Hattori Hanzo

Después de tener esta Izakaya en la lista de sitios pendientes, ayer por fin fui y ha cumplido con las expectativas con creces.
No le pongo 5 estrellas porque el Usuzukuri de pez limón me resultó bastante flojo pero el resto muy muy bien. Sobre todo el black ramen que sólo con el olor ya era para ponerle un piso.
El local está muy bien ambientado, verdaderamente tienes sensación de taberna japonesa y el hecho de que no haya sushi le da incluso más puntos. Volveré!

Erase una vez la historia de un restaurante japonés sin sushi en su carta. Dejemenos de cuentos, esta izakaya es un placer para el paladar. Como ya he dicho, no hay sushi por ninguna parte, pero ni falta que hace. Pedimos, por recomendacion de los camareros:
— Paseo por Hokkaido: un par tostadas crujientes de arroz y tapioca con láminas de ventresca de atún rojo toro, chutney de caqui y nieve agria de tomate. Como es un plato frio, recomiendo que lo pidais como primer entrante
— Takoyaki: bolitas de pulpo y jengibre. Las conociamos ya, pero son las mejores que hemos probado en Madrid hasta ahora.
— Ebimayo: langostinos en tempura ligeramente picantes acompañados de lechuga hoja de roble para envolver. Una delicia totalmente recomendable.
— Kakuni Bao: Bollo al vapor bao con panceta, pepino y una salsa espectaculoidemente fenomenalga! Riquisimo.
— Pulpo a llama con glaseado de kimchi: el pulpo tiernisimo, aun asi fue lo mas flojo de la comida.
Para beber, pedimos una cerveza (todas son japonesas) tostada y una Asahi, aparte de una limonada. Decir que las cervezas son tirando a caras, la verdad sea dicha.
El local es muy chulo, la decoracion original y los aseos estaban bastante cuidados. El personal tiene una sonrisa en la boca (spoiler alert), pero digamos que no han sido los camareros mas amables del planeta.
De precio, normal teniendo en cuenta el tipo de cocina y la situacion del restaurante. Eramos dos y pagamos unos 60 euros.
La mejor experiencia nipona hasta el momento (sin sushi)? Agree.

If I’m going to pay overprice for my ramen it must fulfill two requirements:
1. It be delicious (duh)
2. They give me a heaping portion
The food here did satisfy my taste buds to say the least. We ordered the black ramen, the pork and fish version. Both ramens were slurped down while mumbling many «oohs» and «yums». The egg was perfectly cooked and the flavor of the broth was unreal.
Perhaps the fact that it was so delicious contributed to my disappointment that it was a rather small portion. 16 € is fairly expensive for a meal in Madrid.

El gran retraso con esta reseña es de lo más injusto. Fuimos por recomendación Unilocal unida a nuestra apetencia por la comida japonesa y la verdad que se ha convertido en un gran descubrimiento al que traer a la gente de fuera para que lo disfrute.
Ya nada más entrar te encandila la decoración y el ambiente, pues te sientes como si hubieras viajado 10.000 km al cruzar la puerta (pero sustituyendo a los parroquianos orientales por caucásicos).
La carta no es muy extensa, pero (dada la calidad del espectro que probé, puedo extrapolar que cada plato merece la pena ir para disfrutarlo). Como ya se ha comentado, que nadie venga aquí esperando sushi; sino platos japoneses elaborados que no vas a encontrar en muchos más sitios, así como cerveza y refrescos de dicha región.
El servicio hace honor a la amabilidad de la cultura sobre la que han montado el restaurante.
Como posibles «pegas»:
— El precio es algo caro; pero adecuado a la calidad de lo que ofrecen (básicamente, lo convierte en un sitio para ir de vez en cuando, no asiduamente).
— Ir sin reserva puede ser jugársela mucho.

