Piolindo

Me gusta el Piolindo porque igual puedes ir a tomarte un refresco como pedir un pollo, aunque debo reconocer que este último servicio nunca lo he usado porque conociendo otros establecimientos cercanos que lo hacen riquísimo no me he querido arriesgar. Pero si me gusta el ambientillo y el olor a pollo asado que se respira. Lo que si debo reconocer que suelo llevarme de allí es un cartucho de «papas», me gusta especialmente cómo las hacen. Además como sus precios son asequibles, al final cada vez que paso cerca acabo pecando.
Esa es una de las cosas que me gustan del Cerro del Águila, que es como una ciudad en miniatura. Encuentras absolutamente de todo, incluso varios establecimientos para comprar lo mismo. Algunos incluso de mayor calidad que los del centro. Pero no pierdes esa identidad de barrio, que se puede ver claramente en establecimientos que tienen un poco de todo como el Piolindo.