Bar El Automático

Servicio nefasto. La comida es decente. No aceptan tarjeta. Si teneis paciencia y aguantáis los malos modos de los camareros, no esta mal.

El Automático es de mis preferidos de lo que es llamado «El paseo marítimo de Lavapiés». Me gusta mucho ir por la semana porque está más tranquilo la verdad. Argumosa, sin lugar a dudas, se ha convertido en una de las calles más interesantes en cuanto a comer y disfrutar del barrio. En cuanto sale el sol, las terrazas crecen como setas.
En el Automático me mola que tienen unas cazuelitas que son perfectas para compartir con otra persona y pedir unas cuantas. Migas, brandada de bacalao que es mi favorita, salmorejo y ensaladilla rusa, por ejemplo son estupendas. Luego tienen platos del día, guisos, raciones… un poco de todo. Esas cazuelitas son como 2,50 cada una y al final te sale estupendo de precio!
No es que sean los camareros más majos de Lavapiés la verdad pero el bar me gusta y la comida está muy rica :)

Argumosa suele ser una de las calles de Madrid por la que me dejo caer sólo cuando hace buen tiempo y están puestas las terrazas. Si no, poco o nada visito sus locales, y eso que me pilla al lado de casa, pero yo soy más de espacios abiertos y la amplitud de los negocios no suele ser muy de mi gusto.
Esta vez habíamos quedado para tomar algo por Lavapíes y aunque yo hubiera propuesto otro sitio, al final me dejé convencer para venir hasta aquí.
El local ya lo conocía de otra ocasión en la que la falta de mesas en la calle me hicieron quedarme en su interior.
El Automático es el típico bar cuyo estilismo y decoración tuvieron épocas mejores, cayó en decadencia, y ahora que se vuelve a llevar la decadencia, es el más moderno de todos.
El lugar no es demasiado amplio, con varias mesas con sillas bajas y bancos corridos en la pared y una larga barra con unos taburetes altos que tienen su gracia.
Al llegar, y como había algo de hambre, pedimos dos de sus famosos platos para compartir, unas croquetas y un plato de migas, que para cenar no sé yo si estuvo muy acertado.
Las croquetas buenas, aunque nada del otro mundo, pero al menos se nota que son caseras y no congeladas.
En cuanto a las migas, extremeñas por el toque de pimentón, me parecieron muy sabrosas aunque tras varias cucharadas opté por dejarlas ya que su alto contenido graso iban a provocarme una noche movidita.

Se pierde su buena colocación y ambiente por el despectivo trato de su camarero. Una lástima, en tanto perduran pocos locales como este.

En mis años de facultad venía casi todas las tardes a este bar de puertas azul celeste. Ahora vengo menos, pero me siguen gustando sus sillas de playa sobre las baldosas de bar antiguo y su servicio sin pretensiones.
Las croquetas, algo que siempre suele apetecerme, están muy buenas y la ensaladilla rusa parece que la haya hecho un amigo que te aprecia, es decir, está mejor que buena. Las migas y los lomitos al cabrales tampoco le andan a la zaga, con lo que casi siempre me apetece venir aquí cuando estoy por la zona. Sin embargo, es un lugar con bastante éxito y, en consecuencia, suele estar bastante lleno, con lo que no siempre consigo mi objetivo. Cuentan también, como la mayoría de negocios de la calle Argumosa, con una terraza bastante cotizada.

Solo lo piso una vez cada año, después del «Ciencia en Redes» porque allí fue el primer «Beers For Science Forum» y siempre tengo buenos recuerdos y conversaciones en ese sitio.
Si, ya, Txema, ¿y los que no tenemos esos recuerdos bonitos qué? Pues os voy a decir solo una palabra: sal-​mo-​re-​jo. Espectacular por calidad y cantidad y con un vermú de grifo en la terraza eso ya es gloria bendita.
Si no te gusta el salmorejo tienes otras opciones como pasteles salados y tostas que no desmerecen nada.

