Miyama

Increíble degustación de sabores.
Dejarse recomendar en la mesa.
Un delicia de principio a fin.

I’m Japanese. This restaurant is great!!! Very good food and wonderful service. Feel like being in Tokyo.

Sin duda mi restaurante favorito. Son amabilísimos, hacen muy buenas recomendaciones para cada cliente y tienen platos excepcionales.
Destaca el nigiri de vieiras con salsa japonesa ¡no os lo podéis perder! Jamás había probado algo así. De entre los postres, el sorbete de lichi es una maravilla.

Wonderful. sushi was exceptional. Best damn spicy tuna hand-​roll ever… looked and tasted like a cornucopia of tunas, ago, fish eggs, and more… unreal. Great service… very busy

Great service by Irene and love the food
Ambience is very classy, even for Spain. Ashy chef from Nagasaki did a great job preparing the UNI. The flavor in the papillon are amazing. Feels like been in the decadent Southeast Asia of the drench of the 1900’s.

Hay restaurantes japoneses en Madrid que si te gusta el género, tienes que darte el capricho de ir a conocerlos. Uno de ellos es el restaurante Miyama Castellana. Para nosotros es el perfecto término medio entre los restaurantes japoneses top top de Madrid (Kabukis) y el resto. Excelente comida y muy buena relación calidad precio, aunque es difícil que salgas pagando menos de 40 euros por persona.
Un restaurante japonés con una gran barra y algunas mesas tipo booth. Todo ello llevado por un maitre japonés, tan majete como peculiar, que además es sumiller de vinos y sakes. La verdad que tanto el maitre como los camareros y sushimanes son muy agradables y el ambiente del restaurante es muy bueno.
Tras la toalla húmeda y caliente correspondiente, comenzamos con un aperitivo de wakame y sésamo muy bueno para abrir boca.
El primer plato por el que nos decidimos fue el revuelto de setas japonesas. Suave y sabroso. Muy recomendable.
Después pasamos al espectacular sashimi variado. Para mi, este plato es de obligado cumplimiento. El pescado estaba realmente bueno, pero es que el resto de complementos no se quedaba atrás. Además del wasabi y el gengibre, lo acompañan de brotes, hoja de shiso y nabo rallado. En este plato todo es comestible. Y como prueba os dejamos el resultado final en el que sólo nos faltó por comernos la rodaja de limón.
Todo esto lo estábamos disfrutando junto a una botella de PF 2012. Un vino conquense de la bodega Ponce Pie Franco de la D.O. Manchuela 100% uva bobal. Muy muy bueno.
El siguiente plato fue uno de sus makis especiales. Le pedimos consejo al maitre y sin dudarlo un momento nos dijo que el maki de atún picante era una de las especialidades de Miyama. Simplemente espectacular. Una presentación muy original con el arroz inflado y un sabor excelente. La verdad que este es de los platos que deberían entrar en vuestro menú.
Y de ahí, al sukiyaki. Nuestro plato japonés favorito. En Miyama se compone de sus verduras y setas y finas láminas de ternera de wagyu para cocinar unos segundos y para dentro. Un plato caliente y ligero que a nosotros no encanta. Por si te has quedado con hambre, te ofrecen terminar con unos udones cocidos que sumergen en el caldo para que cojan sabor. La verdad es que aunque te pase como a nosotros, que a estas alturas ya estés hasta arriba, estas cosas hay que pedirlas siempre que la verdad es que están de vicio y por un poquito más de gula no pasa nada.
Por culpa de los udones sacrificamos el postre, pero no el café. Menos mal, porque lo acompañan de unos minardises que realmente merecen la pena. Mezclando fresas, gelatina, té verde… están realmente buenos.
Precio: 65 € por persona. Pero vamos que a tutiplen menos el postre.