No conocía este japonés ni lo había visto nunca, y juro que he pasado muchas veces por aquí. Pero, como siempre voy deprisa, nunca me había percatado de su existencia.
Llegué aquí convocado por la primera edición del «Club del ramen», un plato que había probado alguna que otra vez fuera de Madrid y que desconocía que hubiera llegado ya a la ciudad.
Una vez dentro del restaurante pregunté por la reserva, y me condujeron hasta una de las salas que tienen a modo de tatami. Temí que no llegara a encontrar la posición adecuada y cómoda para degustar la comida, pero ¡Ah! Sorpresa, son de esos tatamis que tienen el truco de dejar el hueco para las piernas y sentarse a la manera «occidental».
Una vez todos, pedimos el ramen especial que tenían por ser «Black Friday», el «black Ramen».
El Ramen a primera vista era espectacular. Un caldo dividido en tres diferentes, separados por los distintos ingredientes: Los fideos, las hojas de algas, verdura, la carne y el huevo.
Uno de los caldos era negro, otro más normal, color amarillento y otro naranja, que por supuesto picaba un poquitón.
A mí en general, me pareció que los fideos estaban muy bien, pero la experta en Ramen indicó que estaban un poco duros y que la textura era muy pegajosa. Al indicárselo a la camarera, que amablemente tomó nota, nos explicó que los fideos los hacen de manera artesanal allí y que se lo diría al cocinero.
Ese es uno de los puntos a resaltar en este restaurante, la amabilidad y buen servicio que tienen.
A mí el ramen me pareció una delicia, y de hecho, no hubiera comido más, salvo el postre, que yo es una cosa que no perdono. Pero antes de que llegara pidieron Okonomiyaki, que llegó cuando habíamos casi terminado el ramen, y se había quedado un poco duro. Este plato, que es como una tortilla rellena, en este caso creo que de pulpo, no me entusiasmó demasiado. Quizás como aperitivo hubiera estado bien, pero ya con el ramen ocupando todo el estómago y la fiesta de sabores y texturas que es comer esta sopa, casi que se quedó en un segundo plano.
De postre, pedí tarta de matchá verde con fresa. ¡Delicioso!
Desde luego, un lugar para volver, y siempre que puedas, a la sala con el tatami, ya que tienen otra, la de la entrada, que no es tan fascinante.

Pues como decoración y atención un diez sin duda. La comida también está muy bien pero para el poco ramen que nos sirvieron lo encontré con un precio algo subido al respecto de lo habitual –el ramen suele ser una comida que además de sabrosa y contundente ha de ser barata-​. Lo que ocurre es que este ramen era especial, llevaba más tiempo en cocinar y estaba realmente exquisito, de lo mejor que he probado.

Todo buenísimo!!! Comida auténtica japonesa y el local tiene mucho encanto. Un poco caro (aunque lo merece)
Mi única pega es que el postre de té verde no tenía tanto sabor como esperaba…

Food: I had the ramen, bao de carne, and wine. The food was really good! The ramen had a lot of flavor. I only wish they had put a bit more noodles in it. The bao de carne was really good! The buns came out perfect with a great texture and the meat was incredibly tender and flavorful. It was ever so slightly on the sweet side but still good. Wine was ok, nothing special. It was a decent portion of food.
Service: Very good service! They were quick and very friendly.
Price: It was a bit pricey in my opinion but worth it.
Overall: I would love to go back to try some of their other food. The tables/​seating is a bit much for non flexible individuals such as myself but overall a great experience! Definitely try it out if you get the chance!

Puede que no seamos ninjas, y que nuestro tiempo difiera enormemente del periodo Edo, pero eso no nos ha impedido subyugarnos y sorprendernos con la cuidada decoración del local: Mesas con farolillos para que te sintieras en un puesto de comida ambulante, salones revestidos de madera con cristalera, tarimas y espacios en el suelo para mantener la estética de una mesa nipona, sin que las rodillas lo acusen.
Hattori Hanzo estaba abarrotado y había que llegar con reserva; aún así, nos atendieron rápido y con mucha simpatía.
Incluso entre las bebidas, podías elegir cervezas o refrescos japoneses. Una carta de este estilo, excluyendo al sushi, no deja de ser un reto grandemente original. Cocinaron exquisitamente nuestros platos, y pese a que no se encuentra entre los más económicos, te deja la sensación de ser un precio que pagas con gusto.
Boquiabierta me dejó el postre Fuji, porque además de saber delicioso ¡El plato parecía una isla con paisaje volcánico!

