Soy un animal de costumbres, al menos en lo que a la ropa y sus complementos se refiere. Como no me gusta dar vueltas, tengo un sitio donde me compro las camisas, otro donde me compro los pantalones, un par de ellos o tres donde me compro los chalecos y, por supuesto, también una zapatería de cabecera; esta es Dorado, en la plaza del Salvador. La verdad es que pocas veces me compro zapatos; al igual que los pantalones, es algo que no soporto andar probándome, pero de vez en cuando hay que hacerlo y por eso me gusta acudir al lugar donde sé que voy a encontrar rápido lo que busco y que por tanto el «suplicio» va a ser corto. Antes era calzados King y ahora es Dorado, pero en este establecimiento de la plaza del Salvador siempre he dado con lo que necesito, a veces después de pegarme horas dando absurdas vueltas por otros lugares. En él suelo comprarme desde los clásicos castellanos a las bambas de lona para el verano, pasando por los abotinados que utilizo en los días de lluvia o, simplemente, cuando me apetece vestir más informal y cómodo. Para la calidad y el buen trato que ofrecen, no son nada caros. No solo es zapatería masculina. La especie de atrio que da entrada al local ofrece dos amplios escaparates, a la derecha el de caballeros y a la izquierda el de señoras. No puedo aseguraros que así sea, pero seguro que para ellas es tan recomendable como para nosotros.