La Tierruca

Anys passant per davant i no va ser fins que vaig rebre una recomanació que varem decidir entrar.
La Tierruca és un lloc que no atrau pel seu aspecte, massa modern i impersonal, sino pels seus plats estrela.
Ací s’ha de vindre a dinar, i demanar «cocido montañés» y «cocido lebaniego» si sou més de 2 (o només 2 amb molta fam). Només estos dos plats, un d’ells amb «refill» (és a dir, demana més fins que et fartes) obliguen a els 5*, perque van rapidet i el preu és just. Això i un entrant, i no sopes.
El problema és la resta de la carta, que no està a l’alçada, però a mi m’és igual, és com anar al Foster’s i demanar-​se una ensalada… no puc, ja la poden fer pitjor que el pitjor de Pesadilla en la Cocina, que no ho sabré mai.
Postres reduits però bons.
Recomanable, especialment si no fa calor.

Este restaurante cántabro ya tiene sus años y era uno de los favoritos de mi padre. Fuimos en muchas ocasiones hace unos cuantos años y ahora he vuelto por las ganas de rememorar aquellos días y aquellos platos, por supuesto. Sin embargo, la experiencia no ha sido igual de buena. Creo que con el tiempo ha bajado bastante de calidad, aunque sus cocido montañés conserva la esencia, menos mal. No así el resto de platos. Fuimos a mediodía entre semana y estaba bastante lleno, que siempre es buena señal. Había un menú que se componía de varios platos a elegir entre los que pedimos dos ensaladas completas, bastante simples, un cocido montañés y un pescado blanco tipo lenguado del que no recuerdo el nombre, quizá me equivoqué en esa elección, sí.
El caso es que el cocido fue de todo lo que comimos lo único que estaba a la altura del restaurante que un día conocí. Un detalle bueno a destacar, te rellenan en plato de cocido las veces que quieras, si es que eres capaz de meterte entre las costillas más alubias, morcillas y chorizos semejantes ¡nada de arroz amarillito como el de mi madre! Madre mía, eso es un festival de la carne porcina. En cuanto a los postres, nada es casero, lo compran en un horno y lo llevan allí, mejor que industrial, por supuesto. Pero cuando pregunté si el flan era casero al chico como que le moslestó preguntar en cocina si lo era (porque no lo sabía). Yo no como ni flanes ni natillas que no sean caseros en restaurantes porque para eso ya tengo los que me compro en el super y creo que es normal y lógico preguntarlo, bueno era de horno, no estaba mal, pero a mi me defraudó bastante en general y creo que deberían volver a sus viejas costumbres. Filetazos de carne, pollo con ciruelas (lo han quitado de la carta y todo). O se centran en los cocidos, que tan bien saben hacer, o tanta diversificiación en el plato creo que les hará daño.

Escogimos el menú de 20 € con entrecot. Todo estaba bueno, pero el entrecot estaba cortado con láser, una pena, ya que es el plato principal y te esperas algo más.

No puedo opinar sobre el cocido montañés, que, por lo visto, es la especialidad del lugar.
Fuimos un grupo grande y pedimos el menú de 20 € que incluía: ensalada y sartén a compartir y el plato principal era entrecot con patatas. Nos decantamos por este precisamente porque nos apetecíà la carne. Pues bien, la ensalada y las sartenes fueron correctas, pero el llamado «entrecot» no era sino un filete, la carne estaba buena, de acuerdo, pero por 430 € aprox de la cuenta (éramos un grupo de 20) la materia prima allí empleada fue principalmente patatas, huevos, lechuga y unos filetes… después incluyeron postres a compartir, bebidas y café, todo hay que decirlo. Yo no salí con hambre y la comida fue agradable, pero llamemos a las cosas por su nombre… cuando a uno le gusta la carne, pide un entrecot (se me hace la boca agua solo de imaginarme uno) y le sirven un filetín, se le queda cara de bobo; mucho más si te lo cobran al precio de tal.

Me encanta la tierruca y en parte porque me encanta la comida cántabra. El cocido montañés lo bordan, la verdad y el lebaniego aún está en mi lista para probar.
He estado dos veces de menú. Un día escogí el menú de cocido montañés, que por 13 euros incluye ensalada, cocido ‘all you can eat’, bebida y postre. Otro día fuimos de comida un grupo de amigos y escogimos un menú de 20 € con dos entrantes a compartir más un plato principal (entrecot). Todo bueno, pero el entrecot no era tal, era un filete de ternera, que estaba bueno, pero que era un filete al fin y al cabo, muy fino. Además, la chica que nos atendió no nos dió demasiadas facilidades al principio (seguramente estaba sobrepasada).
La decoración y el ambiente del sitio es sencillo pero acogedor. Volveré a probar el menú de cocido lebaniego o el menú del día, que no tiene nada de mala pinta!

