Olivia te Cuida

Great Service, Bread is so good and pleasant ambience!

Hace mucho que no voy a Olivia Te Cuida. Vaya descubrimiento, poco se puede añadir a los comentarios con los que cuenta. Decoración acogedora, platos excelentes con un toque casero.
Estoy deseando volver y confirmar que mantiene «la línea»…

El otro día estuve comiendo ahí con un amigo. Y la verdad, me ha encantado.
Genial para comer al medio día, muy bien de precio y la comida saludable y rica.
Llamad antes para reservar mesa, no tienen más de 15 sitios…

I was here about 4 months ago and absolutely loved it! Great food and great service. Second time around not so much. First, I kindly asked if they had oatmeal. I am fluent in English and Spanish but the waitress had no idea what I was talking about. No big deal… They have a good selection anyway! Well… I ordered the eggs with sun-​dried tomatoes and cheese and this #%*# was saltier than biting into a salt block. I mixed things up a bit and bam! A little better… Note to chef: sprinkle salt evenly and taste what you serve. Anyway, after a decent breakfast came the first surprise. No credit card accepted! Sigh… Fine, fine. I’ll walk off my salt-​filled gut and withdraw some quickly depreciated Euro’s (as of ⁰¹⁄₁₅). But wait!!! Here’s the second, surprise! From the kitchen the «chef» decides to shout out to our waitress that «he isn’t going to be telling everyone that walks into the restaurant that they don’t accept cards… Plus, who cares, we cater to locals not tourist. And they know better!» Hmmm… Sounds good, I’m sure your locals won’t be reading this review then! ¡Saludos!

Llevaba mucho tiempo queriendo probar este sitio, pero cierran los fines de semana (!!!), por lo que si no vives/​trabajas cerca o tienes un día de vacaciones (como fue mi caso) lo tienes complicado. Llegamos sobre las 12 y algo del mediodía y el local estaba completamente vacío, algo que no me suele gustar demasiado.
No deben caber más de 15 personas (sentadas), es muy, muy pequeño, pero a la vez acogedor, y eso que estábamos solos. Un punto negativo: hacía bastante frío, pero tampoco diré nada más al respecto porque no me quejé abiertamente.
El chico que nos atendió, muy majo y muy normal, sin postureo ni falso colegueo como a veces se ve en otros sitios de moda.
Tienen carta de eesayunos, cpn muchas opciones, y tienen en cuenta a los vegetarianos, pero para intolerantes a la lactosa hay pocas cositas, sinceramente, algo que por desgracia suele ocurrir a menudo en locales en Madrid que sirven desayunos.
Pedimos la cesta de panes (4 rebanadas muy grandes) con tomate triturado y aceite de oliva virgen extra. He visto en un comentario que las tostadoras tuestan mucho, pero a mí me pasó lo contrario, tardaban la vida en calentar!
También los huevos revueltos con champiñones y verduras asadas, muy ricos, pero templados, algo que me llamó la atención, al igual que los cafés, que llegaron templaditos por no decir fríos (para ser un café). Además pedimos el zumo de zanahoria y naranja, muy rico, aunque con bastante pulpa (si te gustan los zumos muy licuados, no te lo recomiendo).
El precio me pareció razonable para la calidad de los platos y el sitio donde está.
Ojalá se decidieran a abrir los fines de semana, aunqie fuera solo el sábado, porque la varta de comidas tiene muy buena pinta.

Funky interior, old school toasters for customer’s use and tasty jams.

Si quieres sorprender a una amiga hipster con un sitio especial, llevatela a comer aquí! Espectacular la ensalada de lentejas (no recuerdo qué nombre le daban). Muy rico todo! Bien de precio!

La decoración del sitio está muy bien. Es cierto lo que dicen sobre la mesa comunitaria y las tostadoras con temporizador. Los desayunos están muy bien y no son excesivamente caros. El yogur con cereal y fruta está muy bueno también.
En general, buenos desayunos aunque un poco escasa la mermelada y la mantequilla para la cesta de pan con cuatro rebanadas grandes. El pan blanco es muy difícil de comer porque tiene muchísimos huecos, lo que hace que la mermelada termine fácilmente en tu corbata o camisa. El café estaba bastante bien.
La chica que nos atendió fue bastante amable y paciente.
No sé si realmente al final compensará el precio con respecto a la cantidad de comida para desayunar todos los días. Creo que para ir una vez cada dos semanas está bien.

