Café zapatista en la Facultad de Filosofía y Letras, UNAM

Me gusta el sabor terruño que tiene este café. A veces, cuando la carga está un poco más concentrada tiene hasta una consistencia ligeramente cremosa. El grano que venden es para cafetera americana. Pero a veces llevan para express. Algo tiene ese café, está muy bueno. Y no lo digo por compromiso.
Lo malo es que las porciones de café en grano son de un cuarto, medio o un kilo. Pero si deseas tener medio cuarto difícil de conseguir. Eso de querer medio cuarto es para que se acabe el café antes de que pierda su frescura.
También venden galletitas, amaranto, coco y cosas así. A veces hasta ensaladas, grandes y deliciosas.
Café rebelde, dicen que se llama. Yo creo que debería ser café revelador.

Por la entrada principal de la Facultad de Filosofía y Letras en Ciudad Universitaria, corre un largo pasillo sobre el que se ubican, con tal éxito que hasta — me consta — algunos profesores prefieren este café que el de la cafetería perteneciente a la Facultad; debajo de las escaleras que conducen a los salones de licenciatura, un grupo de jóvenes simpatizantes — o militantes, no lo sé — del EZLN, que de manera no oficial pero aprobada, creo yo, por la comunidad, y más aprobada, es evidente, por su café; venden este producto a precios conscientes.
Nada de smoothies ni frappés; creo que venden capuccino, pero yo prefiero el que ellos llaman atinadamente café latinoamericano, que es casi como un americano; la diferencia estriba en que éste es un café en resistencia.
Otro detalle solidario con la comunidad es que para aquellos que llevan consigo su propio recipiente (taza, vaso, termo, etcétera) sólo les venden la medida de café latinoamericano, o del que sea.
Venden café por kilo, por supuesto de origen chiapaneco. Muy buen café de comunidades indígenas.