Hmmmm to be honest I don’t really get the hype.
For me the ramen here was ok and doesn’t deserve the elevated price of 16 €.
If you pay 16 € in any other place for lunch, you can get a menu that includes appetizer, main dish and dessert. Even the drink too in some places.
But here, you get a bowl of ramen. So I thought this ramen has to be exquisite. Also, the photos on Unilocal looked so good I had to come here and try it. But in reality, it’s just mediocre. The broth has seafood and pork flavor but i felt like it lacked something. It was kind of bland. The pork chashu was paper thin, and the noodles looked like it came from any Asian supermarket. The egg was nicely cooked but I didn’t really like anything else. The portion was normal-​small.
The decoration is nice. The food looks nice. I think it looks nicer than it tastes.

Esta es de las complicadas, así que voy a ir por partes:
— EL LOCAL: Maravilloso. Tuve la suerte de comer en la sala bonita, toda de madera, y lo cierto es que es un espectáculo. Te sientes verdaderamente en una taberna en mitad de Japón, es muy espectacular y creo que le gusta a absolutamente todo el mundo.
— EL SERVICIO: Increíble, delicioso. Muy atento, atento a comentarios, a sugerencias, preguntas… Me encantó y me parece que, en ese sentido, se diferencian muchísimo de otros locales (de cualquier tipo) en Madrid.
— LA CARTA: Yo tenía entendido (y lo hablaba ayer con otro Unilocaler) que esto era una Izakaya. Una taberna japonesa, y como tal, me sorprendió la carta, que cada vez veo más trabajada. Esto no es una crítica en absoluto, que para nada, es que simplemente, en la carta encontré comida que pensaba que no iba a encontrar. Requetepensada, elaborada, etc. Es verdad que los japoneses son muy perfeccionistas, pero yo por tasca había entendido otra cosa un tanto más informal, así que me sorprendió. No sé si es que se están reinventando o qué.
— LA COMIDA: Iré por partes también. Diré que pedimos Black Ramen y algunas cosas para compartir de primero y al final el ramen llegó antes que el resto. El Okonomiyaki se tiró un rato esperando a que nos comiéramos el ramen, y claro, se nos quedó un poco frío. Tanto que, he de decir, no me gustó mucho…
El Black Ramen, por su contra, tenía cosas que muy bien y una cosa que no. Los fideos, hechos de forma artesanal, estaban un poco duros y pegajosos, como si no estuvieran en su punto. Tampoco es que yo sea un auténtico especialista en ramen, pero a mí, desde luego, no me gustaron. Y en mi grupo había una japonesa que dijo que, claramente, estaban duros. Pero ahí, para mi gusto, finalizan los fallos. Porque la carne estaba deliciosa, el huevo cocido a baja temperatura era la cosa más increíble de comer que me he echado jamás a la cara y el caldo negro estaba como para ponerse morado.
Luego nos dimos a la repostería y tampoco decepcionó. El roll cake de matcha es tremendo.
— EL PRECIO: A nosotros nos salió bastante bien, porque fuimos el Black Friday y el ramen salía por 9,90 €. Pero de normal cuesta 16, que no es caro, pero tampoco barato. Es verdad que es un plato muy espectacular, pero a mi juicio deberían solucionar el tema de los fideos. Los postres son bastante caros también (6,50 €). Por eso digo que, el que vaya buscando una izakaya es posible que salga un poco confundido. Ahora, la calidad, lo rico de los platos y el ambiente, bien justifican los precios.

Pues bueno, es toda una experiencia que está bien tener, pero a mí me ha resultado bastante caro.
Fuimos con la intención de agradar a unos amigos que habían venido a Madrid con la intención de pasar el puente. Era viernes al mediodía, había salido ya de la oficina, y se nos ocurrió este sitio. No pudimos comer en la sala «bonita» a pesar de que durante todo el tiempo que estuvimos en el restaurante la sala estuvo a medio fuelle. Nos pusieron en la otra estancia que, al final de la comida, estaba ya bastante animada de gente.
El servicio es impecable, el camarero te explica todo, te recomienda todo, y en general, te dicen que durante la espera con la bebida te tomes algo frío que va mas rápido. Nosotros pedimos (caliente), Takoyaki y Okonomiyaki para compartir y cada uno nos pedimos un Black Ramen del menú. Pedimos las bebidas fuera del menú (así que se puede decir que las desperdiciamos porque no las consumimos e iban incluidas), aunque tengo que decir que el camarero nos los advirtió (lo que yo no sabía es que cada una de las cervezas que pedimos iban a costar 6 euros).
Takoyaki y Okonoiyaki delicioso. El Ramén pues, ni es el mejor que he comido (ni de lejos) ni la pasta tenia el punto, y la cantidad era muy pequeña, y ha sido el más caro que he pagado.
Al final no tomamos postre porque ni café en el local, aunque todos después reconocimos habernos quedado con hambre. Salimos a 28 euros por cabeza.