Healthy, organic and wholesome with incredible flavors — the eggplant with pomegranate is a must! If only I lived in Madrid I would be a regular…

El espacio de Olivia te Cuida está decorado tal y como me gustaría que fuera mi propio salón de casa: con una cultura del reciclaje que parte de esa mesa enorme, como de familia de pueblo y principios de siglo, de madera gruesa y suave al tacto.
Los desayunos casi te los preparas tú, con tus tostadas del tostador metálico y sus grandes ventanas que permiten una iluminación perfecta. Me gusta el ambiente de salón/​cocina que han conseguido proporcionarle mediante el techo alto y esas lámparas recuperadas de algún sitio que bien pudiera ser del Rastro.
Pa amb tomaquet delicioso, el verrine de limón superior… Lo mejor es evitar las horas centrales de mayor afluencia porque se llena ¡à la gente le encanta! Y con razón.

Cuidado con el tostador con temporizador (por cierto, quiero uno de esos a la de YA) porque como te descuides, la tostada te puede salir chamuscadísima. Pero aparte de eso, un sitio de esos que creerías que no existen en Madrid pero sí existen. De hecho, hay gente que pasea por la calle y se para un momento a mirar, porque no terminan de discernir si se trata de un restaurante, del salón de una casa o qué.
Solo apto para desayunar, comer o merendar, el Olivia te cuida dispone poco más que de una mesa comunal, una barra y un par de mesas aparte. Es, prácticamente, como comer en el salón de tu casa, o de casa de un amigo. Es un sitio que además destaca por su (falta de) decoración, pero es que tampoco la necesita. Luz baja, buena música y un ambiente inmejorable para descansar un momento y disfrutar del desayuno como lo que es: la comida más importante del día.
Tengo pendiente visitarlo para comer, porque me han hablado maravillas. Quizá para entonces se lleve la quinta estrella. De momento, muy fan de que te den a elegir entre diferentes panes y que el tomate esté recién rallado a la hora de prepararte el pan amb tomaquet. Que por cierto, a mi lado había unas chicas belgas que preguntaron si nos comíamos el aceite de oliva así tal cual, porque ellas solo lo utilizaban para cocinar. ¡Qué suerte tenemos!

Olivia es un lugar para dejarse cuidar, un lugar donde desayunar o comer se convierte en algo especial. La comida, sana y sabrosa, inimitable, está preparada con un mimo exquisito, el que exije un número muy limitado de comensales, que en este caso son como mucho, doce. Todo lo que probé, buenísimo: buen café, yogur con muesli, la pizzeta, verrine de limón y mango y tartaleta de frutos rojos. Es fundamental reservar con antelación, pero merece la pena. La única pega es que sólo abre de Lunes a Viernes hasta las 6 de la tarde, pero en el mes de Enero (y espero que se convierta en una tradición) están abriendo los sábados también.

Es toda una suerte tenerlo tan cerca del trabajo, pero una pena que sólo se pueda disfrutar de este encantador restaurante entre semana y sólo en desayunos y comidas, ya que ni por las noches ni los fines de semana abren. Debe ser que ahí radica su encanto, bueno ahí y en que es muy pequeño, cosa que a veces detesto ya que si se te olvida reservar te quedas sin comer sus ricos platos.
Sus desayunos son buenísimos, en una mesa comunal, que ahora está muy de moda, con una cestita con panes y mermeladas.
La decoración es muy bonita y una verddera joya poder esa comida tan rica. En el menú puedes escoger entre varios platos y es perfecto poder escoger un rico arroz, una saludable ensalada y un fantádtico pollo. Ñam Ñam

¡Es mucho mejor de lo que parece! Si hay que ponerle un defecto es que no hay cenas y que no abre los fines de semana. Así que es, sin lugar a dudas, la MEJOR opción de menú del día por rica y, sobre todo, por saludable.
El local es minúsculo así que es imprescindible reservar. Una vez allí, ves que no hay lujos que valgan: muebles de segunda mano muy rústicos y ambiente distendido. Allí lo bueno es la comida. Tienen una carta muy completa con ingredientes de origen orgánico (ojo, no es vegetariano, tienen carne y pescado) que puedes combinar con distintos precios. Por 12 euros comes estupendamente, con bebida incluida. Y sales lleno, ¡confirmado!
El personal es muy amable, muy atento y te solucionan todas las dudas que tengas (hay muchos platos aún poco conocidos para el gran público como la quinoa).
Tienen algo genial: sirven a domicilio –si estás en su zona de reparto– sin cobrar nada por la entrega.
Híper recomendable también para desayunos, sanísimos y deliciosos. Los postres son un lujazo, con unos bizcochos caseros que parecen hechos por tu abuela.
Mi plato preferido: el ceviche de lubina es UNA PASADA.
En fin, no me canso de ir, esta semana he comido allí dos veces y lo haría todos los días!

