Me debato entre las tres y las cuatro estrellas… Lo primero que llama la atención es la decoración, ¡me gusta! Es muy de una cadena sueca de muebles… pero me gusta, palés formando arcos, plantas colgadas al estilo patios de Córdoba… En cuanto a la comida, ahí va la tesitura entre la cantidad de estrellas: pedimos dos entrantes y ninguno de los dos me pareció que estuviera a la altura. Uno era una ensalada de espinacas y bacon y el otro unos pimientos del piquillo rellenos de hummus. Me pareció muy normal, algo que puedes hacer en tu casa perfectamente(y cuando voy a un restaurante espero que me sorprendan con algo que yo no sepa hacer y tenga que pensar en cómo lo han preparado). Los segundos me gustaron bastante más, probamos una carne(Asian Flank Stake) muy sabrosa y con una salsa que le iba a la perfección y un atún con algas y mahonesa de washabi que estaba para chuparse los dedos. De postre no hay mucha variedad así que nos decidimos por un coulant ya que el chocolate triunfa siempre y no nos defraudó; corazón cremosísimo y con helado de vainilla y sirope de caramelo. ¡Un dulce final para una cena que fue mejorando por momentos! ¿Un fallo? No tienen carta en inglés. Estuvimos traduciendo los platos a unas inglesas de la mesa de al lado porque no tenían ni idea de español y los camareros apenas lo hablan(por lo menos los que atendieron esa noche).
Diego J.
Classificação do local: 4 Madrid
Cena en este pequeño local que se encuentra justo detrás del Congreso. El restaurante está dividido en dos, la parte de abajo es un pequeño reservado mientras que la de arriba está mejor decorada y es el restaurante en sí. La decoración es la típica que se empieza a ver por doquier, palets con plantas que adornan las paredes, mesas de madera sin mantel, cojines, un toque abuhardillado en el techo y sillas, todas distintas, que le dan un toque especial y muy acogedor. Un fallo que vi fueron los cables de las lámparas colgantes, soy un poco obsesivo, lo sé, pero sobresalían del agujero en el techo y se veían las clemas. Creo que no cuesta nada subirse a un taburete y meterlas bien dentro del techo, acaban resaltando frente al resto de la decoración que está muy lograda. Otro tema a mejorar es el de las cartas, no por su contenido, por su aspecto. Vienen presentadas en una plancha de madera con una pinza y la carta es, básicamente, una hoja impresa. Es un restaurante caro, una media de 15 € por plato, creo que no cuesta nada ir a una tienda e imprimir 50 hojas de la carta y cambiarlas cuando se ensucian. La mía tenía muchas manchas… Bueno, dejando de lado estos pequeños detalles pasemos al servicio. Es atento, ligeramente desbordado al principio, pero la camarera fue muy simpática. Con la llegada de otro chico se notó mejora. Salimos contentos, fueron atentos y la llegada de los platos buena. La carta es de un tamaño perfecto, debe tener unos 20 platos y es fácil de leer y comprender. Tiene platos curiosos y otros más clásicos, creo que puede contentar a todo tipo de clientes. De primero pedimos la provoleta que estaba bastante buena, aunque un poco«fría» lo que provocó un queso un poco sólido para mi gusto. Después probamos los pop chicken, me gustaron mucho y una presentación muy curiosa, en un cono de papel que asemejaba al de periódico(con un poco de lechuga en el fondo para evitar que las bolitas cayesen, un buen punto). Vienen acompañados de una salsa agridulce muy buena. De segundo un risotto con queso Idiazábal que estaba correcto, aunque a mi me empiezan a cansar estos risottos, parece que sólo existen de boletus o negro. El caso es que estaba bueno. Yo pedí la hamburguesa, realmente sorprendente. Muy tierna y de muy buen sabor, acompañada de cebolla caramelizada y una salsa de frutos rojos. Mi novia se decantó por el solomillo de buey sobre gratín. La carne estaba muy bien cocinada. Mi amigo cenó de segundo el secreto ibérico con crema de almendras(de esta crema podrían haber puesto un poco más) y pimientos asados. Estaba bueno, pero al llegar el plato a la mesa le faltaba algo de gracia, quizás más guarnición. Los postres, muy buenos, brownie, coulin de chocolate y tarta de manzana tipo crumble. Me gustaron muchísimo. Quizás más variedad de helados que los acompañen cerrarían el círculo. Pero muy buenos, valen la pena. Un restaurante muy acogedor(los lavabos hay que visitarlos sí o sí) y con un buen servicio agradable. El precio es algo elevado, sobretodo porque las raciones no son especialmente grandes, pero tiene una carta entretenida y unos postres que me gustaron mucho. Sin duda volveré.
Alvaro S.
Classificação do local: 2 Tudela de Duero, Valladolid
No repetiria. El sabor se los platos exquisito, pero el elevado precio y la poca cantidad de cada uno echan para atras a la gente
Raquel T.
Classificação do local: 4 Madrid
Fuimos a comer unos amigos un viernes a medio día, llegamos bastante tarde, casi rozando las 4 de la tarde y no nos pusieron ningún problema por darnos de comer, aunque si que nos pidieron por favor que pidiéramos rápido para poder cerrar cocina. Pero esto con una gran sonrisa no tiene ni importancia ni media. La decoración del local es super chula, consta de dos espacios uno en la parte superior decorado más estilo palés de madera en las paredes y mesitas individuales con sillas y otro en la parte inferior con una pequeña barra, una mesa larga y un reservado. El menú del día consta tres primeros y tres segundos para elegir, yo me decanté por una ensalada con bacon y piñones(un pelín aceitosa para mi gusto) y el pollo teriyaki buenísimo. De postre tarta de queso con dulce de leche que no me pareció la panacea pero se dejaba comer sin ningún tipo de pegas. Mis acompañantes pidieron guisantes con jamón que tenían una pinta exquisita, carrilleras que estaban de muerte pero eso si, un poco escasas.
Lolo R.
Classificação do local: 4 Madrid
Es imposible no entrar a Mr Frank y caer rendido a sus pies. Escondido a las traseras del Congreso, cuenta con dos alturas: una con una barra, unas pocas mesas, el baño y un reservado(ideal para afterwork, o para comer algo en plan informal) y una parte superior decorada con palés, mesas y sillas, cada una de su padre y de su madre, súper acogedora. Eso sí, aunque tiene algún detallito en ese plan, huye de la moda vintage por vintage, y la verdad es que se agradece. El mobiliario se compone de piezas modernas, y otras rescatadas(como el grifo del baño, que es preciosísimo) pero sin abusar y sin resultar cansino. Un diez en ese sentido. Llegamos un lunes, a las tantas de la tarde, y aunque estaba bastante lleno, nos sentaron y nos atendieron en un periquete. El menú cuesta doce euros, un poco más caro que otros de los sitios de la capital, pero desde luego merece la pena por el ambiente y por el tipo de comida. Eso sí, si eres de mucho comer, puede que termines quedándote con algo de hambre. No fue mi caso, pero sí el de mi acompañante, que aunque estaba dispuesto a pedir algo más, el personal del restaurante se ofreció a traerle una ración más grande de lo que había pedido. Un detalle que, oye, se agradece. Yo me decanté por la ensalada de espinacas y el risotto, ambos riquísimos, muy sabrosos y que me dejaron con ganas de acudir algún día a probar con la carta, que es sencillita pero con mucha miga.