Dinner service starts at 8:30pm
Tuna tataki: 5* not any ordinary tuna tataki, flavor explosion
Wagyu tataki: 5* another flavor explosion
Takoyaki: 5*
Kaarage: 5* tender ans juicy
Aroma dish (slow grilled beed with sesame whiskey sauce and roasted squash purée): 5* simply amazing
Overall: great service and good ambience. Best Japanese restaurant so far in Madrid. Food is comparable to top restaurants in Los Angeles.

Tengo que volver a este sitio, ya que sólo entré a tomar un te con una amiga y salimos batiendo palmas. Acompañé el mío con un delicioso Dorayaki, en lo que ha sido uno de mis momentos tiernofrikis más hermosos del otoño (y si no habeis visto nunca doraemon, es que no teneis alma). DIcho sea de paso, un dorayaki de verdad, con su crema de judias dulces, no chocolate, como se hace en algunos sitios para occidentalizar esa delicia.
EL sitio mola un monton, decoracion muy mangaka, y un servicio atento y discreto. Mi instinto me dice que cuando vuelva a cenar, le caerá la quinta estrella

Yo, que aunque me encanta la gastronomía japonesa no soy ninguna experta, suelo asociar restaurante japonés con sushi. Pero aquí no hay sushi (¡vaya!, ¡vaya!). Este es otro tipo de restaurante, basado en las típicas tabernas japonesas. Un mundo nuevo para mí, por lo que tuve que pedir varias veces que me explicaran los platos de la carta, con sus típicos nombres japoneses, porque no me enteraba de nada.
Pero eso no me importó lo más mínimo. Por un lado porque los camareros me lo explicaban todo de mil amores, y por otro porque me encantó tanto el entorno como la comida. Es uno de esos restaurantes donde parece que estás sentado en el suelo, pero en realidad hay un hueco bajo la mesa donde meter las piernas y estar sentado como si fuera una silla normal, mientras ves pasar los pies de los camareros a la altura de tus rodillas.
En cuanto a la comida, muy distinta a lo que estoy acostumbrada, y muy rica. Probamos un bollo relleno de curry, rico, unos langostinos en tempura con salsa picante, muy rico, y un okonomiyaki, que es una locura de ingredientes puestos unos encima de otros, todos sobre una base que es una especie de tortilla de trigo, por buscarle un símil, aunque lo más probable es que no lleve trigo, ni sea una tortilla, ni nada. En fin, el nuestro llevaba algún tipo de carne, lechuga, tallarines, tortilla y salsas varias.
Y, aunque para mí el postre suele ser lo más importante de la comida, no suelo pedirlo en los restaurantes japoneses porque no me suelen gustar, pero, dado que el Hattori no se parecía a los otros restaurantes que conocía, supusimos que los postres tampoco, así que nos aventuramos a pedir un bizcocho de té verde con nata y fresas, y también llevaba un poco de esas judías dulces que abundan en la repostería asiática. Aunque en esta ocasión el postre no fue lo mejor de la cena, estaba bueno y jugoso.
Como curiosidad, preguntamos por el nombre del garito, suponiendo que no tenía nada que ver con el Hattori Hanzo de Kill Bill (sería demasiado friki), y nos dijeron que es un personaje histórico en Japón, un ninja muy conocido, lo que dejó al descubierto nuestra incultura sobre el tema.

