El Redolí

Quedamos para comer 5 amigos para quedar bien y quedamos fatal, nos intentaron estafar con el precio, la comida fatal quedaron 2 platos sin tocar y el servicio y trato malísimo por parte de la camarera que nos cobro por el resto perfecto, hemos sido clientes habituales, pero que no nos esperen mas.

Después de un agradable paseo en barco por la albufera, comimos paella de marisco para tres, dos all y pobre para chuparse los dedos, mejillones, calamarcitos, dos tartas estupendas, dos cafés y bebidas. Total 100 €; barco 20 € para 5 que fuimos en domingo. Mas que satisfechos, pues las raciones son generosas. El arroz hecho a la leña estaba muy bueno. Todo fantástico. También tenia un menú a 18 € que incluía arroz.

Para llegar al Palmar hay que pasar la Albufera, entrar en una vía de servicio y seguirla un rato. El Redolí (me encanta el nombre :D) tiene la ventaja de disponer de aparcamiento propio, aunque uno de esos domingos soleados en los que todos no echamos a la calle, buscando la playa o la luz de la albufera, puede llegar a quedarse pequeño.
Si ese mismo domingo te atreves a cruzar el pueblo y entrar hasta aquí con el coche… nadie te asegura que puedas salir. Mucha gente de la zona se acerca para comerse un arroz de cualquier tipo: a banda, caldós, paella, fideuá…Este local se llena porque tiene muy buena fama. Es grande, tiene varias salas y, aunque es cierto que la cocina es muy buena, yo le reprocharía no tener aseos para asumir la presencia de tanta gente, sobre todo de tantas mujeres cuando llegas con un autobús de turistas.
El local, aunque ha sido reformando, da una imagen total de retrosetentero, y al ser tan grande y reunir a tanta gente, es también algo bullicioso. Esa puede ser la lectura mala, la buena es que debe tanta afluencia a su buena fama. Más puntos a su favor; un zona de juegos para niños en el exterior y un embarcadero propio desde donde salir a dar un paseo por la albufera.
Que nadie de los que normalmente se marea en barco se preocupe. La albufera es como un lago, el agua es salada pero no es mar abierta. El riesgo de marearse en realidad es ninguno.

La cocina de este restaurante de El Palmar es fabulosa, en la media de la zona… pero que a nadie le quepa ninguna duda de cómo hacen sus arroces: ¡a leña! Es magnífico, sobre todo para el visitante foráneo, comprobar como la tradición milenaria de este plato perdura, ya que el cliente tiene la oportunidad de asistir a la preparación de su elección en unos paelleros anejos al edificio principal. Relación calidad precio muy aceptable.
Además de contar con aparcamiento propio para clientes, el local tiene un gran espacio para el recreo de los niños, columpios incluidos, y una tradicional barraca para quien la quiera visitar. También cuenta con un embarcadero propio, para, si te apetece, reservar mesa, encargar la paella que más te apetezca, y mientras te la cocinan, disfrutar de un paseo en barca por el verdadero pulmón de la ciudad de Valencia: la Albufera.