Resulta que sin comerlo ni beberlo, bueno, es un decir porque de hecho comíamos y bebíamos, fuí a parar a compartir mesa con el cocinero de la Tierruca, Edi.
Y, por supuesto salí con la invitación pertinente de degustar unos de sus cocidos el día que más me apeteciera. Ocasión que no desaproveché.
Menudo cocido!
Como soy una apasionada de la cocina, me enseñó la del local, y, he de decir que he visto de varios restaurantes, pero esta estaba limpia limpia. En uno de sus grandes, enormes, piscina olímpica de caldero, hervía plof, plof… el cocidaco que nos íbamos a marcar.
Como iba en plan, «me sirves tú y yo no pienso», el «bueno onvre» me deleito con un plato de fideos que hizo que rebiscolara en un plis, ¡Qué buenos estaban! Y eso que yo soy de las que tiene el cocido de su madre en un altar y no cae!!!
Y después el cocido lebaniego. Completo, completito, para redolar!!!
El local está decorado con estilo bastante rústico, no en vano los dueños pertenecen a Cantabria.
Otra cosa que es de obligatoria ingestión, pero ya para cenar, una «sartencica de la Tierruca».

Si no has probado el cocido montanés no sabes lo que te pierdes. Delicioso, pero eso sí, prepárate para una digestión pesada. Es casi necesaria una siesta para recuperar algo de sangre en la cabeza.
La tierruca es el mejor (sólo conozco éste) restaurante cántabro de la ciudad. Trabajaba muy cerquita de este local de estilo rústico y la verdad es que al menos una vez al mes íbamos a zampar aquí. Como ya he adelantado, está dirigido a estómagos resistentes por la consistencia de la comida cántabra. Aunque hace tiempo que no me paso, tenían dos tipos de menú medio día; el normal (9 €, a base de platos de cuchara) y el menú cántabro (11 €), que varía entre el cocido montañés y el lebaniego (con garbanzo, costilla de ternera, chorizo, alubias blancas y alguna cosa más que no recuerdo).
No te recomiendo que te hinches a tapas (croquetas, carne de ciervo o jabalí, embutidos, selección de ibéricos, cazuelas calientes), ya que el segundo, el cocido, que está realmente delicioso, te lo sirven como en Cantabria, pudiendo repetir las veces que desees. De todos modos, prueba si puedes algún revuelto de patatas que seguro que no te arrepientes.
En fin, cocina casera con una rápida y eficiente atención y una buena relación calidad precio. Como curiosidad, muchas veces he visto a alguna jugadora del Ros Casares de basket. Creo que el dueño es pareja de alguna jugadora o exjugadora.

Por favor, que llegue el frío: quiero lucir abrigo y comer cocido. ¡Que ya es diciembre!
Abrigo llevadlo a vuestro gusto; el cocido, tomadlo en La Tierruca. Tienen menú normal, pero el que triunfa es el menú cántabro (de allí proceden los dueños), que te hace elegir entre fideos y cocido lebaniego o ensalada y cocido montañés.
Si elegís el segundo porque os parece más ligero, os equivocaréis de pleno, y mejor para vosotros. La ensalada se pierde rápidamente en la memoria al ver aparecer el caldero; te lo dejan en la mesa para que te sirvas tú mismo, un ceremonial de encanto primitivo muy acorde a la espesor de este cocido montañés.
El gusto de la comida se transforma en lujuria cuando el caldero se agota… y te lo reponen, para que sigas sirviéndote. Y lo volverán a hacer, sin ningún incremento de precio. Hasta que te canses. Porque ten por seguro que te cansarás, y ellos, que saben lo que le echan al cocido, saben que, antes o después, tu estómago llegará a su tope. Y tú encantado de encontrarlo.

Restaurante situado en Valencia (cerca de Maristas y Loreto).
Tienen un menú por 11 euros.
Su comida es casera, destaco cocido lebaniego y su buen embutido.
Buenos vinos.
El servicio es de lo más familiar, en todo momento nos trataron con mucha amabilidad y simpatía.
El precio medio de la carta está en unos 10 euros.