Vi Cool

Fuimos para comer. Nos gustó casi todo, excepto la pizza que parecía venír sobre una galleta. Y fue un poco caro por lo que nos dieron.

Los restaurantes que pertenecen a grandes chefs siempre me han dado un poco de alergia. Nunca me he fiado de la fama y menos en la mesa.
Me trajeron por una reunión de compañeros. El local estaba hasta arriba y eso que eran las once de la noche (hora por cierto a la que nunca ceno) pero nos mantuvieron la reserva pese a que llegábamos casi con quince minutos de retraso.
Nos explicaron un poco la carta; bien un entrante y un segundo o bien un menú de degustación para tres por 20 € sin bebida. Al final nos decantamos por esto último ya que éramos 6.
El menú de degustación consistió en: Pan focaccia con tomate y aceite (la presentación fue estupenda, un cestito con el pan, dos pequeñas tarrinas para el tomate y una botellita de aceite), carpaccio de setas con piñones y queso (bueno aunque no para tirar cohetes), croquetas de jamón (algo saladas), las famosas patatas bravas de Sergi Arola (que no me gustaron nada), albóndigas con queso (pasables), alitas de pollo con una salsa muy picante (buenas pero no es un plato que a mí me fascine) y por último gambas rebozadas con salsa curry.
De postre (también incluido en el menú) fondee de chocolate y fruta.
A parte pedimos dos botellas de vino y dos de agua. Al final la cuenta salió por unos 27 €. No demasiado para lo que pedimos, aunque, sinceramente, por el tamaño de los platos, algo excesivo.
Le doy tres estrellas porque al final cené bien, la comida no fue demasiado cara y la atención fue correcta, pero desde luego no vayas aquí con mucha hambre porque al final tendrás que buscar otro sitio para comer algo más.

Tener altas expectativas de un sitio a veces perjudica. Había leído críticas tan buenas que me moría por ir y una vez allí, o no acertamos bien en los platos que pedimos o me estoy volviendo demasiado sibarita pero no me pareció un sitio tan excelente.
Vamos por partes: de entrada, los vinos, carísimos, no recuerdo cuánto pero sí que pensé que era una barbaridad. Y quizá ese punto falló ya que la buena cocina se aprecia con un buen vino y yo en este caso lo hice con agua.
Las famosas bravas de Arola buenísimas, tal y como me las había imaginado, crujientes y melosas a la vez, con la cantidad justa de salsa y tamaño bocado.
Después pedimos varios platos que nos dejaron con mucha hambre y tuvimos que pedir más. La ensalada de tomates sabrosa pero escasa. Se nota que los ingredientes son de buena calidad y eso es de agradecer.
El camarero nos recomendó uno de sus platos estrella: el carpaccio de champiñones. Pues me pareció muy simplón para estar en un restaurante como este: champiñones laminados finísimos, parmesano rallado y piñones…no sé, me esperaba algo más elaborado, un sabor de esos que no olvidas fácilmente…pero no.
Finalmente pedimos una coca llamada Ibiza, con verduras y queso. Esa nos gustó más pero aún así, quitando la decoración tan exquisita del Vi Cool podría estar en cualquier otro restaurante, me refiero, para mi no tiene nada de especial que me haga querer volver al restaurante por la experiencia culinaria. Comida rica pero sin más.
Finalmente el postre sí me pareció original, una crema catalana en tarro, con sorbete de mandarina y pasta de galletas al fondo, aquí sí probé esa combinación de sabores que venía buscando.
Resumiendo, procuraré volver a probar algo diferente ya que quizá ese día no estuve muy acertada con la elección de platos y no me gusta basar una reseña en una sola visita a un local pero bueno, me he quitado un poco el «gusanillo» que tenía y cuando paso delante del Vi Cool ya no salivo como antes.

Menuda sorpresa cuando salimos con una amiga buscando donde comer por Lagasca y nos encontramos con otro Vi Cool. Ella no conocía el local de Huertas así que le pedimos que se fiara de nosotros, porque lo iba a disfrutar. Y vaya si lo disfrutó.
Dado que éramos tres, fue el menú degustación para tres. La diferencia con el menú para dos son dos platos más, una riquísima ensalada de tomate y atún ahumado y unos langostinos rebozados que, por cuestión de alergia (pestes) cambiamos por unos canelones gratinados de espinacas de-​li-​cio-​sos. Ah, y ningún problema para cambiar el plato, el servicio es atento y amable.
El local es más amplio que el de Huertas y tiene terraza. Ojo, no hay entrada directa desde la terraza, la puerta que hay a la vista junto a las mesas y las sombrillas es la salida de la cocina, y tienen puesto un cartel avisando porque supongo que, en más de una ocasión, algún cliente despistado se les habrá metido, literalmente, hasta la cocina.
(Dicho sea de paso, siendo la misma carta, los sabores tienen matices diferentes en ambos locales, porque esto no es cocina enlatada en serie)

El menú del día con bebida sale por 15 euros. La presentación de los platos es lo mejor del sitio, pero la comida es muy normalita.
He ido dos días y no creo que vuelva.

Fun place. Interesting tapas. Sunday night they are out of a lot of things so hard to tell how good it was.

Comida exquisita. Que más puedo decir? Ambiente fenomenal, servicio excelente. Vinos muy buenos. El chef Ariola esta espectacular.