¡Han cambiado la carta! Fui hace bastantes meses y muchas de las cosas que tenían han cambiado. Vamos, que si sois de repetir en los sitios, esta es una oportunidad de volver.
Eso sí, he de confesar que la otra carta me gustó más :)
¿Qué tomar? Lo primero que te recomiendan es que pidas algo frío mientras sirven el resto de plantos y, lo siento, pero es mentira. Lo trajeron a la vez. Nosotros tomamos el foi de rape y está muy rico (mejor que el nombre, que es poco apetecible), luego tomamos Okonomiyaki de panceta. No es mi plato favorito, pero está bueno.
Seguimos con el pollo tempurizado, gyozas, la berenjena asada y unos pinchos de carne. Todo muy bueno. Para terminar tomamos unos baos para compartir muy muy buenos.
El sitio me encanta, la comida es buena, el ambiente es agradable, sentarse en el suelo es divertido… pero es carete, 25 € cada uno con una cerveza o dos me parece un poco caro.
Para un capricho sí que mola :)

Un sitio delicioso, donde comer bien y transportarte por unas horas a un auténtico izakaya tradicional.
No vengas a este sitio buscando el típico sushi, sashimi, maki… porque no encontrarás nada de ello (yo no lo sabía hasta que no llegué allí). Este sitio busca ser un lugar ideal para quedar con amigos y charlar animadamente mientras tomamos una cerveza y compartimos algunas raciones.
Junto con las bebidas de aperitivo nos trajeron las edamame, que son vainas de soja hervidas en agua con sal, son uno de los otsumami o snacks ligeros más típicos de las izakaya y combinan a la perfección con una buena cerveza fría.
Para comer pedimos: Ankimo (foie de rape con salsa ponzu y momiji oroshi), el Osaka Okonomiyaki de shiitake y panceta que estaba delicioso, los Kakuni Bao tambien muy recomendables, el Karaage (pollo de corral marinado y tempurizado crujiente en Katakuriko) y el Nasu Miso Dengaku (berenjena asada con aceite de sésamo) que a mí personalmente no me gustó tanto pero que mis acompañantes también disfrutaron.
Y si todo era tan bueno y estaba tan rico por qué no le pongo la quinta estrella? Pues por una sencilla razón, las raciones eran muy pequeñas para el precio que tenían y además tienes que elegir los fines de semana un turno de cena, lo que te hace tener que cenar o a las 20.30 o a las 23.00 que es algo que no me termina de gustar.
Como este año que viene me voy a Japón, ya os contaré las 7 diferencias cuando vaya a un izakaya autentico allí jejeje.

¡Uno de los mejores japos de todo Madrid!
Así, sin más, podría acabar la reseña y lo habría dicho todo. Ha sido sin duda uno de mis mejores descubrimientos en la ciudad.
El lugar está decorado como un auténtico local japonés e, incluso, cuenta con un pedacito de calle que parece traído de allí mismo. Por otro lado, las mesas, que parecen las típicas japones en las que tienes que sentarte en el suelo con las piernas cruzadas, es completamente un trampantojo. Han abierto un hueco en el suelo, bajo la mesa, donde puedes estirar las piernas y sentarte como un occidental.
La carta es una verdadera gozada, pidas lo que pidas vas a acertar. Como recomendación personal te animo a que no pierdas de vista los Takoyaki, Okonomiyaki y el pollo Karaage. G L O R I A B E N D I T A
Ahora bien, como punto negativo hay que destacar que NO tienen sushi. Nada de nada. ¡Cuando lo tengan, Hattori Hanzo será, sin duda, el mejor japo de Madrid!

Deseosa estaba de venir, ante tal aluvión de críticas Unilocaleras tan positivas y para mostrarles a mis amigos un sitio tan molón. Es verdad que cuando entramos en el restaurante andaban un poco despistados pero ese tiempo nos ayudó a apreciar la decoración tan original, ya que nada más entrar tienen mesitas altas rojas con sus farolillos y más adelante se encuentran las izakayas que te impactan porque como que hacer la croqueta para entrar y salir tiene su punto.
Los camareros muy amables nos aconsejaron sobre los platos más típicos e hicimos un mix entre consejos y lo que nos entraba por la vista. Empezare por los platos destacabales, que me encantaron: las gyozas hechas a mano y se nota, estaban crujientes y deliciosas, el tataki de atún simplemente espectacular, mezclabas con un vegetal y mojabas en el punto de salsa con sésamo por encima y un toque citrico sensacional. Ebi tempura o algo así, langostinos tigres crujientes como en gabardina con una salsa rosa picante que estaba de rechupete, todavíà la tengo en mente xD el bollito de arroz con panceta, pepino y una salsa dulce que también se usa para el sushi, muy muy rico también. Y esas albóndigas de pulpo con jengibre tremendisimas, solo volvería por estos platos.
Luego llegaron los 7 samurais que para mi gusto los habría tostado un poco más, el de las albóndigas y pollo con wasabi los más ricos, el resto estaban buenos pero nada destacables. Después los bollitos de arroz al vapor y perrito caliente, gustaron mucho el de tofu y zanahoria, el bollo preñado normalito, y el perrito original con fideos con una salsa rica.
Llego el postre, yo quería dorayaki por hacer guiño al dulce de doraemon pero me decepcionó mucho, era muy dulce y seco, uno con judías rojas, otro con matcha, y otro con algo morado que fue el único que me pareció rico de sabor. Eso sí, el postre de matcha con fresas y mascarpone cuajanudo, rico sabroso y dulce sin pasarse.
La cuenta engordo considerablemente porque lo regamos con varias cerves, cada una a 3,20 € un poco cara aunque fuera kirin porque no llegaba a ser doble, pero un día es un día, eso sí no os olvidéis de tomar un sake de despedida: 5 sakes fueron 7 € servidos muy cukis en cajitas de madera y que entraban la mar de bien. Salimos a 25 € pax, precio calidad correcto aunque podria ser mas barato dependiendo de lo que comas pero sobre todo de lo que bebas. Añadir que los humos y olores que leí en las críticas desaparecieron.

