Pequeño establecimiento de barrio con concepto artesano y tradicional, muy hecho a suplir entre su clientela lo mucho que dejan desear los servicios de grandes superficies. Tienen tienda y taller de corte en el propio bajo y es aquí donde atienden parsimoniosamente los pedidos y sorprende bastante lo avezados que están en cuanto a encargos de sesgo moderno(fruto seguramente de la demanda reformista de todo el casco antiguo) a fin de surtir nuestros pisos y viviendas de carácter actualizado. Por otra parte, en estos pisos ya vetustos, se hacen imprescindibles profesionales del apaño que cuenten con experiencia en torno a nuestros puntillosos y viejunos hábitats, por lo que, en cuanto a cristalería se refiere, es necesario contar con un buen asesoramiento. Te atienden bien, con el trato irremediablemente personalizado del tú a tú y, aunque resultan un tanto lagunosos(o demasiado parsimoniosos) en el diálogo, sirven a tiempo sus pedidos. Los precios, aunque se deducen de su trabajo casi artesano, son cabales.