Papasá

Comida a base de patatas asadas, camperos (enormes bocadillos con un pan que se hace especialmente para estos fines), campepizzas (entre bocata y pizza), ensaladas… Todo en raciones generosas, ideales para compartir.
Productos frescos, recién hechos, con mucho cariño!
La boloñesa y el alioli que preparan están de lujo…
Mi hijo es fan de todo lo que lleve atún. Y, casi sin darse cuenta, ahí lo veo, tomando tomate, lechuga, cebolla… muy sano todo.
La atención y el servicio son muy familiares. Y lo mismo ves a gente jovencita, que a otros más mayores.
También comentar la limpieza y el cuidado que tienen en todo lo que hacen, y en el mismo local, procurando siempre que pasemos allí un buen rato.
Os animo a probarlo!

El único papasa q queda cerquita… Aconsejo una sal de fruta o un almax porque con las patatas esas revientas.

No sé qué decir de este sitio. Así que comenzaré por el principio, no os puedo confirmar con exactitud los años de antigüedad del negocio, pero más de una década sí que llevan asando papas en Triana. El fin de semana pasado volví a comprar una papasá tras un lustro sin comerlas. Siguen estando deliciosas. Quien no haya ido, está tardando en hacerlo.
El local como bien han apuntado, es minúsculo e incómodo. Eso sí, tiene en la terraza muchos veladores, algunos de ellos bajo los soportales de López de Gomara. Donde se puede comer plácidamente. En mi caso, únicamente he comido una vez. Siempre he comprado lo que me apetecía y me lo he llevado a casa, hubo una época en que era un cliente más habitual.
Como comenta Cristina A. aquí se viene a comer patatas asadas, aunque la carta dispone de más alternativas. Camperos, hamburguesas, ensaladas y perritos. Supongo que habéis deducido por el campero que el dueño es (o por lo menos era) malagueño. Entre todas las papas a mí me apasiona la gaucha, pero tienen una variedad enorme, te la puedes comer casi con lo que quieras.
El servicio es rápido, virtud necesaria para este tipo de comida. El precio está más que ajustado, una papa oscila entre los 4 – 5 euros, en función de su contenido.
Buon Appetito.

Es uno de esos sitios de los que sales satisfechos, no es para menos! A una patata gigante al horno tradicional le añaden infinidad de ingredientes, depende de tus gustos ya que hay gran variedad. También tienen los camperos, hamburguesas. todo muy rico y aun precio asequible. Personal muy amable, Lo recomiendo!

I spent a few months in Seville and this was my go to I’ve got the munchies fast food. Would love to have one in the states.

Hoy e ido a comer despue de unos cuantos de año sin ir, me parece muy caro una papa por muy grande que sea a casi 5 euro y los ingrediente muy escaso todo salsa y papa, la cerveza muy buen precio pero caliente, aún me acuerdo cuando empezó grande con mucho ingrediente etc… creo que los otros papasa no evolucionara al poner las papas más cara y con menos ingrediente, si sigue así asta este cerrará también, la codicia de ganar más por menos rompe el saco

Hacía muchísimo que no pasaba por Papasá (muchos años), de hecho la última vez que clavé un tenedor en una de sus patatas asadas era cuando la cadena pasaba por una época boyante y tenía muchos locales. Ahora la empresa está en una situación mucho más decadente.
El local es muy pequeño, y se encuentra al final de Lopez de Gomara junto a otros muchos bares. Además de los pocos metros cuadrados del interior, en los días de bueno puedes disfrutar de la comida en la terraza de la acera, lo que es más que recomendable, pues el horno de patatas del interior despide mucho calor y olor a patata. Junto a dicho horno se ubica la corta barra, tras la cual la camarera/​cocinera echa los diferentes ingredientes en las patatas asadas.
La carta es bastante más amplia de lo que me esperaba, además de las famosas «papasás» contiene ensaladas, hamburguesas, perritos, pizzas (¿pizzas?), entrantes y camperos (que no tengo ni la menor idea de qué son), pero de toda la carta lo único que he probado son las patatas asadas. Hay una grandísima cantidad de patatas entre las que elegir, hice una foto a la carta pues enumerar las diferentes versiones coparía varios párrafos. Las patatas son muy grandes, llenan muchísimo y son baratas (4’5 € de media), además de estar muy buenas. En concreto, en mi visita probé la patata brava (cómo no) y la texana, la primera llevaba aceitunas (sí sí, bravas con aceitunas), salsa brava, mayonesa, y jamón (creo recordar), mientra que la texana contenía maiz, carne, salsa barbacoa (muy intensa) y otros ingredientes que no consigo recordar. De las dos, sorprendentemente la más buena era la brava, tenía mucho sabor y de forma equilibrada, a diferencia de la texana que casi solamente sabía a barbacoa.
En conclusión, me he llevado una grata sorpresa al volver a papasá: comida abundante, rica, barata, y diferente a cualquier otra oferta. Desde luego no entiendo cómo no hay más clientes comiendo en sus restaurantes y disfrutando de sus patatas, que bien lo merecen. Seguro que volveré, y a vosotros os recomiendo hacer lo mismo.

