Por un lado es un sitio estupendo cuando hay poca gente… se puede tomar algo en un sofá y echar la mañana allí… La parte mala: poca luz y que a pesar de su estética tan moderna y tan cuidada da la sensación de estar algo abandonada… La parte peor: el servicio. A veces es malo porque hay pocos camareros, y a veces es malo porque parece que están todos perdidos dando vueltas sin saber qué hacer.
Zonia Z.
Classificação do local: 3 Madrid
Pensé que ya había escrito un review de este lugar pero parece que no… Bueno el lugar esta bien en general, el servicio esta ok… no es tan rápido como se quisiera… pero bueno no esta mal … pero yo tengo un gran problema… la luz… es verdad que la arquitectura del lugar pues supuestamente ayuda a que luz natural entre, pero saben que… no…no entra mucha luz y se ve algo sobrio… un tanto triste… y eso nome gusta porque este lugar tiene potencial para ser muy hip .pero le falta algo… y es como he dicho… entro y esta oscurillo… y eso no me gusta… en fin… lo bueno es que tienen wifi y se puede estar muy bien en los sofas… la mesas largas tambien estan bien, pero seria muy bueno si hubieran outlets para conectar el ordenador. hay restaurante también…habría que ver cual es la oferta que tiene allí.
Nabor R.
Classificação do local: 5 Madrid
Posiblemente, una de las mejores experiencias gastronómicas de las que he disfrutado en toda mi vida. Fue hace algunos años ya, cuando el restaurante lo llevaba Sergoi Arola, pero la tengo tan fresca en la memoria que el recuerdo es imborrable. El lugar, en un rincón apartado de la cafetería del museo Reina Sofía, perfecto. Poquita luz, super íntimo, música chill-out bajita. Las mesas con una separación bastante grande unas con otras; eso hace que te sientas el verdadero protagonista, pero sin aislamientos. El servicio, excelente; rápido y siempre con una sonrisa. Tres o cuatro tipos de pan diferentes. Recuerdo que pedimos canelones de ceps: se piden por unidad, a dos euros cada uno; lo hablamos después con el camarero y reconoció que la calidad-precio del plato estaba desfasadísima, casi un regalo. Después, un plato de rape a la marinera para compartir(nos sirvieron en dos platos diferentes, como si fueran dos medias raciones) y, ya para terminar, surtido de postres(que hay que pedir al principio, ya que la elaboración lleva su tiempo). Vino blanco francés, cafés, etc. En total costó 110 euros, pero fue de esas ocasiones especiales en las que merecíà la pena hacer el esfuerzo, y salimos encantados. Todo es perfecto. No he vuelto a ir, pero si sigue como entonces, ideal para aniversarios o para conquistar a quien sea. El restaurante ha cambiado de dueños, pero lo sigue llevando el mismo equipo que trabajaba con Arola. Sólo mediodías.