Miquel

Desde que mi madre se dió cuenta con solo cinco añitos en flor, que era una niñita con demasiada personalidad, ha llovido mucho (y algunas veces hacia arriba). Ya desde la infancia se me veían maneras y no puedo negar que estas maneras dieron en el clavo años más tarde. Y es que en cualquier familia hay la típica anécdota graciosa que se cuenta hasta la saciedad (yo no lo recuerdo, pero parece que ocurrió de verdad). Éste es mi caso.
Resulta que mi hermano Luis hacíà la comunión y tras la misa lo llevaron a la heladería de mi barrio para que el buen cristiano se tomara un maravilloso helado por lo bien que había hecho su primera confesión. Yo iba aún en carrito y me cuentan que me puse de pie en un santiamén para avistar aquel maravilloso surtido de sabores. A mi hermano le compraron tres bolas y a mí, pequeñita aún, me compraron un cucuruchito de una bolita para la niñita. En ese momento, mis ojos soltaron rayos y centellas. Empecé a llorar como una descosida por la injusticia de aquel 3 a 1 (era una derrota por la que ni siquiera había luchado). Por lo visto, «la lié parda». Tal fue el berrinche que me tuvieron que comprar otras dos bolas más. ¡Bien por mí! Esta anécdota pasará a los anales de la historia.
Volviendo a la heladería Miquel, ahora podeís entender porque no puedo estar cerca de este tipo de establecimientos sin comprarme una tarrina de chocolate blanco o de vainilla (psicológicamente me siento victoriosa de nuevo, siento ese maravilloso 3 a 3). Además este lugar es bastante nuevo y aunque pequeñito y coqueto, tiene una importante variedad, de la que destacaría entre otros el helado de turrón. Y si dudas entre varios sabores, te dejan probar una cucharadita de alguno.
¿Alguien quiere enfrentarse en Miquel a mi 3 a 3?

Esta heladería es más o menos reciente, se abrió en el espacio en el que antes estaba una parte del gimnasio. Sirven helados artesanos de un montón de sabores. La primera vez que los probé me quedé sorprendido ya que pensaba que eran helados industriales. El precio es bastante baratito y las bolas son grandes. Ha hecho un buen negocio puesto que tiene al Entre Puertos justo delante, así que a la hora de la comida y la cena, los clientes toman el postre allí, sin tener que moverse de la mesa. De hecho es normal que compartan las mesas. Todo de buen rollito. Mi favorito, como casi siempre, es el de menta y chocolate. Mmmmm