Soy una verdadera admiradora del Papasá, lastima que ya solo quede uno, el de Triana, aunque es al que siempre acudía. Este local es bastante pequeño por dentro así que lo mejor es sentarse en su terraza.
Aunque tienen una carta en la que poder pedirse un campero o unos nachos si vas al Papasá es para pedirse una patata asada. Me encantan y aunque hay un gran surtido con mucha variedad yo siempre me pido la de 3 quesos que como supondréis lleva 3 quesos y dados de jamon york y pollo. De hecho me gusta tanto que me quedan ganas de repetir y comerme dos y no todo el mundo es capaz de terminarse una papa.
Si os gustan las patatas asadas este es el lugar perfecto para disfrutarlas y de precio está bastante bien.

Hace muchos años que pisé por vez primera el Papasá y hace también bastantes que fui por última vez. Ahora uno la verdad es que busca otras cosas, pero solo de ver el nombre de este curioso bar trianero me han entrado ganas de volver.
Lo recuerdo como un local muy pequeñito, situado entre los populosos bares de López de Gomara. Tiene mesas dentro, pero no muy cómodas que digamos por la falta de espacio, y fuera tiene algunas más.
La lista de papas rellenas es interminable, al menos entonces lo era, así que ahora supongo que lo será más aún. Las había de todos los gustos y sabores. Una me llamaba la atención sobre las demás: «el gran papón». Aún recuerdo cómo nos reímos cuando el camarero llegó con ella en la mano para servirla, preguntando: «¿el gran papón?», y el amigo que la había pedido, hombre de peso, en vez de responder «es para mí», o algo por el estilo, soltó muy convencido: «soy yo».
Llegó a existir uno en la avenida Menéndez y Pelayo, a la altura de la Puerta de la Carne, pero aquí, al otro lado del río, no cuajó.

Hace ya bastantes años que descubrí el Papasá, y recuerdo que la primera vez que me llevaron aluciné. La cosa es que la base de todos sus productos es una enorme patata asada vaciada por dentro. Ahí es donde ponen el resto de ingredientes que son de lo más variopinto, salsas como bechamel o ali-​oli y todo tipo de condimentos, aunque no suelen faltar buenas dosis de verduras.
Papasá está concebido como un fast-​food, por lo tanto pides y pagas en la barra y te llevas tu patata y tu bebida en una bandejita hasta la mesa. Por tanto, los precios son acordes a este formato. El local me parece correcto sin ser maravilloso, la atención al cliente tipo fast-​food también y las «papas» en si, riquísimas, aunque unos tipos más que otras. Tienen otros productos, como patatas fritas o bocadillos, pero sinceramente no creo que merezca la pena ir al Papasá para pedir algo que no sea una patata marca de la casa. Mi favorita es el gran papón, pero aviso desde ya que no es apta para un solo comensal, por lo menos se necesitan dos personas para hincarle el diente.

Cómo buena malagueña que soy, conozco las papas asadas desde que tengo uso de razón. Allí las venden hasta por la calle, en la feria te encuentras un horno portátil en cada esquina, pero aquí en Sevilla no había, no se estilaba eso. Me gustan tanto, que de vez en cuando me las hago en casa.
La primera vez que vi un establecimiento en Sevilla donde se vendían, di saltos de alegría.
Éste en concreto, tiene un espacio bastante reducido. La puerta del baño estorba para sentarte en la mesa que está pegada a ella, o estorba la silla cuando quieres entrar o salir del baño. Lo bueno que tiene es la terraza, es más amplia y no está el ambiente tan cargado.
Las papas son alucinantes, inmensas y llevan de todo. Tienes para elegir desde sola o con mantequilla, a cualquiera que se te ocurra con infinidad de ingredientes, para todos los gustos.
Todas coinciden en una cosa, ¡¡¡están de vicio!!!

Cuando vi, no hace mucho tiempo, uno de estos establecimientos por primera vez me quede un poco sorprendido. Entré para ver lo que tenían y todo o casi todo se reducía a patatas asadas con cualquier cosa que puedas imaginar. La idea no era mala, pero quizás un poco corta.
Con la incursión de otro tipo de productos, como las hamburguesas o pizzas, creo que ha mejorado bastante, aunque su producto estrella, como no podía ser de otra forma, es el que mejor está.
Las patatas pueden combinar con todo tipo de comidas, pero incluso solas están buenas. La mayoría están rellenas, aunque también puedes pedir para probarlas con diferentes salsas.