A swish eatery with an upmarket feel that, had it been in London, I’d never have dreamed of arriving in jeans and yet the Spaniards arriving around us seemed comfortable in everything from designerwear to flip flops! As you enter, the room is dominated by a circular bar of brass and green marble, brimming with glassware, and the luxury feel continues to the beautifully laid tables with their thick velvet chairs and smartly uniformed waiters. It’s not one for the unadventurous eater — we chose a few dishes from the seasonal ‘sugerencias’ first which included some king prawns a la plancha which you then eat whole — head, crispy legs and all. My foodie colleague led by example though the other one chickened out and gave hers away. I was slightly disconcerted that its black eyes were looking at me but obviously I gave it a try; it was ok but didn’t taste particularly special I thought. My main of roast hake was nicely cooked and generously sized, though again the flavours didn’t blow me away. It’s probably a little overpriced for the food, but reflects the neighbourhood I suppose and you can tell the ingredients are high quality. I wouldn’t rush back given the price point and so many other spots to try, but the 4-stars reflects a lovely meal and superb waiting staff. And possibly my favourite dessert of the trip which we ordered to share, mostly out of curiosity and amusement over the name: ‘chocolate con chocolate’. Yum.
Miguel D.
Classificação do local: 3 Rivas-Vaciamadrid, Madrid
Si buscas sofisticación y glamour, este es tu sitio. Comida correcta, servicio impecable(Un poco estirado el maitre) y una clientela de revista. Tengo planeado un finde en el Hotel Fenix(Donde esta ubicado este restoran) con cena final en Caray, pasando antes por el Dry Martini(También en el hotel). Las mesas de dos están situadas en el perímetro del comedor; son escasas de tamaño y tienen la peculiaridad de que CARECENDEMANTEL, por una servidumbre al exotismo, para que puedas ver durante toda la cena una preciosa losa de marmol, jade o yo que sé, pero el frio de la losa y el efecto del choque de la vajilla y la cubertería, contra la piedra resulta incomodo(También para los camareros, que se esfuerzan en depositar los servicios con mucha lentitud para evitar el clinnn) con lo agradable que es un mantel de hilo con su muletón por debajo. No se que pasará cuando se derrame una copa… Por lo demás todo correcto, teniendo en cuenta que pagarás la decoración que tienes a tu alrededor. El sitio resulta muy femenino; tengo la impresión de que le gusta mas a las mujeres, así que lo recomiendo para impresionar a una damita.
Avelino C.
Classificação do local: 4 Madrid
CARAY es un restaurante muy bien montado que han abierto recientemente al principio de la calle Hermosilla, en los bajos del Hotel Meliá Fénix. Decorado en plan elegante y lujoso, en tonos verdes y oscuros, latones dorados, madera y grabados colgados en las paredes. Buen ambiente, día de año nuevo y el restaurante a tope de gente. Clientela pija y madurita como corresponde a la zona. Nada más te recibe una barra de cócteles, con varias mesas altas alrededor y un cortador de jamón. Al fondo el restaurante propiamente dicho. Caray cuenta al frente de sus fogones con Miguel Ángel Román, el propietario de ‘La Montería’, toda una garantía. Ofrecen una carta de cocina de mercado, preparaciones sencillas pero con algún toque creativo: gambas gabardina invertidas, arroces y risottos, tartar de ciervo, etc. Dos personas. Nos acomodamos en una de las mesas altas con intención de tomar varias raciones. Por cierto, la mesa amplia y las sillas altas comodísimas. De aperitivo de la casa una tacita de un excelente salmorejo con guarnición de huevo duro y jamón ibérico, y un platito del suave y frutal aceite de oliva picual que utilizan para cocinar. Pedimos, a compartir: Una ración de croquetas de ortiguillas. Ocho piezas, nada grasientas, con rebozado fino. Estaban buenas, aunque nos gustan con el interior más líquido. Correctas. Tempura de pulpo con crema de boniatos. Aquí el pulpo se presenta cortado en tiras como las rabas y tempurizado. Muy bueno. Callos a la madrileña. Receta clásica, cortados bien menuditos y melosos, con una salsilla con el punto justo de picante de mojar y mojar pan. Extraordinarios, sin duda lo mejor de la comida. De postre una rica tarta de queso con helado de yogur y mermelada de frutos rojos, muy rica, con un fuerte sabor a queso, ligera y nada empalagosa. Carta de vinos muy extensa y variada de la que elegimos un tinto Lalama(mencía de la Ribera Sacra), servido excesivamente frío, pero que fue atemperándose a medida que íbamos comiendo. Ligero y fresco, resultó una elección muy acertada. Pan de hogaza, moreno y blanco, servido a discreción. Buena vajilla y copas. No hay manteles pero las servilletas son de tela de buena calidad. Servicio un poco despistado(debía de ser el primer día de la camarera que nos tocó), suerte que su compañero estuvo al quite, y al final estuvimos muy bien atendidos. Con un café(acompañado de unas galletitas de sésamo). La cuenta ascendió a unos 80 euros. Buena relación calidad-precio. Nos ha gustado mucho, volveremos a probar más cosas y lo recomendaremos.