Manolo tiene todo lo que puedes necesitar para un desavío cuando te falta cualquier cosa en casa de alimentación. El ultramarinos de los remedios por excelencia!
Julio L.
Classificação do local: 4 Sevilla
Esta tienda de ultramarinos de barrio es parte de la vida de miles de niños que comprábamos el bocadillo allí en el recreo. Aunque su nombre es «Comestibles el metro», todos íbamos a «Manolo», el nombre de su dueño y como todo el mundo conoce a la tienda. Las colas eran enormes pero Manolo se esmeraba para que no perdiéramos mucho tiempo y pudiéramos disfrutar de nuestro bocadillo tranquilos. Manolo tiene un poco de todo, conservas, bebidas, patatas fritas, pasteles… Y el pan y los embutidos con los que nos hacía los bocadillos. Prácticamente de todo, desde jamón york o salchichón hasta caña de lomo o jamón. Manolo, o El metro, conserva el encanto de las tiendas de siempre, en las que te sonríen al entrar, que aunque no son bonitas, tienen algo que te gustan. A lo mejor es porque tienen parte de tu infancia y eso ya se lo van a quedar para siempre.
Álvaro B.
Classificação do local: 3 Sevilla
Cuantas tardes de feria me ha solucionado El Metro, vendiéndonos hielo y bebidas, ¡incontables!, y siempre con el desparpajo típico de los almaceneros que tanto me gusta. El local es muy pequeñito, pero a pesar de eso tiene de todo, es muy completo y puede solventar cualquier desavío de última hora de esos que todos tenemos cuando queremos cocinar y descubrimos que nos falta algo. Prepara unos bocadillos tremendos, por grandes y por sus precios. Pollo relleno, salchichón a la pimienta, jamón ibérico… todo un abanico de chacinas increible el que controla Manolo tras su mostrador. Ahora mismo vende paletillas de jamón de cuatro kilos a 37 euros, no me digan que no es una ganga.
Pablo G.
Classificação do local: 4 Sevilla
Manolo me ha visto crecer. A mí, y a todos mis hermanos. Llegábamos a su pequeña tienda siempre abarrotada, y le decíamos«Manolo, danos unos flojitos, que después te los paga mi madre». Él nos daba un flojito a cada uno, y nos íbamos tan panchos. (El flojito era un panecillo alargado a medio camino entre el pan de perrito caliente y el bollito de leche, pero sin leche, que recién hecho, calentito, no te quiero decir lo que nos duraba en las manos: en dos bocados estaba listo). Este chollo nos duró poco. Mi madre dio indicaciones expresas a Manolo para que no nos diera nada. Éramos siete hermanos para siete flojitos –y lo que no eran flojitos-. Una ruina para cualquier economía familiar. Han pasado… un chorro de años. Ya no venden aquellos flojitos, pero Manolo sigue ahí. Nosotros, más viejos. Él, igual que siempre. Ahora, viendo crecer a nuestro hijos. No tiene los flojitos, pero sí un buen pan de los que, cada vez, van quedando menos. Además del pan, en Comestibles el Metro –nombre en honor a las dimensiones del local, no al transporte urbano-, en la tienda de Manolo de toda la vida, encuentras todo lo que te haga falta en caso de desavío. Es increíble lo que puede dar de sí una pequeña tienda como ésta. Tienen fama las chacinas ibéricas –salchichón, chorizo, morcón-, los jamones y también los quesos. Para Navidad, ahora que se acercan las fechas, suele traer muy buenos jamones a buen precio. Te lo digo por si quieres aprovechar.