Soy de ese tipo de personas golosas, que le encanta lo salado, pero que le chifla lo dulce por encima casi de cualquier cosa. Era septiembre, hacía una calor insoportable… y mis amigos y yo habíamos quedado por la noche para ir a la Alfalfa. Nuestro plan no era demasiado fiestero, era sobre todo para tomarnos algo en otro lugar que no fuese Triana, y para casa. la mayoría tenían que estudiar para los exámenes. Esta vez no tenía ganas de tomarme ningún tinto, tenía ganas de algo frío… que me refrescara todo el cuerpo y me quitara de encima la calor que llevaba, al menos por un ratito! De pronto, vi como la solución se alzó ante mi. ¡Un helado! Mis amigos alucinaron cuando les dije que me iba a comprar un helado… A mi como me da igual lo que me digan, pues allá que fui a comprármelo. El local es pequeño pero está bien para ser una heladería.¿para qué más grande? Tiene un estilo moderno. y la pinta de los helados desde la calle… es increíble. Me pedí y comí una cosa sencillita, Vainilla con cookies. Al final, con la tontería más de uno acabó pidiéndome! Y es que con la buena cara que tenían y el calor que hacía. cualquiera se resistía!