Nuria

This area has a lot of nice restaurants of varying cuisines, and Nuria definitely lived up to that. My wife and I walked in for lunch, and upon walking into the place, were overwhelmed with the rich scent of the spices that make Ethiopian cuisine so great. The restaurant has a full bar, so I enjoyed a gin & tonic during my lunch.
Our server was extremely welcoming, and recommended a tasting platter for two, which was great because my wife had never eaten Ethiopian food. We also ordered sambusas as an appetizer, and they were perfectly crispy and well seasoned.
The platter for two had a variety of meat and bean stews served with injera bread (They will happily replenish your injera if you run out), as well as stewed carrots and sweet potatoes, hard-​boiled eggs, and green salad. As with any tasting platter, there were some items that were better than others, but all of them were enjoyable and well made, as was the baklava I ordered for dessert. The portion sizes left both my wife and I stuffed.
A restaurant’s décor is never as important as the food, but this tiny restaurant had some cool art on the walls that made for good conversation during my visit. The food and service at Nuria were both very good, and I plan to return, and I’d definitely recommend it to anyone who wants a unique, delicious meal.

Pedimos menú degustacion para dos y nos encantó. Nos sorprendieron la mezcla de sabores y el toque picante y amargo de algunos platos que no habíamos probado en otras comidas africanas. Lo que más me gustaron fueron las sambusas y el baklava.

Local hermano del Hanan, aunque este fue el pionero.
Si os gusta la comida étnica especiada tenéis que probarlo. Disponen de opciones de pollo, ternera, cordero y vegetariano y se sirve la comida de toda la mesa junta en una bandeja sobre su pan típico, llamado injera, una especie de crepé hecho con tef, un cereal etíope apto para celíacos. No se sirve así por capricho sino porque en la cocina etíope todo se come con las manos. Pero tranquilos, no os preocupéis, en el Nuria ponen cubiertos a todo el mundo.
Como los platos tienen nombres extraños y si no conocéis esta comida no os van a sonar de nada, os aconsejo que os dejéis aconsejar. Tal vez para la primera visita, el menú degustación sea lo más apropiado. Consta, para dos personas, de un entrante y dos principales a elegir, más el postre, un pastelillo de hojaldre y miel tipo baklava.
Y para finalizar no os podéis ir sin probar el famoso café etíope.
Se trata de un restaurante no muy grande, con lo que es conveniente reservar y la atención y servicio son bastante buenos.

In this restaurant I really enjoyed my plate which was rich and contains several varieties, beef, chicken, minced meat, eggs, meat cuisine, cheese, salad, all of this was very tasty.

Für 20 Euro pro Person gibt es hier ein äthiopisches Probiermenü inklusive Getränk. Gute Abwechslung zu Tapas. Die Atmosphäre im Lokal ist jedoch verbesserungswürdig (kaum Tageslicht).

La verdad es que no me gusta mucho la comida de Etiopía. No me gusta el pan ni las especias que suelen usar. Pero el servicio fue bien, y la comida parecía auténtica. No volvería, pero lo recomendaría a personas a las que les gusta el tipo de comida.

La verdad que no estaba planeado, me encontre por los madriles y pense porque no, ya he comentado este restaurante y mi puntuación ha subido por el excelente trato, fui con una persona que no habia ido nunca y le encantó, la Fatira buenisima es uno de mis platos favoritos y ternera con verduras. Muy recomendable, el ambiente muy bueno tambien.

Es curioso porque no veníamos a cenar aquí y de hecho no lo hicimos, pero bien podríamos haberlo hecho; en realidad estábamos haciendo tiempo para irnos al destino final, y como uno de los nuestros conocía el sitio y sabía que podíamos ir a tomar la previa aquí porque a temprana hora todavía no se les llena el local, decidimos abrirle la boca a la noche con unas samosas mixtas (lentejas y carne) que poco tienen que ver con las que te sirven en los restaurantes indios: mucho más compactas, mucho más rellenas y, sorprendentemente, bastante más baratas. Además las acompañan con una salsa picante bastante maja, pero tienes que tener cuidado al mojar porque corres el riesgo de que se te caiga el contenido dentro y la líes parda.
No soy yo mucho de salir ya por Malasaña a pesar de que tengo la edad perfecta para ser población objetivo del barrio (curiosamente también la tenía hace 15 años), pero esta me parece una opción más que correcta para empezar la noche por aquella zona con una cena decente en vez de recalar en los típicos pizzaperro que tanto dimos de sí cuando éramos jóvenes.

