La Palmera

La tortilla está riquísima, es una pena que el dueño sea un completo gilipollas.
Anoche entramos 6 amigas queríamos comer, nos sentamos y pedimos tortilla, nos dijo que solo le quedaban 4 pinchos, así que nos los trajo, empezaron a llegar más amigos nuestros, unas 20 personas, le petamos el bar. Y el estaba como nervioso todo el rato acercándose a la mesa diciéndonos de mala manera que si no pedíamos más, le dijimos que nos trajera lo que tuviera de comer, pero por lo visto no tenía más, a pesar de eso nuestro grupo se pidió un montón de cañas, etc.
Luego salí a fumar y me llamaba desde la barra con mala cara diciendo que le debía 4 pinchos de tortilla, yo le dije tranquilo voy a fumar y si me fuera a ir nos iríamos 20 personas, te darías cuenta, bueno el decía que se lo tenía que pagar ya, etc.
Al final le pregunte por mis pinchos de tortilla y encima el tío va y redondea a la alza en mi cara cuestan 2’90 y empieza en alto 3 por 4…12 €. Y por un vino y una caña pequeña me pidió 6 €.
Bueno que a lo mejor este señor vive en el Medievo de la hostelería donde la gente iba a un bar porque era muy cañí y tal, aunque le tratasen a uno como la mierda. Menos mal que ahora hay sitios increíbles y desde luego esto no tienen razón de ser. Ahí se quede con su tortilla y su mala educación.

Este lugar si que es reprecioso. Tiene cañas y vino, es muy sencillo y muy especial. Cuando hace buen tiempo tienen las puertas abiertas y entonces da a la calle, y por la noche siempre tiene la luz amarilla.
Los camareros son SUPER majos, no te arrepentirás de ir, da mucho gusto y pie a buenas conversaciones.
Las Palmeras, como el temazo de Alberto Cortez

Este local fundado en 1920 es uno de los más antiguos de Madrid
Una de las cosas que mas me llamó la atención fue el mostrador que es de madera labrada, cuenta con zócalos de azulejos, mesas de madera de nogal, tiene una especie de sacristía y una caja de estaño con escenas del Quijote.
El sitio como tal es muy pequeño, pero es muy recomendable entrar. Seguro que no te arrepientes.

Un pequeño y encantador bar que pese a su discreta situación (rodeada de bares y pubs) no te pasará desapercibido en cuanto le des una oportunidad. Será por excéntricas lámparas y cableados que decoran la barra principal? O la enorme palmera que se ve al fondo? Será por sus camareros, simpatiquísimos, o por la pequeña y cautivadora sala que se esconde en la parte de atrás, con mesas bajas y un flexo en cada una de ellas? Será por la nevera y la antigua máquina registradora que decoran el bar?
Mira yo no lo sé, lo único que se es que yo entré a las 23h para tomarme una caña y me encontré tan agusto, tanto por los camareros como por la gente que allí había, que salí a las 2h.
Más datos: Van a reformarlo y hacerlo aún más acogedor, los domingos hay paella y los baños son unisex, como símbolo de modernidad.
De verdad, un bar 100% recomendable!

Pasado y presente
Recuerdo cuando este garito era sólo tasca. Solíamos ir a tomar cervezas y a beber un rico licor de mora. Ahora voy a beber la misma cerveza (mahou) pero ya no hay licor sino música rara y ambiente curiosillo. La verdad es que no echo nada de menos el pasado. ¡La Palmera ha muerto, viva la Palmera!