Tenía muchísimas ganas de acercarme a este bar desde que lo abrieron, porque la verdad es que lo vi monísimo. Primero, me encanta el nombre, pero es que además desde fuera se ve como un lugar bastante chulo al que apetece ir, con esa pared de ladrillo pintada de verde. Creo que es un poco el típico bar para todo: puedes ir tanto a tomar un café con tarta por la tarde como a tomar una copa tranquila. Las copas están bien de precio, aunque solo están especialmente bien puestas sí pides una bebida premium. O una ginebra premium, más bien, que fue lo que pedimos nosotros. Definitivamente, volveré.