A ver, supongo que en parte las 3 estrellas se las lleva porque iba con las expectativas muy altas, después de haber leído reviews buenísimas y por su campaña de social media en la que se describen a sí mismos sin parar como «la primera izakaya 100% japonesa de España». No me esperaba algo como las izakayas que pude probar en Tokyo ni los mismos precios bajos a miles de kilómetros de Japón, pero sí algo remarcable y no fue el caso.
Reservamos un sábado a las 21:00 en la zona de yatai, unas mesas con una especie de toldo con farolillos, bastante grandes y con asientos sin respaldo. Era la única zona disponible a esa hora un sábado, habiendo reservado el día de antes. Estaba totalmente lleno y sin reserva parecía imposible cenar. La decoración es bastante chula y está muy cuidada y conseguida. Como pega, los asientos del yatai no eran muy cómodos y la luz era completamente roja por lo que hacer fotos se complicaba bastante. Creo que otras zonas pueden ser mejores.
Lo primero que no me gustó nada es que no tuvieran carta de bebidas. Se supone que en las izakayas la bebida tiene un papel bastante importante, y allí no sabíamos qué cervezas tenían, qué vinos/​sake, los precios… Me parece un fallo importante, porque además te preguntan directamente qué quieres beber, sin explicar nada. Nosotros habíamos mirado la carta que tenían puesta en su web y sabíamos que tenían las cervezas típicas pero nada más. Acabamos pidiendo dos Sapporo (de lata, 500ml). Al menos de aperitivo nos trajeron unas edamame muy ricas y los dos camareros que nos atendían eran muy amables.
Para comer elegimos un bollo de pan al vapor cada uno, el nikuman (carne, gambas y seta shitake. karashi y soja) y el kakuniman (con panceta marinada, pepino y salsa especiada), muy ricos aunque no tanto como otros que he probado en Madrid, y el plato de brochetas «los 7 samurais», que trae las 7 más baratas de la carta para probar. Las sirven con un cuenco de arroz un poco especiado. Estaban más o menos buenas, algunas un poco insípidas y otras algo mejor como la de berenjena o la de yakitori de pollo. La de solomillo de pollo con raiz de wasabi estaba buena pero porque sabía sólo a wasabi y a mí me encanta, y las albóndigas de pollo con ralladura de yuzu estaban bien pero súper secas.
La cuenta, con las dos Sapporo, salió a 33 € y pico. Nos chocó que las cervezas costaban 4.50 € cada una, mientras que el precio que tienen listado en su web es más bajo. Con todo el esfuerzo que parecen poner en su presencia online no me parece un buen detalle, sobre todo porque no tenían carta de bebidas en el restaurante. En conjunto está bien y si no hubiese ido al sitio totalmente «hypeada» igual le pondría 4 estrellas.
Ahora me queda probar la nueva pastelería Panda que han abierto en el mismo sitio y que abre por las tardes y que creo que me va a gustar mucho más, aunque sea sólo por lo muchísimo que me gustan los dorayakis y la escasez de ellos que hay en Madrid.

