El Amparo

Es un buen lugar como para ir a ejercitar la paciencia.
Fui un sábado por la noche, no estaba colmada la capacidad del local ni mucho menos, y tuve que esperar más de 1hs y media para comer. Lo peor del caso fue la excusa del mozo: que yo no podía pretender que él dejara de hacer la comida de los demás para que preparara lo que yo quería (si, él hace de mozo, cocinero, dueño).
Había un espectáculo de stand up a la gorra, lo cual ayudó a matizar la espera. El local esta bien puesto y cuenta con un patio cervecero. La comida (una picada caliente con bastones de mozarella, rabas, papas fritas y aros de cebolla) estaba rica, toda en su punto y casera. Pero con semejante demora y, principalmente, excusas, no dan ganas de volver

Casi todos los días paso por enfrente y siempre me intrigó conocerlo, una vez que encontré la excusa perfecta para ir puedo decir esto:
Por fuera: promete y mucho. Gran nombre. Toda la onda de una casona vieja con decoraciones y detalles coloridos.
Por dentro: suena al palo folclore, el mobiliario es del tipo que odio, esas típicas mesas y sillas de madera muy incómodas. También para ir al patio hay que atravesar un salón lleno de cajones de cerveza y de un sillón que seguro tiene más historias que contar que Coppola y Bambino juntos.
Ah, y una amiga que fue al baño nos contó que para trabar la puerta hay que doblar un papel y trabarla, los detalles, gente, los detalles…
El patio: de por si un patiecito y más en esta zona cotiza en oro, sin embargo este está un poco descuidado, acá el mobiliario tiene como despojos (buena, vocabulario) de caca de paloma, si, y los decks están por ahí mal acomodados y dificulta o hasta hace peligroso transitar los, onda la misma moza casi se cae.
La atención: relajada, muy relajada, relajadísima, es decir, no demora ni es mala pero te tratan casi como una tía a su sobrino medio chanta, OJO, lo cuál no es malo per sé, simplemente llama la atención.
El producto: en este caso había mucho menú con lechón, merluza o rabas lo cual para alguien a quien no le gustan como a mí me acotó a sólo una opción: milanesa con fritas, pero eso si, la mejor milanesa que comí en mucho tiempo, no grasosa, finita, como debe ser.
El precio: más que razonable por la relación calidad-​cantidad. Puntualmente dos cocas grandes y 5 platos que pedimos por $ 315.
Conclusión: recomendado.

El espacio es una vieja casona, el patio en verano debe ser muy cómodo. La noche que fuimos había show de stand up, los chicos eran bien amateur, aunque algunos hacían reír. La entrada del espectáculo era a la gorra. La carta es bastante tradicional, aunque con algunas notas originales. Pedimos una picada caliente: rabas, aros de cebolla, pan casero, bastones de muzarella y papas fritas. La comida era sabrosa, la presentación podría haber sido mejor. las papas fritas eran bien caseras, el pan muy rico y las rabas en el punto justo. sin embargo fallaron en algo fundamental: la atención. El tiempo de espera de la comida fue de 1 hora y 45 minutos! comimos a la una de la mañana. Mientras el encargado hace de cocinero, mozo y barman, la moza se sienta a mirar el espectáculo. Las explicaciones fueron que tienen pocos empleados, así que la tardanza es una cosa habitual. Yo no vuelvo, sobretodo por la moza maleducada y las excusas patéticas

Bitácora del caminante y la noche de las narices rojas!
Si hay algo que disfruto mucho es de salir a cenar y que de sopetón y sin planearlo veamos alguna obrita de teatro independiente, en esas tantas noches de salidas con amigos nos decidimos salir a caminar sin destino alguno y entrar en el primer lugar que nos sugiera algo, es así como no muy alejado de casa existe una casona de principios de siglo XX pintada de modo muy ´hippon´, con colores brillantes y carteles que prometen un lugar repleto de buena energía y buenos precios, es así como nos dejamos seducir por esta fachada colorida y al sentarnos oh sorpresa! Nos informan que en breve comenzaba una varieté clown, eventos que son muy comunes en la ciudad, unas especies de obritas de teatro un tanto improvisadas de payasos, es asi como hicimos nuestro pedido y quedamos muy atentos para disfrutar de nuestra buena suerte, debo decir que si bien la carta no tiene novedades en cuanto a comida se trata, pizzas empanadas, cervezas vinos y cosas comunes, la obra estuvo fantástica, llena de risas y de un humor muy ácido, pasamos una noche fantástica en este lugar!

No es nada nuevo ni destacable un bar que tiene una onda artística. Hoy en día, son casi todos así. Pero un bar que realmente apoya la comunidad artística de una ciudad, disponiendo de un espacio para que los artistas puedan exhibir sus obras, eso es algo fresco y admirable.
El Amparo es un bar y restaurante con el propósito de ayudar a los artistas de Córdoba, dándoles un espacio para mostrar lo que hacen. Al entrar, se nota la dedicación y el amor que tiene el lugar para el arte. Las paredes están llenas de obras, y hasta las mesas tienen diseños hechos por artistas locales.
Y El Amparo va un paso más allá que solamente ofrecer un espacio de exposición: si te gusta lo que ves en las paredes, andá al bar y podés ver todas las obras del artista. Todos los artistas con obras en el restaurante dejan un portfolio de su trabajo en el bar para que la gente pueda ver para comprar o lo que sea.
A parte del arte, El Amparo tiene mucho para ofrecer. Tiene comidas buenísimas como pizzas, picadas, lomos, hamburguesas, y más, todo con un estilo propio. Vende vino, cerveza, fernet, y otros tragos. Los empleados son muy amables y copados, con ganas de difundir la buena onda.

Decir un patio cervecero en pleno centro, te transporta directo y sin escala hasta El Amparo. El lugar, te recibe con llamativos y coloridos graffitis en su entrada. Tras recorrer un pasillo angosto, llegás al salón principal. Los colores siguen vivos incluso en las mesas de madera intervenidas por artistas locales. Además es el lugar elegido para hacer exposiciones de cuadros. En estos días por ejemplo, se encuentra en exposición la obra de Juan Tardivo, pintor de Río Cuarto y si te gusta lo que hace, podés pedir en la barra el portafolio del artista y conocer su obra completa.
Y si seguimos el recorrido, pegado al salón principal hay un salón vacío que te conduce al patio: un paraíso veraniego y espacio exclusivo de los fumadores en invierno.
El horario es un tanto irregular. Muchas veces fui segura de que lo encontraría abierto y estaba cerrado. Pero más allá de eso y en principio, en el lugar podés cumplir con tres de las cuatro comidas: desayunar, almorzar y cenar.
Los fines de semana El Amparo tiene más convocatoria. Tocan bandas y se organizan ciclos de stand up. En ese marco, podés festejar por ejemplo tu cumpleaños y asegurarte un buen momento para vos y tus amigos.