Restaurante de moda en el cual hay que estar atento para conseguir mesa. Llamamos un sábado por la mañana para realizar la reserva de la noche y nos dijeron de muy buenas maneras que el restaurante estaba lleno y nos tendrían que poner en la barra de sushi a lo cual aceptamos sin problemas. El chico nos dijo que, de todas formas, intentaría cambiarnos a una mesa si fuese posible. Y así fue al llegar, nos pudimos sentar en una mesa y se agradece este trato.
El restaurante bastante bonito, mesas pequeñas y decoración bonita pero nada recargada. El servicio muy, muy bueno. Los camareros son extremadamente educados y hablan perfectamente español (no siempre una obviedad en restaurante asiáticos aunque sean de alta gama). Siempre atentos, disponibles y prestos a recomendar con cualquier duda que pueda surgir. ¡Bien! En un momento tenía frío por el aire acondicionado y lo pusieron al mínimo pero tuvieron el detalle de traerme una manta. Esos pequeños detalles marcan una diferencia enorme con el resto de restaurantes.
La comida a un nivel muy alto y con un toque personal del chef sin duda alguna. Se separa, para bien, del resto de restaurantes japoneses más tradicionales.
El aperitivo, a parte de las algas marinadas típicas, fueron unos rollitos de carne de kobe con cebollino y setas. Muy bueno, algo soso pero nada que la salsa teriyaki no pudiese solucionar. Tras él, un tataki de atún algo soso y bañado en salsa. Este plato me dejó algo frío. Le siguió el sushi new style. Muy bueno, con un toque muy fresco y un pequeño golpe de calor. Sin duda uno de los platos a pedir si es la primera vez que se visita el local. Después llegó una dorada troceada y ligeramente frita el una harina especial. Muy bien limpiada, sin una sola espina, y en su punto óptimo de cocción.
Lo último fueron los postres, espectaculares. De verdad, ni en mis mejores sueños espera algo así en un japonés. Postres de 10. El primero era un mochi con tres texturas diferentes de fresa (en sorbete casero, natural y liofilizada). Iba decorado con una lámina de azúcar con toque de fresa. Alucinante su presentación. El segundo era una arena de chocolate con sorbete casero de mango y mousse de chocolate. Grandioso también, acompañado de unas lágrimas de naranja, creo recordar.
No soy para nada experto en comida japonesa y he dejado algo de tiempo antes de escribir la reseña, espero no haberme equivocado con algún termino. Muy contentos con nuestra visita a Miyama, quizás algo caro, pero sin duda mereció la pena. Un servicio muy educado, atento y una cocina muy llamativa y de alta calidad en sus productos. Muy a tener en cuenta sus postres, una maravilla.

Excelente calidad del pescado. El personal muy agradable y el trato perfecto. Postres preciosos.
El local no es bonito.
Tenía muchas ganas de probarlo, y quizá iba con demasiadas expectativas, por eso no le pongo un 5 (relación calidad-​precio).
Cenamos por 45 €/​cabeza bebiendo sólo agua.

Decidí ir a probar este local en base a las ultimas recomendaciones tan positivas que había leído. De entrada diré que el local en si, la limpieza, la decoración y el ambiente se asemeja mas a un Izakaya o un Sushi-​ya de clase media, en especial cuando se llena el sitio, ya que el ruido es abrumador. El trato del servicio es correcto y se agradece su afán por ayudar a explicar los platos. La calidad de la comida también es correcta y no tengo ninguna pega en ese sentido. Sin embargo, no estoy de acuerdo que exista buena relación calidad/​precio, es tan caro como otros japonés de Madrid de mas prestigio y renombre. Si tuviera que destacar algún plato diría que el tataki de wagyu estaba exquisito, y el mas pobre seria la selección de makis y sushi, ya que algunos de los sushi se desmoronaron a cogerlos y les faltaba algún punto de temperatura al arroz. Creo que volvería a la hora de la comida por el precio del menú, o con un grupo de «colegas» a pasar un buen rato. Pero para ir en pareja y disfrutar de una velada, no es el sitio.

Para mi, el mejor japonés de Madrid, rivalizando muy duro con otros y sin contar al Kabuki, eso si.
Cualquier cosa que pueda decir de este sitio será mejor que vayas y lo compruebes tu mismo. Si no te gusta el sushi, dale una oportunidad al Miyama, vivirás una experiencia única de sabores y texturas.
El mojito de te macha, las vieiras, el bacalao negro, los postres… todo exquisito. 100% recomendado.

Acudí exactamente el 18 de Diciembre de 2012. Lo recuerdo perfectamente porque fuimos allí primero porque teníamos ganas de japonés y segundo porque nos pillaba de camino al Palacio de Congresos, donde se celebraban las elecciones a Decano en el Colegio de Abogados de Madrid, si, esas que luego resultaron tan controvertidas.
Lo cierto es que no tengo nada más que halagos. No es un japones de esos que se llevan ahora, que no dejan de ser asiáticos que ofrecen comida china, japonesa y tailandesa al estilo «buffet». Es un restaurante japones al 100%.
Comimos un menú totalmente delicioso y el personal, a parte de muy profesional, muy agradable e incluso simpático, algo ya de por si extraño en la cultura japonesa, tradicionalmente algo seria.
Muy pero que muy recomendable.

