Muelle 61

Situado en plena Alameda, con una terraza no muy grande pero con bastantes mesas. Lo bueno, no tienes nada delante que te quite el solecito y especialmente en los días fresquetes se agradece; lo malo es que al lado, justo al lado (y me refiero con al lado, a 4 ó 5 metros) está un parquecito con cacharritos para que jueguen los peques por lo que suele haber bastante bullicio.
Se pide dentro del local, o en la barra de fuera, y lo que sí hacen es llevarte las cosas a las mesas.
Las tapas son diferentes y están muy ricas, pero algunas creo que son un poco caras, sobre todo considerando la interesante oferta que hay en los alrededores.
Cervezas muy frias (minipunto positivo).
La atención es cordial y suelen servirte bastante rápido.

Las tapitas están medio bien. Recomiendo el tartiflete y las lagartijas de ibérico a la sal. Pero el servicio deja mucho que desear. ¿Pedir en barra la bebida siempre? ¿De donde han importado el sistema?. Por cierto, se nos hizo algo tarde y nos iban preguntando en repetidas ocasiones que se podían llevar de la mesa. Pues te llevaste mis ganas de volver…

Está bien para tomar algo, aunque las tapas no son nada del otro mundo.
El servicio correcto, al menos en las mesas de la terraza que es donde estuve.
Poco más que añadir, es cierto que hay sitios mejores en la Alameda.

El sitio está bien, la carta es graciosilla, pero lo que choca es que por el precio que tiene la comida no te atiendan en mesa y haya que pedir en la barra para que te lo lleven después. Le da un toque bastante cutre que empañà la comida que está rica pero tampoco para tirar cohetes. Hay sitios mucho mejores en la Alameda.