Suscribo punto por punto lo que dice Carmen F. en su reseña y además voy a añadir lo siguiente:
1– Hay que mejorar la ventilación. Hace tiempo que estuve y espero que hay cambiado.
2– La gente que te atiende es muy atenta y paciente, punto para ellos.
3– Te sorprenderá la comida, no encontrarás sushi, ni falta que hace.
4– Nosotros nos dejamos llevar y la cuenta fue más de cerveza que de comida xD. Aunque no era cara, al contario, la comida me pareció asequible.
5– El punto negativo. Bajo mi punto de vista, el orden en que nos sirvieron los platos fue un poco desastre la verdad y nos llegó todo antes que los onigiris, hubiera agradecido que el orden fuera al contrario. Primero las brochetas, gyozas, okonomiyaki, anko no kimo… Aunque, igual el orden es así

¡Qué bueno todo, por favor! Ha pasado a ser parte de mi Top 10 restaurantes. Todo buenísimo y cada plato estaba incluso mejor que el anterior.
Fui con una amiga enamorada del mundo japonés y me explicó que en Japón la gente come en el suelo, de rodillas y como en España no estamos acostumbrados (los japoneses no hacen sobremesa, claro) pues por eso en la sala de la derecha han puesto como un falso suelo, una tarima elevada con huecos bajo la mesa para poder sentarte y comer tranquilamente, ¡muy curioso!
Me dejé aconsejar y todo estaba delicioso. El trato fue estupendo también y aprovecho para comentaros lo que nos contó el camarero: aparte de que están trabajando para operativizar la página web cuanto antes a partir de mayo habrá novedades en el restaurante del tipo de planchas en las que te cocinan los alimentos en el momento, en tu propia mesa y también planean añadir más postres caseros japoneses.
Habrá que volver a probarlo… o antes también.

Mi opinión sobre este restaurante es clara: es la comida japonesa más auténtica que he comido.
Ojo, que no es que yo sea la persona con más bagaje en lo que gastronomía del país del sol naciente se refiera, pero bueno, soy de buen comer.
No te esperes el típico restaurante más tirando a asiático que japonés. Aquí, desde la decoración, a la atención de los camareros y el menú, te transportan a Japón. Y es que lo primero que te va a llamar la atención es la posición de las mesas y las sillas, encajadas y con el suelo sobreelevado, de maneras que los camareros se tienen que agachar para atenderte. Muy curioso, la verdad.
Lo que más me gustó de lo que pedimos fueron los langostinos en tempura con salsa picante. Estaban brutales de verdad. El bollo de pan al vapor relleno de curry estaba un pelín soso y la tempura de pollo estaba rica, aunque no me sorprendió en exceso.
Mención aparte merece una especie de tortilla bailaora rellena de fideos carne y múltiples cosas y salsas que nos dejó ojipláticos y muy llenos. Según nos contaron, es un plato tremendamente popular en Japón. Si lo pides entenderás por qué.
El precio, unos 50 € la pareja. Algo alto, pero muchacho, estás en el centro de Madrid comiendo gastronomía auténticamente japonesa. Es lo que tiene.

Llevaba meses intentando ir a Hattori Hanzo, pero por una razón u otra, nunca encontraba el momento. Por fin, reservamos mesa (con una semana de antelación) y fuimos a cenar.
La atención fue extraordinaria, y eso que estaban hasta arriba. Nos sentaron enseguida y nos trajeron las bebidas (cerveza japonesa, claro). De todo lo que pedimos, nos sorprendió gratamente el foie de rape, que impresiona por su sabor. También nos encantó el Kakuniman, un bollito japonés al vapor relleno de panceta y pepino. ¡Nos gustó tanto que repetimos! Como era la primera vez que íbamos, pedimos Los 7 samuráis para probar diferentes brochetas. ¡A cada cual más rica! Buena idea si no sabes muy bien qué pedir y quieres probarlo todo. De postre, por supuesto, unos Dorayakis. ¡Tenía antojo desde que era pequeña! (cosas de criarse viendo Doraemon).
No vayas pensando que encontrarás sushi ni ramen ni udon ni nada parecido. Aquí encontrarás tapas, tapas japonesas típicas de taberna, muy ricas y sorprendentes. ¡Recomendadísimo!

We just stumbled across this restaurant and loved the friendly service, good food and friendly athmosphere.