Monasterio de la Cartuja

Le lieu est surprenant dans le sens où quand on né connais pas, il faut réussir à le trouver. Nous avons dû demander à deux personnes sur le chemin pour arriver jusqu’au monastère tant vanté dans notre guide.
Ici vous trouverez un parc, un restaurant et surtout un musée dédié à l’art contemporain. Nous avions peu de temps sur notre parcours et n’avons donc pas visité le musée, seulement un petit tour dans le parc.
L’endroit est assez isolé et le coin n’est pas franchement touristique mais le lieu à quelque chose de grandiose.
A voir si vous êtes dans le coin, que vous avez le temps et surtout amateur d’art contemporain. Le prix d’entrée est très abordable (comptez moins de 4eur pour la visite complète).

Tenemos sitios en nuestra tierra fabulosos… Un ejemplo de ello es este sitio. Te pierdes paseando por los senderos y respiras tanta tranquilad… No tengo palabras. Se respira originalidad, creatividad y sobretodo historia. Lo aconsejo, un buen paseito y si teneis niños dejadlos que correteen :) Hay grupos de amigos que se reunen para practicar algun deporte en su amplio césped… En fin, un buen lugar para pasar el domingo. A parte por supuesto las exposiciones, algunas impresionantes o los mosaico, hay que verlo, no se puede explicar.

Esta noche el concierto organizado en el #caac de las o’Sister estupendo como siempre. Gran ambiente y encima gratuito! No perdáis de vista el monasterio porque durante todo el año se organizan muchísimas actividades geniales.

Uno de los lugares emblemáticos de nuestra ciudad, afortunadamente podemos seguir disfrutando de el ya que han sabido darle nuevas utilidades para que sigamos acudiendo.
Las opciones para visitarlos son innumerables, dar un paseo, alejarse del bullicio de la ciudad, contemplar las diversas exposiciones que alberga el centro andaluz de arte contemporaneo que se encuentra en su interior o acudir a muchos de los conciertos que se llevan a cabo durante todo el año.
Se puede observar los restos de sus orígenes y como sus nuevas instalaciones se han incorporado para integrarse en este entorno sin afectarlo demasiado. Lo que encontramos es una mezcla de historia, cultura, modernidad y descanso, si es que decidimos disfrutar de sus alrededores.
Un lugar privilegiado en nuestra Isla de la Cartuja que merece la pena ser visitado.

¡Me encanta este lugar! Es un sitio al que siempre me apetece ir, suele ser por temas de conciertos, pero hay zonas que están disponibles simplemente para pasear, por ejemplo algunos de los jardines.
Sobre todo cuando llega la época de verano, se plaga la agenda de conciertos en este maravilloso emplazamiento, la cultura se desarrolla en diferentes ámbitos en este monasterio, años de historia que se mantienen, ahora no ocupado por monjes, si no por personas que quieren conocer, compartir y disfrutar de las diferentes opciones que nos brindan.
Aconsejo a todo el mundo pasar por aquí, si es con un concierto, mucho mejor, aunque la música que nos encontremos no sea nuestra preferida, sentarse en el césped, sentir la brisa (algo tan preciado en esta ciudad en determinadas épocas) escuchar la música, disfrutar de la charla en buena compañía, hacen del sitio y del momento algo especial.
UnilocalCOMENDADO

Un bonito lugar que no te puedes perder tanto si eres sevillano como si vienes de visita. Fue un monasterio convertido en fábrica de loza y tras eso abandonado y puesto en valor en la Expo’92, donde fue convertido a Pabellón Real, poniendo en valor todo el recinto y tras la Expo’92 en él se encuentra la UNIA (Universidad Internacional de Andalucía), el CAAC (Centro Andaluz de Arte Contemporáneo) y Patrimonio. Merece la pena conocer un edificio que ha sido tantas cosas en la historia de la ciudad, y que muchos no se toman un tiempo para visitar. La entrada más bonita es la que se hace desde la calle Americo Vespucio, que es la que más espectacular, que se diseñó para que los mandatarios internacionales que visitaban la Exposición Universal de Sevilla en 1992 andaran un camino de granito desde el helipuerto hasta el interior del pabellón. Puedes visitarlo en prácticamente su totalidad comprando la entrada del CAAC.

Esto es paz en medio de la ciudad, y lo demás son tonterías. Hoy día, el Monasterio de la Cartuja conserva un ambiente monacal a pesar de todo lo que ha sido en su historia: Empezando como una ermita que veneraba a una virgen que, tras los siglos en que esta ciudad era conocida como Isbilya, fue encontrada en las cuevas cercanas de extracción de arcilla para la cerámica, pasó a ser un monasterio de monjes cartujos años después, con sus más y sus menos –esa invasión francesa– hasta que es expropiado, desamortización de Mendizabal mediante, en el Siglo XIX, pasando a ser usado poco después como fábrica de cerámica, de ahí sus hornos y chimeneas. Mantiene este uso hasta los años ochenta del pasado siglo, cuando ya se enfoca a ser sede de la Exposición Universal de 1992, albergando el Pabellón Real (donde el monarca y compañía recibían a las visitas importantes), el Pabellón del Siglo XV (edificio de nueva construcción) así como salas expositivas de arte. Curioso, que no casual, es que fuese el centro de la Expo’92, que conmemoraba el descubrimiento de América, cuando Cristobal Colón estuvo allí preparando varios de sus viajes a «las indias».
Hoy es sede del Centro Andaluz de Arte Contemporáneo, del rectorado de la Universidad Internacional de Andalucía y del Instituto Andaluz de Patrimonio Histórico, todo ello rodeado por jardines construidos en 1992 y las huertas tradicionales, por donde merece perderse. Allí es donde reside la paz de la que hablaba al principio, uno de los rincones más hermosos a la vez que más desconocidos de la ciudad.
Tiene además una cafetería y obras de arte contemporáneo repartidas por el recinto. Muy recomendable, en definitiva.

