El otro día estaba yo por La Latina y de repente me entró un hambre atroz. Así que decidí que lo que tenía que hacer, sin lugar a dudas, era merendar: no hay nada mejor que eso para que el cuerpo vuelva a su ser, y el nivel de azúcar en sangre alcance niveles adecuados para seguir con la rutina diaria. Como soy un golosón, al pasar por esta pastelería, no pude reparar en echar un vistazo al escaparate, y obviamente me decidí a entrar. No es que el escaparate sea particularmente delicioso, pero sí contenía unas cuantas cosas que me apetecía comerme, así que no lo pude evitar. Al entrar había algo de cola, así que me dio para echar un vistazo a lo que tenían: tartas con bastante buena pinta, muchísimos tipos de panes diferentes, de todas formas y colores, y algunos hechos con ingredientes que les alejan del pan tradicional. La verdad es que tenían una pinta estupenda. Pero como yo iba a merendar, me incliné por la bollería y compré una palmera de chocolate. No es la mejor palmera de chocolate que me he comido, porque ese honor se lo reservo a una pastelería que hay en Goya, cerca de la calle Lombía y que no he sido capaz de volver a encontrar nunca(¿habrá cerrado?) pero en la que hace unos cinco o seis años me vendieron la mejor palmera de chocolate hasta la fecha, con un chocolate que se deshacía y unos trozos de azúcar que recordaban al mismísimo cielo. No obstante, si bien esta no llegaba a su nivel, estaba bastante buena. La pastelería tiene, además, unas cuantas mesas en las que sentarse y(por lo que vi en un cartel) unas ofertas para desayunos bastante interesantes.
Tamara F.
Classificação do local: 5 Madrid
Un lugar pequeño, coqueto y delicado que siempre me había llamado la atención al pasar. Con toda amabilidad te atiende una señora que busca desesperada barras de pan recién hechas. Si te sientas en las mesas, tienes que pedir en barra. Huele a ‘recién hecho’.