Me gusta mucho Olivia, te cuida sin duda duda. Es muy agradable para desayunar y muy delicioso en sus menús, comidas y cenas pero me temo que se está poniendo demasiado de moda y es muy pequeño.
Se puede reservar para cenas de muchas personas y ocasiones especiales, y además las dueñas son dulcísimas y amables.
Es muy bonito sentarse en las mesitas con los balcones abiertos. Apreciarás su incomparable materia prima.

Este pequeño local de difícil clasificación ha supuesto una revolución en este barrio y en todo Madrid. He podido comprobar que su fama llega lejos, pues he visto incluso extranjeros los sábados, ante su puerta cerrada. Y es que el éxito de este lugar le permite abrir sólo entre semana y en horario de oficina, algo inédito en un negocio de restauración. Por culpa de este horario sólo he podido tomar aquí algún que otro café, aunque también se pueden comer algunos platos originales y ecológicos. Os preguntaréis cuál es el encanto de este bar, aparte del buen marketing que han realizado sus dueñas para atraer tanto público y tan selecto. Pues el encanto es el local en sí, que parece arrancado de un barrio de Nueva York o Londres. Una gran mesa de madera donde te puedes sentar a tomar algo, unas tostadoras donde puedes tostar tú mismo el pan del desayuno, unas cuantas sillas viejas decapadas… Resulta todo muy moderno y diferente para Madrid, aunque a mí sinceramente no me acaba de convencer este ambiente, reconozco que no es lo mío. Lo mejor es que se puede alquilar este curioso espacio para cenas a partir de ocho personas y eso sí que tengo ganas de probarlo. La verdad es que es un lugar ideal para reunirte a cenar y tomar unas copas con tus amigos y sentirte como en casa, supongo.

Este restaurante es muy curioso, todo alrededor de él, la comida, el ambiente, la decoración y el trato te transporta a una realidad paradisiaca inexistente, aunque por unos momentos estando ahí te la crees. En este lugar no sólo te dan ganas de comer diario, también, por lo menos a mi, me dan ganas de trabajar. Los horarios son sólo de 09.00 a 18.00 y no abre sábados y domingos. Es la jornada ideal para cualquier trabajador.
La comida es completamente sana y en su mayoría los ingredientes son orgánicos. Gran parte de los platos son vegetarianos aunque sí cuentan con uno que otro con pescado o carne.
Es un buen lugar para desayunar, para leer el periódico por la tarde, o para comer si logras conseguir una mesa o un pedazo.
El espacio es muy reducido, sólo cuenta con 4 mesas y una grande para 8 personas aproximadamente, en la cual siempre te toca compartir velada con extraños. Los muebles y la decoración son vintage, parecen sacados de un escenario en guerra, sin barnizar, despintados, aunque seguramente sean nuevos y cuesten más que cualquiera de IKEA.
No tiene menú del día pero cuentan con paquetes en los que puedes mezclar 2, 3 o 4 platos. Esto es lo más recomendable, así puedes probar los diferentes arroces, el cuscús, las ensaladas o el ceviche.
El precio es más elevado que el típico menú del día, pero vale la pena cada vez que quieras purificar cuerpo y alma.

It’s a small place near Metro Alonso Martinez and it’s got that urban rustic feel — two pale stretched canvases lean on the wall outside with the name in typewriter font. Inside the high ceilinged small dining room is one large zinc table that people share with two vintage toasters for their breakfast, two small 2-​tops, and another wall facing shared wooden table. Pale lilac walls and distressed folding wooden chairs complete the furniture topped with fresh flowers and the music is classic jazz. Coffee is slightly sweet and nutty, and the menu boasts some super dishes. A great place to sit and think, write, read, or bring someone for a meeting or meal. Unique, charming, and high quality with an attention to detail and it’s cheap. If you want some food or drink, check it out.