Mi padre me había hablado de este sitio, de lo bonito que era y la pena que le daba verlo como sala de juegos. Así es que, una tarde que paseaba por el centro entré a tomar un refresquito, y si, es una pena y no me gusta nada. El contraste de las luces de colores con los arcos árabes me pusieron al borde de una embolia. Además los precios de las bebidas no son baratos. Catalogo con una sola estrella este salón de juegos no porque funcione mal como tal, si no por el edificio que ocupa. Este local infectado de vulgares máquinas tragaperras y demás aparatos saca pasta, está en un edificio árabe precioso al que hace años mis padres iban cuando eran novios a ver películas, era un cine. ¿En qué estaban pensando los señores que decidieron abandonar esta sala de cine para llenarla con máquinas infernales? hubiera sido tan bonito convertido en un teatro… o incluso un spa de estos pijos, no importa… cualquier cosa menos plástico con luces de colores y cables. En fin, que no me gustan estas salas de juego, es una forma bonita de robar, no me parecen divertidos estos cacharros y hacen que mucha gente se arruine con esta enfermedad llamada ludopatía. Este precioso edificio debería ser aprovechado para algo cultural, como un teatro o una biblioteca. Sin embargo funciona desde hace muchísimos años como una de las oficinas del infierno capaz de desplumar al más pintao que tenga una poquita de depresión. Tiene barra para que te tomes tus copitas mientras pierdes monedas, eso si, con unas maravillosas vistas árabes.