El Tren de Viapol

Cuando no estamos en Bestiario, estamos en El Tren.
Este centro comercial es el paraíso de cualquier matrimonio joven con niños. Esto es así. No es el típico centro comercial cerrado agobiante, ya que está en altura y con mucho espacio abierto hacia la calle. Los niños se pegan unas «pechás» de correr y jugar, sin que los pierdas de vista, mientras tú te tomas una copita, un cafelito con tarta o lo que te apetezca. En invierno, estando abrigaditos y con la ayuda de las estufas seta, se está calentito en la terraza. Una auténtica gozada.
Durante un tiempo nos aprovechamos de un chollo impresionante. El Tren dio la posibilidad de comprar botellas enteras de alcohol (ron, whisky) a un precio increíble de 30 euros, con 10 refrescos incluidos. Yo creo que el dueño o el encargado no hicieron bien los cálculos porque la verdad es que dejaban de ganar bastante respecto a vender las copas sueltas. La cosa no duró mucho y volvimos a pagar las copas a 5 euros :(.
Un sitio agradable para pasar la tarde con amigos.

La estética de este bar es una auténtica gozada si te gusta el ambiente nostálgico que siempre suele rodear a las estaciones de trenes antiguas. Los cuadros y los motivos remiten a ellas, y por supuesto no faltan las deliciosas maquetas de locomotoras. Uno puede sentarse, cerrar los ojos y casi sentirse dentro de una película en blanco en negro, en medio de la muchedumbre de la estación, rumbo a un destino desconocido…
Es un bar muy amplio y con estupendos sofás tanto en el interior como en el exterior, por lo que resulta perfecto para pasar una tarde tranquila de charla. Además, tienen una gran variedad de tés y cafés, y por supuesto de dulces para acompañarlos. No se puede decir que caiga en lo habitual, y si nos convertimos en incondicionales y lo visitamos asiduamente no nos aburriremos con facilidad. El mejor de todos los establecimientos que puedes encontrar dentro de este centro comercial… desde luego, el más original y vistoso.

Hubo una época en la que nos dio por cambiar de ambiente. Buscar sitios nuevos para ir a ver el fútbol. Que yo para ver a mi equipo, vale, pero para ver al Madrid o al Barça me da lo mismo un sitio que otro. Así que fuimos al Tren, por petición de un amigo. Petición que fue muy bien acogida por el resto (al parecer, era el único que no había estado previamente, cateto de mí).
Así que allí nos fuimos. Y nada más llegar, primera pega: gorrillas en toda la calle del Viapol Center. «Cagonlamar», con el coraje que me da tener que pagar el impuesto revolucionario, porque sí. Pero más vale prevenir que curar. Después del sablazo (tampoco para tanto, un buen truco es llevar algo de suelto en un bolsillo del pantalón), subimos por las escaleras mecánicas y llegamos al sitio.
No recuerdo bien qué partido era. Pero debía ser uno importante, porque a pesar de que llegamos muy temprano, la terraza (en la que estaba la tele más grande) estaba a rebosar de gente. Dentro no había casi nadie, pero a pesar de todo, nos sentamos fuera, para vivir bien el ambiente. El dueño (imagino que sería, o el encargado), se había prevenido bien de la gran cita futbolística y había atado las sillas unas a otras, para que no se moviesen al antojo de la clientela.
Empezaron a pasar camareros, unos trayendo cervezas y otros retirando los botellines vacíos de las mesitas. Los que traían nuevos me hicieron gracia, porque venían con barreños llenos de hielo y botellas de refresco y zumito de cebada en ellos. Me recordaron a la típica imagen de los tebeos en los que aparece un estadio de fútbol o una plaza de toros.
Como ya he dicho, no recuerdo qué partido fue aquel. Muchísimo menos el resultado. Sólo recuerdo que lo pasamos estupendamente, y que el Tren fue un sitio en el que vimos muchos partidos de fútbol… hasta que, de nuevo, nos dio por cambiar de sitio.

Lo mejor es la terraza cubierta donde es una delicia pasar la tarde con un café, unos crepes, un batido helado y buena compañia