Mi parte clásica madrileña me hace tener amor hacia el Viena Capellanes. Es el mítico sitio de merendola cuando eres pequeño. Te lleva tu abuela a comer chocolate con picatostes y tú te sientes la niña más feliz y gocha del planeta. Es rancio, pijo pero no lo puedes evitar, va en el adn madrileño! A mí me ha dado ahora por pillarme los cafés de la mañana. La verdad que está bastante bueno y me lo sirven rápidamente y como yo quiero: sólo y largo. Una buena cantidad y el precio más o menos es de 1,40. Si te coges algo de comer, pues son como unas 2.50 — 3 euros el desayuno. Al que voy yo, el de la calle Génova, pues tienen de todo. Dulces estupendos, bollería, para hacerte ensaladas para llevar, cátering y sandwiches que están bastante buenos. El precio es tirando hacia carillo pero el servicio es bastante agradable y te salva cualquier momento. Ah! y venden pan y cosas sin gluten! Siempre está llenísimo, sobre todo a las horas puntas. Lo que me mola es que siempre sabes qué fecha es por la decoración del escaparate :) A este fui el otro día después de comer por la zona con unos amigos. Medio escondido entre el barrio de Argüelles está dividido en dos. En una local está el restaurante y cafetería y en otro al tienda. Nos tomamos unos cafés tranquilos y la media de edad no bajaba de 80 jajaja me encanta! De dulces recomiendo el tortel de frambuesa, las palmeras y los buñuelos. Las tartas y los dulces rollo mezcla de pastelitos también son todo un acierto si tienes que quedar bien en alguna comida o cena.
Alberto P.
Classificação do local: 3 Madrid
Desde 1873 endulza a los madrileños esta pastelería artesanal. De los varios establecimientos que hay por Madrid, éste es el que yo prefiero. Mantiene el aspecto de antaño, es recogidito y está cerca de los cines Ideal. Miel sobre ojuelos. Soy un clásico a la hora de pedir. Sólo trabajo dos productos: Los Sándwich, me gustan más que los de Rodilla, y las milhojas, sería feliz si tuviese la boca de Miike Jagger para meterme de un bocado al menos quinientas hojas. Soy tan clásico que me alejo de la tienda bailando un Vals.