Es la primera vez que vengo y me ha sorprendido gratamente. El espacio es idílico para relajarse debido a sua hermosos jardines así como gracias al edificio, antiguo monasterio. Tiene su propio fondo, pero normalmente se nutre de exposiciones temporales. En estos momentos estoy viendo Sylvia Sleigh y es una maravilla.

Este lugar en Sevilla es uno de mis preferidos, los largos paseos por sus distintos espacios, hacen que tu pequeña caminata te llene de paz y tranquilidad. Patios, naranjos y enormes chimeneas que hacen que el lugar sea mágico.
Sus diferentes salas albergan diferentes exposiciones para visitar, en definitiva si te sientes expresado y necesitas desconectar este es el sitio perfecto… Os lo recomiendo

Mi lugar preferido en Sevilla, siempre que llegan amigos o conocidos a la ciudad aconsejo visitarlo. En este gran espacio conviven un monasterio del siglo XIV, con varias capillas de distintos estilos, desde el gótico de la iglesia y sus magníficos azulejos, al mudéjar del claustro y la Capilla de Santa Ana o el barroco rococó de la sacristía, con las altas chimeneas y salas de una fábrica de cerámica del XIX, que un comerciante llamado Pickman instaló recuperando el monasterio abandonado tras la desamortizaciones. Estos edificios se han convertido en sede del Centro Andaluz de Arte Contemporáneo, el Instituto de Patrimonio Histórico Andaluz y a la Universidad Internacional de Andalucía.
Pero lo que más me gusta (y suele destacarse menos o nada en las guías turísticas), es una gran huerta de naranjos, que también tiene cipreses, en donde es un placer pasear en invierno. Las naranjas de estos árboles se donan a un convento pero si estás dando un paseo por allí puedes perfectamente servirte y probarlas (¡atento/​a a escoger las dulces!). A lo largo del huerto además, hay acequias, fuentes y pequeños pabellones que le añaden aún más encanto, uno de los cuales fue intervenido por un/​a artista que colgó de sus vanos cortinas formadas por piezas de madera oscura. Caminando por sus senderos estrechos se respira distinto y eres perfectamente capaz de imaginarte la vida de retiro, espiritualidad y calma que debían llevar los monjes… una buena vida, me da por pensar, en contraste con la nuestra tan acelerada.
Delante de la fachada o entrada principal del monasterio (en la Avda. Américo Vespucio) también hay un entorno natural muy cuidado, con diversas especies vegetales y dos pequeños lagos (ahora artificiales, pero que recuerdan cuando el monasterio se inundaba por el río) salpicado de esculturas pertenecientes a la colección permanente del CAAC en una gran extensión de cesped delante de la portada. A este espacio se le llama El jardín de las esculturas.
Por lo demás, el monasterio tiene un montón de rincones preciosos que vas descubriendo poco a poco, porque yo al menos siempre me encuentro con recovecos que no conocía: claustros, atrios, patios y jardines interiores con cuidados setos. En estos jardines y patios han venido celebrándose durante los últimos años dos festivales de música indie pop y rock, el South Pop y con el añadido de grupos de hip-​hop y mestizaje, Territorios, éste último organizado el ayuntamiento de Sevilla. Pero el de 2011 ha resultado tan masivo que todos los que valoramos el lugar creo que estamos de acuerdo en que debería buscarse otro espacio para los conciertos, si no queremos correr el riesgo de que se eche a perder. En cualquier caso, resulta un lugar fantástico para ver y escuchar música, lo del marco incomprable no se podría aplicar a ningún sitio mejor que a éste.

Espacio mágico de Sevilla. Quizás la gente que venga por un par de días no quiera acercarse por una cuestión de tiempo. Yo recomiendo siempre la visita. No es tontería lo de la magia, va en serio. Será porque se asienta en terreno arcilloso a la orilla del Guadalquivir –y la tierra y su energía telúrica ayudan a descargan ondas magnéticas– y en el cruce de caminos hacia Itálica y El Aljarafe. Será porque han transitado estos espacios almohades, monjes, militares, obreros de la loza y hasta Cristóbal Colón y Santa Teresa de Jesús!!!
Mis espacios preferidos son tres. El primero, el patio lleno de plantas que caen del techo, por donde comienza la visita al CAAC, pasados los parterres de la cafetería. Aquí participé en los años de facultad en la performace de una artista japonesa para la primera BIACS. Este patio estaba lleno de camas como de hospital y en ellas dormíamos las voluntarias, vestidas de blanco. Anuestro alrededor, una instalación de paredes hechas con ventanas de diferentes modelos, y al otro lado de esa «pared», el público que observaba mientras dormíamos o «hacíamos que».
El segundo lugar es un pedazo de árbol que hay en los jardines de aromáticas, que en realidad no es un árbol sino una raíz que crece rápido y puede llegar a ser muuuuuy longeva. Un ombú traído presuntamente de las Américas. No puedo decir más que es impresionante.
Y por último, un pequeño pabellón de estilo orientalista que hay en los jardines de atrás, pasando las huertas de naranjos. La primera vez que lo vi y subí, me parció que estaba viviendo la pequeña aventura de mi cuento.