Classificação do local: 3 La Puebla del Río, Sevilla
Un bar que descubrí un día cualquiera(1.MAY.2013) que mi padre y yo fuimos a buscar a mi tía a su salida del curro en el Hospital Virgen del Rocío. Mi madre andaba por ahí y para no comer sólo mi padre había quedado con ella, y me propuso a mí que lo acompañara. Y yo a unas tapitas gratis la verdad es que nunca les digo que no jeje Me llevé una buena impresión, no es que sea la séptima maravilla del universo, pero es recomendable. El servicio bueno, y la comida bastante aceptable… rica diría yo. Pedimos unas patatas gigantes que estaban rellenas de gambas al ajillo. Estaban buenas aunque yo sinceramente me las esperaba de otra manera. No sé, más jugosas quizás. También un salmorejo que ese sí que estaba riquísimo. No dejamos ni una sola gota. Atún encebollado. Buenísimo también. Unas berenjenas fritas con miel que también estaban muy ricas y para terminar, unos filetitos de cerdo al roquefort que estaban también muy bien. Aunque esto último no es lo que más me gustó. Sea como sea, el bar está muy bien para probar un díita. Repetir, pues sí, repetiríà la verdad.
Pablo G.
Classificação do local: 3 Sevilla
Este establecimiento se lo curra. Bueno, el establecimiento, no, claro está, sino sus camareros. Y Antonio, su dueño, el primero. Sabe que la vida en el hospital Virgen del Rocío –lo tiene a 20 metros-, empieza temprano, muy temprano. Es más. Yo diría que nunca se para, sino que por las noches se queda en stand by. Sea como fuere, el bar Constantina abre antes de que el hospital se desperece, para afrontar una nueva jornada de cambios de turno de médicos, enfermeras, limpiadoras y, por supuesto, familiares de enfermos, que necesitan coger fuerzas con un buen desayuno. Hora punta en el Constantina. Difícil pillar una mesa libre, a pesar de disponer de unas veinte entre el interior y el velador. Antonio y los suyos van a tope. Es cuestión de paciencia. Atraídos por la calidad de su cocina y la rapidez del servicio, la hora de comer también se llena. Puedes pedirte un buen menú, con muchas variantes a elegir y muy bien despachado, o si lo prefieres, te tomas un par de tapitas, buenas y a buen precio, y tiras millas. Cafelito y algún pastelito para la tarde y, por la noche, para la cena, toda la artillería de tapas y raciones de costumbre. Y vámonos que nos vamos a descansar un poquito, que dentro de nada ya están pidiendo la primera tostaíta mañanera. ¡Qué trajín!