Nada más entrar, el olor del restaurante ya te hace imaginar que lo que vas a comer no lo has probado nunca antes…
— Hola, ¿es la primera vez que vienes?
— Si, y no se muy bien qué pedir, porque no conozco nada de lo que pone en la carta…
Ante mi desconocimiento de la gastronomía etíope, el camarero me aconseja, no sin antes preguntarme si me gusta el picante, a lo que respondo con un rotundo SI.
Reconozco que hice bien dejándome llevar, porque no tengo ni idea de lo que es el «Key wot», el «Menchet» ni el «Gored tibs» por mucho que la carta diga «trozos de ternera salteada con awaze y kibe» o_​O
Al final me traen el «especial de ternera» que trae un poco de todo y así me puedo hacer una idea de qué es esto de la comida etíope… que descubro que ME ENCANTA!!!
Como se puede imaginar, es una comida con muchas especias y de guiso tradicional, con sabores a los que no estamos acostumbrados, muy «africanos».
Todo sorprende mucho, empezando por el emplatado: la comida viene dentro de una especie de tajine de esparto llamado «mesob» que lo destapan ante ti, dejándote ver una bandeja llena de montoncitos, literalmente de todo un poco como me dijo el camarero, y me explican qué es cada cosa, lo que es picante y lo que no.
Luego me quedo mirándolo con cara de poker, hasta que me explican cómo se come: con las MANOS! agarras un trozo de pan, que realmente es como un crêpe, envuelves con él un poco de comida y a la boca! toda la mesa come directamente del mismo mesob, como supongo que es tradicional en Etiopía.
Para beber, una jarra de agua, y menos mal que la pedí, porque alguna cosa pica y mucho, además con tanta especia se me empezaban a mezclar los sabores y necesitaba dar un trago para evitar que al final todo me supiera igual.
SIn duda un grata experiencia que pronto repetiré, ya que aunque probé «un poco de todo», seguro que me dejé muchas cosas sin probar. Entre ellas, la curiosa ceremonia etíope del café.

«Hola, me llamo César y soy adicto a la comida etíope». Bien podría empezar así esta historia, en la que además tengo que hablar de amor a primera vista.
No sé cómo, un día acabamos aquí 10 amigos y ninguno habíamos estado antes en un restaurante etíope. Un día se me cruzaron los cables y decidí conocer esta cocina como me podía haber dado por cualquier otra, ninguno teníamos ni idea qué comeríamos aquí, lo que lo hacía más interesante :)
En la misma calle, a unos 30 metros en la acera de enfrente, hay otro restaurante etíope y tampoco hubo un motivo por el que entrásemos a Nuria, podíamos haber acabado en el otro perfectamente. El problema es que después de 5 visitas y de decirme varias veces «a ver si un día pruebo el otro» sigo viniendo aquí. La comida me parece estupenda, el precio también y el dueño es muy amable. Sí, algún día probaré en el otro, lo que no sé es cuándo :)
Total, que allí estamos los 10 amigos con una carta cada uno en las manos sin entender ni papa, sin saber qué compartir y qué no, sin… ¡sin saber nada de nada! La frase «danos de comer, lo que te dé la gana» en estos casos suele funcionar, ¡y vaya que si funcionó! La cara de sorpresa que puso el dueño fue tal que me sorprende que en un restaurante así nunca nadie se lo haya pedido antes.
Es cuando nos traen los platos principales cuando se despeja una de nuestras dudas: ¿qué narices es eso que hay encima de todas las mesas? ¡Eso que se llevan nada más sentarnos! Es el mesob, dónde nos traerán los platos principales. Y menuda sorpresa la que nos llevamos cuando levantan la ‘tapa’. No recuerdo una cocina más bonita y colorida como ésta quitando la japonesa, que es diametralmente opuesta a este estilo.
Os sugiero que acompañéis la comida con el vino a la miel que preparan ellos mismos, al menos la primera vez. No es para nada lo que yo me esperaba después de haber probado otros vinos a la miel, no es tan dulce y según lo fermentado que esté tiene un sabor avinagrado más o menos fuerte. Yo no pude con los 2 más fermentados, el menos fermentado no estaba del todo mal, pero a mí no me gustó demasiado. Lo sirven en unas frascas individuales que hacen a su vez de vaso.
Algo que tengo pendiente de hacer en este restaurante es ir a una de sus ceremonias de café. Las hacen para grupos de 6 personas donde tuestan, muelen y preparan en café que luego servirán a los asistentes de la ceremonia.

