Yo era mucho del Virgen de los Reyes, como de casi todas las tabernas de este barrio. Hoy, le sigo guardando un cariño por el peso de la historia que soporta a cuestas y por ese nombre que lleva, el de mi gran devoción, pero poco más. En mi opinión está algo abandonado. Sigue siendo un buen lugar para tomar una cerveza(muy bien tirada), un botellín fresquito o una copa de rosado Peñascal. Tampoco está mal para tomar un cubatita antes de entrar en los toros, o a media tarde en un día de relío. Pero para tapear… prefiero otros. Abre muy temprano y sigue siendo uno de esos lugares donde la clientela bebe aguardiente en la mañana y vino de Jerez a mediodía. Por detalles así, merece un respeto.
Clara M.
Classificação do local: 4 Sevilla
Nunca he sido muy del Arenal porque la cercanía relativa de la avenida de la Constitución me hacían sospechar de guiridad acentuada en la zona. Y ya se sabe que los bares que se vuelven turísticos pierden interés. Pero dos de mis mejores amigos vivían por la calle Castelar y por las leyes democráticas acababan eligiendo ellos el sitio. Solía ir con más o menos enfurruñamiento hasta que un día me llevaron a probar el montaíto de pringá de este sitio. Y parece mentira que cueste tanto encontrar un buen montao de pringá como dios manda(y me conformo con poco, lo digo). Un bar autentiquísimo sevillano, con ese talante que sólo tienen los camareros de bodeguitas(en el límite que separa la simpatía de la pesadez, justo ese, y que pocos saben recorrer sin inclinarse hacia esta última). Cuando pruebo el mosto allí, en su época, siempre me da algo de nostalgia de aquella casa de calle Castelar.
Álvaro B.
Classificação do local: 4 Sevilla
El barrio del Arenal se mide por bares. Uno detrás de otro, cada uno enmarcado en su estilo y con una clientela itinerante que no perdona ni una sóla de sus paradas en los locales del lugar. Me confieso como uno de esos paseantes que se adentran en el barrio con el fin de tomar algo y de empaparme del bullicioso entorno de la calle Arfe. Cuando lo hago, una de mis paradas obligadas es la bodega Virgen de los Reyes, lugar clásico y castizo donde los haya, extraordinario para tomar una cerveza bien fría o un vino del tiempo, acompañado de su gran especialidad, el «montaíto de pringá». En el mes de noviembre se hace popular porque en ella puede degustarse el popular mosto de Umbrete, bebida suave para el paladar pero que hace que la lengua se te trabe por momentos. Sus peculiaridades son varias, ya que la parte de detrás de la barra está llena de curiosidades sin fin, además, no se asusten si ven a uno de sus camareros introducirse en uno de los arcones frigoríficos situados bajo el mostrador, irá camino del almacén del local.