El Colmadito

Paso por delante del antiguo El Macetero, ahora han puesto una franquicia que inmediatamente me recuerda a La Sureña o similares. Me da pena que proliferen estos sitios porque prefiero los antiguos negocios con su personalidad propia y sus propias especialidades culinarias, pero en fin, echemos una ojeada como un oculto inspector de la guía michelin para los bares de este barrio.
Lo primero que se ve es la decoración de madera clara con paneles rojos y amarillos, lo que es un indicador de local de comida rápida, como aquellos antiguos cilindros blancos con rayas rojas y azules indicaban que había una peluquería. Se ve que el ecléctico Colmadito tiene vocación de pillar de donde sea porque una sección de la carta es tipo «100 montaditos» y otras, pizzas industriales, algunas hamburguesas y alitas de pollo; no faltan los cubos de botellas de cerveza.
De la lista de los montaditos, que suenan bastante corrientes, me llama la atención el de «lomo de orza». No creo que por ese precio puedan servir lomo de orza pero espero que tengan un sucedáneo aceptable. El montadito aparece oculto bajo un montón de patatas (creo que es para que el camarero tenga tiempo de desaparecer). Abro el pan y veo unas lonchas finísimas de un embutido desconocido que no sabía a nada. Me sentí tan estafado como el que pide ibérico –aunque espera jamón serrano– pero finalmente recibe chopped.
Si en un sitio no se pueden servir angulas, se ofrecen gulas ¡pero al menos uno recibe esto! Hasta las patatas fritas me parecieron inferiores a las del 100 montaditos. El sitio es barato, por supuesto, pero mejor que llame a las cosas como son (yo no sé llamarla porque no sé lo que comí). Desde luego El Colmadito ha colmado mis ganas de volver.