Que un local de tapas, sin estar en una zona de moda te sorprenda cada vez que vas es un lujo. Una amiga que trabaja cerca de alli nos llevó hace unos meses atraídos por sus contundentes tapas y bajos precios. No se equivocaba. El clima no es el de un garito de moda, es un bar de toda la vida, de esos que si trasladaras a otro pais, inmediatamente lo catalogarían como con encanto. Así son también sus camareras, majisimas, atentas y serviciales. Pero, volvamos a la comida. Os comentaba que cada vez que voy me sorprende, pues bien, en mi última visita di un paso más y probé una de sus nuevas hamburguesas. Cuando la vi me quede alucinado. Me tome unos minutos para pensar como atacar a esa enormidad. Un ataque envolvente, una pequeñ lluvia de misiles antes de hincarle el diente, tactica de la indiferencia… Como no sabia muy bien como empezar, acudí a mi smartphone y busqué el fragmento de ‘El arte de la guerra’ de Tsun Tsu que me inspirara más. Me disponía al ataque cuando pude contemplar un OVNI en forma de hamburguesa que se trasladaba a la mesa de enfrente. Un bocadillo gigantesco, más propio de crónicas carnivoras. Me quedé alucinado. No obstante, las apariencias podian engañar y no me tenía que dejar llevar por la enormidad. Ataque y… resultado optimo. No sólo enamoró a mi vista, sino que también lo hizo con mis papilas gustativas. A duras penas nos pudimos acabar las tapas, pero dejamos un hueco para sus postres caseros. Yo soy partidario de la pannacota. Muy buena. De precio. Esa será la última sorpresa. Muy económico. Vale la pena