Solo he comido aquí una vez, pero me encantó el hecho de que fuese un sitio de lo más normal, un clásico de cualquier barrio castizo de Madrid y a eso le sumo una muy buena calidad de los platos de toda la vida a unos precios muy razonables como croquetas, guisos, alguna carne y pescado… El dueño es el cocinero y te aconseja muy bien qué pedir, yo no elegí nada, mi madre que es más escéptica no le hizo mucho caso y al final le gustó más lo que yo pedí, ya sabemos que a las madres les encanta meter la cuchara en todos los platos que haya en la mesa, jeje… y hacen pero que muy bien!