Suele ser la primera parada que hacemos en nuestras rutas por los bares del barrio; ya nadie recuerda a qué se debe esto, pero ayuda mucho quedar siempre en el mismo sitio porque la gente tiende a perderse por estas calles si no llevan un líder fuerte, es decir, yo.
Casi siempre está hasta las trancas de gente, así que agradecimos que cayesen chuzos de punta y que esté todo el mundo en los centros comerciales comprando más caro de lo que comprarían dentro de 2 días todas esas cosas que no necesitan; vamos, que nos sentamos bien holgaditos, al menos hasta que vino otro grupo que quiso hacer Tetris con nosotros, pero esa es otra historia.
Pedimos unos vinos, unas cañas, unos refrescos… En este apartado nada reseñable. Para picotear pedimos unas croquetas, que tienen buena fama, y también unas migas. Las croquetas me parecieron normales tirando a buenas, aunque tocábamos a media cada uno y tampoco se puede hacer una valoración sensata así; sin embargo las migas me gustaron y eso es raro, porque a mí no me gustan nada las migas y recuerdo escenas muy escatológicas de pequeño en casa de mis padres con ellas que ahora no os voy a contar porque es horario infantil, pero vaya: que me las comí gustoso, que no estaban ni mucho menos tan grasientas como en otras partes donde las he visto, y que incluso ese toquecito de pimiento que llevan no me sentó mal como es habitual, así que no puedo más que alabar su receta.
En cuanto al local per se, la verdad es que yo no lo destacaría por nada porque, si os soy sincero, a pesar de haber estado varias veces en él solamente recuerdo algún cartel de alguna película antigua, pero nada que me haya marcado suficientemente. Bueno, sí, la aparente distancia del personal que atiende, no ya con los atendidos sino entre ellos; pero oye, mientras las migas me gusten como me gustaron ayer…

Este fue el segundo sitio que pisamos en una noChe larga. muy larga jajjaja
Teníamos hambre y después del concierto que fuimos teníamos que cargar baterías, nos encaminamos a Lavapiés, y con tantas opciones por allí es un tanto difícil elegir cual, pero ya hace rato paso por aquí y bueno me da ganas de uno o el otro. Así que entramos a Bar Automático. Ordenaos algo de tomar y queríamos picar algo aparte de las olivas que siempre dan en cualquier lugar. Lacamarera nos dijo que la cocina ya estaba cerrada. Pero al rato vuelve y dijo que si, que os podía sacar algo de allí. Contentas nosotras, ordenamos miga. Lo que es es eso, miga, pero con aceite de oliva y jamón o chorizo, el nuestro tenia chorizo y estaba «to die for» riquísimo!
No quieran saber cuanto aceite va en ello, parece que much pero el sabor te hace olvidar ese pequeño detalle:)
La pasamos muy bien!

Siempre me ha encantado El Automático, de mis bares favoritos de Lavapiés, y especialmente de Argumosa. Junto con La Revuelta, tiene un aire y un estilo que los demás no tienen, especialmente el interior. A mí me gusta todo: la decoración, la música, el público… y sobre todo las croquetas. ¡Ñam! Están riquísimas.
Se llevarían cuatro estrellas de no ser porque sí, hay veces que los camareros no sé si tienen un mal día o un malísimo día. Viví durante bastante tiempo en Lavapiés y era uno de los habituales, pero creo que jamás me sonrieron ni una sola vez. No sé si es que va con el cargo o qué, porque vaya pena dejar que tus clientes se vayan con semejante mal sabor de boca, yo no lo entiendo.
Eso sí, cuando pides cañitas la tapa suelen ser unas aceitunas majadas que están (casi) tan ricas como las del pueblo de mi padre.

It’s a shame about El Automático. It’s a cool, funky little spot in the great, diverse, hip neighborhood of Lavapies, and the food is pretty good– I like the salmorejo con bacalao (andalusian tomato soup with smoked cod!) and the cañas (little beer) are cold and fresh. But the waitstaff-​bartenders are the pits. Seriously, they need attitude adjustments in a big way. And it’s always the same people behind the bar! I’ve always assumed that when the staff are rude and dismissive they are unhappy with the management, are having a bad day or something like that, but these are the same miserable lot every time we’ve popped in for a visit. They just won’t quit. They revel in what appears to be self-​imposed misery. And, yes, we are stubborn, we keep giving it a chance because their menu is different from the traditional Spanish bar, we like the décor, the beers, the people watching and my husband and I went there on our first date. But the staff! Please, if you choose to brave this popular haunt, best just ignore the jerk that pours your beer with a sneer and not take it AT ALL personally.