Ethiopian food holds a special place in my heart. I don’t know how my love affair began but it started when I was really young and has never ended. I decided it was time to see what Madrid had to offer in terms of Ethiopian restos so decided to give Nuria a shot.
I was anxious to say the least but calmed down with one sip of the sweet honey wine which I had never tried before. I liked the authenticity of drinking it out of the carafe and got excited to see what else was in store. We went with a couple meat platters and the vegetarian combo that gives you a bit of everything. The place wasn’t too crowded so it didn’t take us too long to get our food. Once it came, I don’t think me and my date spoke to each other until all of our injera (the bread you eat with) was gone and we needed more to finish all the food.
The waiters were friendly and even encouraged us to eat all the injera soaked in the juices from the food which was a plus in my book. Although they were miffed when we didn’t order dessert and tried to annoyingly guilt us into ordering more, I was so content and stuffed to the brim with the main course that I couldn’t even care. I didn’t come with too high of expectations with fear of being disappointed but this definitely fit the bill.

This Ethiopian restaurant is located in the heart of the Malasaña neighborhood on a street (& neighborhood) that is filled with many other tantalizing dining options. And with so many restaurants to choose from, why try Nuria? Well, the simple answer is that the food is good: it’s fresh and varied, with an excellent selection of vegetable, chicken, lamb and beef dishes prepared, of course, in the traditional Ethiopian way with dense, spice-​filled sauces. Some dishes are quite spicy and others not at all (you can also ask for additional spices on the side; the main three are listed on the menu), though make sure to ask before ordering if you’re not fond of the hot spicy stuff. All dishes are served on and with the traditional, spongy, slightly sour Ethiopian bread (ingera), and are brought to your table in a large colorfully woven basket (mesob). The food is very tasty and it is, for those unfamiliar with cuisine from this part of the world, exotic.
But…if you are looking for the most authentic Ethiopian restaurant in Spain, this is not the one. I’m just not a fan of the atmosphere of this restaurant: the strange, grayish lighting, the standard tables and chairs with traditional silverware, the large open space, spartan décor (some pictures and decorative items on the walls from native land). That’s me though, and it’s true that I can be a real pain in the butt about space and atmosphere cause it affects my overall experience. I also really didn’t care for the service. Maybe it was an «off» night at Nuria, but the waiters were noticeably displeased when we did not order appetizers and dessert. First, we did not order appetizers because based on our past experiences ordering the vegetarian platter and the chicken (or lamb or meat) platter in other Ethiopian restaurants, that it’s more than enough food. In fact, they also normally give you so much spongy bread (used to scoop up the food that is served and then eaten because it’ll be most wonderfully soaked with the delicious sauces) that by the end of the meal you are completely stuffed. So, when we passed on the apps, our waiter scowled. And when we received our respective platters… well, we also scowled because the portions were very, very small (this isn’t an exaggeration), especially considering the price. In the end, we did not go hungry, but that was entirely due to the bread. Like I said, the food is very good, but the portions were not on par with the cost. Consequently, we also passed on dessert, which upset our waiter, again.
So, sadly, we all left disappointed (they did not even say goodbye to us!), which was a real shame. My recommendation is if you decide to try Nuria, go ahead and splurge, order the apps, the tea, the desserts and it’s possible that they will be pleased and give you fair portions.

Me pondré un poco técnico para completar el comentario anterior de mi compañero. Y es que una de las cosas que mas me gusta de este restaurante es que siga las verdaderas tradiciones gastronómicas etiopes.
Y es que si ya lo flipa la gente cuando lo llevas a un japones de verdad y alucinan con tener que comer cosas que jamas hubiesen imaginado comer, imaginaos en este restaurante de costumbres tan alejadas a las nuestras.
Como el echo de servir la comida dentro de un mesob, que es el nombre que se le da al cesto de paja.
Y de cubiertos usaremos algo muy parecido a una creppe agria, llamado Ingera, que se hace con teef, un cereal autoctono.
es el local hermano del Mesob, regentados los dos por Shemsia, dueña y cocinera de ambos locales. Solo que en este ademas se completa la carta con desayunos y meriendas (Café o te con bizcochos y tartas típicas) y copas hasta tarde.

La verdad es que la metodología que seguimos en este restaurante se aleja bastante de la que hemos debido adoptar en otros sobre gastronomía de tierras y costumbres lejanas. Sabed que en este caso se asimilan cubierto y comida en algo llamado injera, una especie de pan muy fino con el que deberéis envolver los platos que pedís y de ahí a la boca, directamente. Cada plato se sirve dentro de una especie de recoveco como de paja, casi como un sombrero mejicano (pero no, claro) y de ahí pilla todo el mundo alegremente.
Los precios son asequibles. De martes a domingo, Nuria ofrece sus servicios desde las 11:00 de la mañana porque, además de ofrecer comidas y cenas, también pone a nuestra disposición degustaciones de café y té etíopes, que podréis acompañar con galletas de la casa recién salidas del horno.