Puerta Caleta

La comida es buena y la atención parece haber mejorado si miro otras reseñas pero a mí me resulta caro. No me convence la relación calidad/​precio.

El dia que fui a probar la comida de Puerta Caleta deciros que no me llamo mucho la atencion. La comida la considere buena pero nada del otro mundo al igual que su calidad. El personal no los vi a la altura de las circustancias en cuanto el trato con el cliente. Calidad-​precio no corresponde a mi parecer. El local no esta mal destacando su entrada. Hay sitios mejores.

Puerta Caleta es un bar de tapas, tradicional y un poco diferente a los demás.
En la carta intentan poner tapas originales, pero no son muchas entre las que elegir, y sobre todo hay más bien platos. El ambiente del lugar es tranquilo y familiar, aunque las dos veces que he ido he estado en la terraza, y no conozco el interior. Nosotros probamos la ensaladilla que está rica, y también las croquetas, que aunque están sabrosas, no son mis favoritas. Y además, también tomamos flamenquín, que estaba muy rico.
Aunque yo he empezado a ir porque me lo recomendaron, la atención que he recibido las dos veces, no ha sido excelente, creo que se podría mejorar. Por otro lado, algunos precios creo que son un poco elevados, porque lo que, aunque la comida está buena, no llega a ser uno de mis sitios favoritos. Aún así, es un sitio normal y recomendable para tapear por la zona de Viapol.
La zona de veladores es amplia y cómoda, así que en esta época está genial para tomarte unas cervecitas o copa de vino, que también tienen buenos caldos.

La verdad es que con un nombre tan gaditano y teniendo piedra ostionera como decoración en la fachada uno espera acudir a un sitio de pescaito y marinero. Pero no. Lo que nos encontramos es un sitio con una carta variada y en muchos casos sorprendente para el clásico y tradicional bar de tapas y raciones de los alrededores.
El aparcamiento por la zona está regulado por zona azul, así que se puede encontrar relativamente fácil dónde aparcar (a parte de metro, buses, metrocentro…). Nosotros nos quedamos en los veladores de la acera, por lo que no llegamos a entrar al local, pero en fechas pre-​estivales es bueno saber que allí, a la hora de comer, da la sombra y se está estupendamente. En pleno verano es que ni con sombra, métete dentro si no quieres que te dé un faratute.
Nosotros pedimos yuca con tres salsas (rosa, alioli y curri), por 3,50 te ponen un buen cuenco de chips de yuca que no dejarás de mojar ora aquí ora allí hasta acabarlas. Luego tomamos un pan con salmorejo y bacalao que realmente estaba delicioso, el sabor del pescado se encontraba muy bien entre algo a priori tan potente como un salmorejo.
El lagartito (tiritas de ibérico a la plancha) con patatas fritas y mojo fue lo que no estuvo a la altura de lo demás al estar demasiado pasado de plancha y con un mojo con poco sabor.
Pero sin duda lo que fue un auténtico descubrimiento fueron esas croquetas de rabo de toro. Simplemente impresionantes. Crocantes por fuera y untuosas por dentro, la crema tenía el punto justo de sabor de un guiso tan potente como el de rabo de toro.
De postre rematamos con un «goloso de chocolate» que viene a ser una especie de brownie con toffee y nata.
Todo, más cervezas, refrescos y cafés a discreción, por 40 euros.
El servicio más atento y rápido no pudo ser, lo cual también suma. Resta en cambio la limpieza de platos y cubiertos con las típicas manchas blanquecinas de lavado de máquina. En tu casa vale, pero cuando sales…
En cualquier caso pienso repetir la experiencia porque se nos quedaron muchas cosas por probar que pedían a gritos una cata.
PD Ah! y por último, el ir allí fue gracias a la publi que ví del local en Unilocal.Así que si alguien se pregunta si anunciarse en Unilocal es efectivo, bueno… pues sí ¡y qué gran acierto! ;)

¿Por qué no vamos hoy a comer empanadillas de txangurro y un carpaccio del bueno. Es la pregunta que siempre me hace Janine antes de un buen tapeo en el Puerta Caleta.
Mi mujer es una adicta al carpaccio, por lo que desde que mi amigo Miguel nos habló de este sitio, ya no hemos podido dejar de ir. Según mi mujer, «el carpa» aquí está «pa chuparse los deos». Por mi parte yo lo que no perdono son las empanadillas de txangurro, que confieso que no tenía ni idea de qué eran… es más, sigo sin saber muy bien de qué son (algo de marisco o así)… ¡pero me encantan! Los panes de la casa también caen de vez en cuando, depende de cómo nos pille.
Pa completar, no nos podemos resistir a pedir un buen solomillo de buey troceadito para compartir (somos carnívoros totales). Yo casi siempre tomo cerveza, pero a veces, si vamos 5 ó 6 amigos, pedimos una botellita de vino tinto.
Lo único malo que le encuentro a este sitio es la dificultad para aparcar cerca. Suele ser un coñazo, cada vez que vamos en coche, por lo que casi siempre decidimos ir en moto o en taxi… si la noche se prevé larga y marchosa.
En cualquier caso el sitio es muy acogedor y la decoración muy original. Llama mucho la atención las fotografías distribuidas por todo el local, destacando las de África. Un día no me pude resistir y le pregunté uno de los camareros (típicos de toda la vida, con camisa blanca y corbata) el por qué de esas fotos y me comentó que el dueño era muy aficionado a los viajes exóticos y que prácticamente todas las había hecho él. …Me quedé boquiabierto «del tó»… qué envidia me dio…

Lo primero que me sorprendió de este restaurante fue su fachada. Era como estar frente a la puerta de un castillo histórico en plena la zona de Viapol, y aunque no lo fuera en realidad, lo cierto es que se come como reyes.
Por dentro se respira un ambiente tradicional andaluz, pero con una decoración atípica a la vez, con más de 150 fotografías de escenas y rostros de los cinco continentes del mundo, distribuidas a lo largo de las tres zonas diferenciadas que tiene el restaurante, con capacidad para cerca de cien comensales.
Llama la atención la primera de ellas, donde está la barra cuando entras, porque te sientes como en un rincón de Andalucía, pero rodeado de leones, leopardos, tigres y otros animales de la selva africana colgando de las paredes. Un ambiente curioso, con una decoración informal, pero a la vez elegante y acogedora.
La carta ofrece, principalmente, platos caseros andaluces con un toque personal de la casa y están muy bien elaborados. Especialidades como flamenquines, empanadillas, solomillos al cabraleso, panes con jamón, entre otros.
Y para los que prefieren picar algo en la barra, la tapa estrella del lugar: Crepinetas de salmón con una buena copa de vino auténtico español. Una buena elección para celebrar comidas de negocios, quedar con amigos o con la familia.
Precio medio de tapas: 2,30 € Raciones: 12 €