limon. El negocio es famliar, cocina la mujer y los camareros son los hijos. Casi comes como en casa, abundante y barato. Muy recomendable