Hace ya unos cuantos años que abrió este garito en mi calle favorita de Lavapiés, así que ya se puede considerar un clásico. Su decoración colorida y veraniega nos traslada al Hollywood de los años 50, aunque su ambiente moderno, alternativo y radical nos trae de vuelta de inmediato al barrio más cañero de Madrid. Aquí puedes tomar unos vinos o unas cañas, pero también unas ricas y variadas tapas, como en casi todos los locales de esta transitada calle. Si salimos al exterior, su terraza casi se confunde con las vecinas, y es que cuando llega la primavera y el buen tiempo la calle Argumosa se convierte en un continuo peregrinar de gente en busca de una mesa libre. Si encuentras una en esta terraza, genial, pero si la encuentras en las vecinas te da igual…

Conocí este bar un día que un amigo prometió que aquí me iban a gustar las croquetas sí o sí. Desde el principio me gustó el lugar a pesar de que tuve que pedir las croquetas por la presión de mi molesto amigo.
El Automático es un bar pequeño, no más de 10 mesas y alguna sillas altas en la barra. La música es buena y el ambiente también. Muchos jóvenes, trendys, intelectuales de banqueta, músicos, un poco de todo. Normalmente está lleno por las noches y en verano cuenta con una gran terraza, muy recomendable.
Al final mi amigo fracasó, no consiguió enamorarme de las croquetas de El Automático, pero no es culpa del bar o de la persona que las prepara, simplemente nunca me ha gustado ni me gustará este tradicional plato. Para toda la gente normal seguramente que les encantaran como a mi amigo y a mucha gente.
Yo a pesar de no pedir las croquetas sigo pasando tardes y noches en EL Automático.
Recomiendo ampliamente el bar para beber algo y descansar después de una larga mañana recorriendo el Museo Reina Sofía.

Un local mítico del tapeo por Lavapiés. Es barato y se come bien, las raciones están bien tanto de cantidad como de precio. Yo estuve en verano y, quizás porque estaban mis liados o lo que fuera, tardaron más de la cuenta en servirnos la comida.
Probé sus famosas croquetas y también su ensaladilla, todo muy rico. Recomendable, pero no un fin de semana.

Quiso el destino que en mis madrileñas investigaciones cayese por este local sobre la hora de comer, Como venia de visitar las mil y unas pastelerías me dio por pedir algo salado.
Yo JAMAS pido croquetas en un bar, no se es algo que tengo clavado, quizás por que conozco a demasiadas madres que hacen unas croquetas cojonudas como para llegar a un local donde me claven una pasta por una croqueta mediocre.
Pero el caso es que aquí si que me dio por pedirlas, sentado en la barra, no por que estuviese lleno, mas bien no había nadie. Pero para mi pues tan solo era un alto en el camino en el que beber una cerveza y comer algo salado, harto ya de tanto dulce.
Y «Ohhhh» bendito croqueto mayor, que me diste a conocer estas, tus creaciones.
Probadlas y creeréis como yo ahora creo! (Resuena un coro angelical de fondo y se cierra el telon, fin del alcto 3)

Lo malo de este local es que hay que sacar la automática para conseguir sitio. Si logras un hueco hay que pedir su especialidad: Las croquetas del automático.
Existe un duelo en Lavapiés entre dos tribus urbanas. Los croqueteros del Melos y los supercroqueteros del automático. Si los pusiésemos a bailar podríamos montar un musical tipo west side history. Si te pasas por ambos sitios comprobarás el símil. Los del automático siempre se han llevado los Goya al mejor vestuario.
He de reconocer que en los últimos años me satura un poco. Todo el mundo es superbohemio, supermoderno y no olvidan supervitaminarse y supermineralizarse. Son los superratones de argumosa.
En cualquier caso, hay que ir. Nunca sabes donde puedes encontrar a tu media croqueta