Sé que es una iglesia sencilla, apenas conocida por albergar a la hermandad de Santa Marta, y que en la plaza tienen más protagonismo los bares que ella misma. Pero es sin duda mi iglesia favorita de Sevilla(o la segunda, el primer puesto se lo dejo a la capilla del CAAC). De un gótico-mudejar del siglo XIV, el exterior aúna los colores tierra dados al conjunto del templo con la piedra de las portadas y los ladrillos de la cúpula y el blanco de la espadaña. Vista desde la portada principal quizás no tenga mucho interés(¿por qué el barroco insistiría en meterse en esos magníficos arcos ojivales?). Pero vista desde la placita es un verdadero mosaico de alturas, estilos y colores. Las capillas de la nava de la Epístola, que son las que dan a la plaza(corríjanme si me equivoco) son de menos altura que las naves, y todo eso hace un contraste precioso con el ábside y su cornisa. Así, desde la plaza se pueden ver el lateral de las naves, con sus tejas, la torre y su espadaña(eso hay que verlo al sol, en primavera), las dos cúpulas despuntando desiguales y los ladrillos mudéjares en la cabecera. Todo un espectáculo en abril desde esa plaza de naranjos. La iglesia sufrió una remodelación en el XVIII y el barroco metió cabeza. Las modificaciones exteriores no estorban, pero no puedo con los retablos barrocos pavoneándose dentro de un edificio tan sencillo, tan poca cosa, que no pretende nada más que estar ahí.