The Place

El otro día necesitaba yo, a altas horas de la tarde (esto es, a las cuatro más o menos) un sitio donde recalar y comer, y en el que tuvieran wifi para que yo pudiera dedicarme a mis menesteres en general. Y como tenía muy buen recuerdo de este lugar, allá que me acerqué, me senté en la mesa y pedí una ensalada, que estoy a plan.
El camarero era simpatiquísimo, siguen teniendo Appletiser (que me encanta) y el precio de la ensalada eran imbatible (7 € creo recordar, porque se vendía como menú) pero he de decir que esta vez me gustó mucho, muchísimo menos que la anterior.
El supuesto sabor del guacamole me pareció un tanto artificial (aunque no soy quién para decirlo) y lo mismo la mezcla de lechuga. Encima, todo tenía demasiado aceite. Definitivamente, no me resultó tan buena como la primera vez, y de repente incluso la carta me resulta algo menos atractiva.
De momento, seguiré volviendo a tomar algo, o para estar allí en plan cafetería, pero para comer creo que iré a otro sitio…

Este sitio es el Central Perk de uno de mis grupos de amigos: quedan entre semana como si fueran libres, se reúnen aquí y toman sus cosas. Si yo tuviera el mismo horario que el resto de la Humanidad también iría, pero justo tener el contrario es lo que a mí sí me hace realmente libre.
Disquisiciones filosóficas que a nadie importan aparte, el otro día me acerqué a tomar un par de consumiciones con ellos al salir del trabajo y quedé gratamente impresionado con el sitio. Por dentro no vi cómo era, pero en la entrada tiene la barra y una mesa enorme con bancos y un ventanal adornado con plantitas que da a la calle, donde hay otro banco para que los fumadores puedan darle al cigarro mientras hablan con los de dentro y le dan sorbos a su bebida.
Por lo demás, puedo decir que su vino de Ribera es de los que más me han gustado en mucho tiempo, suavito y con poco alcohol (así soy yo), pero también que tienen una cerveza que es de las pocas que yo me atrevería a beber porque sabe a melocotón (así soy yo, parte 2). También me comí un sandwich llamado Diamanté, cuyo relleno es lardo ibérico (manteca de cerdo curada con especias), miel y nueces y que, sin cambiarme la vida, me pareció muy bien para lo que me cobraron, por no hablar de que jamás pensé que pagara con tanto gusto lo que no deja de ser un bocata de tocino.
Lo único malo que se me ocurre decir del sitio es que la persona que atendía estaba un poco abrumada entre la cocina, la barra, las mesas de dentro, nuestra mesa de fuera y la limpieza del local, lo que llevó alguna vez a un ligero retrraso al atendernos, pero por lo demás me pareció un sitio bastante agradable con unos productos buenos y unos precios que no son particularmente altos si estamos acostumbrados a los sitios molones del Centro. Habrá que volver.

Lugar acogedor con dos ambientes: uno al frente con mucha luz y otro atrás, muy íntimo y con una chimenea!
Cosas caseras, buena atencion (Paz, la camarera, ha sido encantadora resolviendo todas nuestras preguntas), buena buena música y wi-​fi, es lo que podemos encontrar en esta pequeña pero mona cafetería! !!