No sé ni por dónde empezar, en serio, la cena que experimenté aquí por sí sola ya se llevaría las cinco estrellas por calidad y exqusitez, pero es que, además, el jefe de sala, Hiroshi Kobayashi, nos regaló una verdadera charla TED sobre el «Umami» o «el quinto sabor básico» y detalles de la cocina japonesa; de los materiales que se utilizan tradicionalmente en japón y cómo él mismo selecciona la materia prima de temporada y absolutamente española tratando de respetar al máximo la cultura culinaria nipona que, explicaba, se basa en productos frescos y de la zona.
Platos que me encantaron: el pargo con maceración de salsa de soja y lima japonesa (la salsa tenía una especie de toque de ginebra), un sushi y sashimi brutal, el tartar de atún picante o las gambas de Cádiz a la plancha que tienen vivas en un acuario. Los postres que tomamos también era fantásticos.
Para no extenderme más sobre el que se ha convertido en mi restaurante japonés de Madrid favorito, muy por encima de los demás en relación calidad-​precio (ey, cuidado que tampoco es barato) diré que es una experiencia que hay que probar. Y repetir sí o sí.

Me invitaron a cenar en un cumpleaños especial y el resultado fue maravilloso.
Fue toda una experiencia (para repetir) el sushi magnífico (con pez mantequilla de verdad) vieira, erizo de mar, etc. Tomamos unos langostinos a la plancha que estaban increibles, un tataki de atún y unos noodles de té que se te caían las lágrimas.
Postre,… puf, tomé una especie de «crema catalana» versión japonesam, que solo por ella volvería al restaurante!
Desde luego volveré, y tomaré otras cosas, y desde luego me dejaré aconsejar por los camareros (son superatentos).
Sin darme cuenta (fuimos antes de las nueve) en el postre el salón estaba completamente lleno (un martes!).

Ayer cené por fin en este restaurante japonés que aún no había visitado y tenía pendiente. Iba con buenas expectativas por las buenas recomendaciones y reconozco que no me gusta crearme altas expectativas por si acaso… Al principio nos defraudó el local, pues iba con mi pareja buscando algo íntimo y romántico y nos sentaron en una mesa muy pegada a las vecinas, con demasiada luz. Tampoco nos gustó el excesivo celo de los camareros españoles, demasiado encima y empeñados en servirnos el vino… Pero llegó la hora de pedir y comer y se nos pasaron los prejuicios y las primeras impresiones. Porque hay que reconocer que lo que buscábamos era buena comida japonesa y aquí la encontramos: estaba todo delicioso por no decir exquisito. El sahimi, la tempura, el sushi en todas sus formas y variedades… Un festival para los sentidos que disfrutamos hasta el final, pues no nos privamos ni del sake ni del postre. Ya sabemos que en Japón no se toma postre, pero quisimos probar la sopa de melón con helado de jenjibre y estaba deliciosa. Luego me tocó pagar y volver a la realidad, pues como suele ocurrir con los buenos restaurantes japoneses, los precios son astronómicos y este está a la altura. Ya se sabe, sólo para una ocasión muy especial, como era la de anoche…

Este japonés en mi opinión es de los mejores de Madrid, es un paso más hacia la elaborada cocina japonesa a una buena relación calidad-​precio. Mi recomendación es dejarte guiar por los camareros, sin olvidar el tartar de atún picante o el carpaccio de mero y pargo en cebollino y con salsa de soja rebajada con lima japonesa… Tienen buenos vinos, las dos veces que he ido me han recomendado muy bien.

Un restaurante japonés de gran altura.
En pleno Paseo de la Castellana se encuentra este establecimiento que todos los días ofrece suculentos platos de la gastronomía nipona.
La experiencia en Miyama comienza antes de entrar al lugar. Al llegar a la puerta hay que bajar unos 5 escalones y justo enfrente hay una gran ventana que nos muestra una impresionante vista de todo el restaurante. Una vez adentro el amable y un poco excéntrico encargado japonés te recibe y acompaña a la mesa. El local no es muy grande tiene mesas de un extremo a otro, no más de 20. Lo que más impresiona es la extensa barra de sushi donde uno se puede sentar y ver como los chefs japoneses cortan los diferentes pescados y preparan los platillos de las maneras más tradicionales con una técnica impresionante. Si uno va sólo o en pareja recomiendo ampliamente sentarse en la barra.
La carta no es muy amplia pero no hace falta, todo tiene muy buena pinta, cómo los fideos de té verde con pollo y témpura de langostinos o los diferentes makis y sashimis. Los ingredientes son de gran calidad.
Recomiendo este lugar para alguna ocasión especial, los precios son muy elevados.

Este es otro de mis japoneses preferidos. Ideal para una velada japonesa con amigos o en pareja o sola/​o.
La materia prima es de muy buena calidad y la presentación de los platos es de foto.
Además tienen una buena bodega. Recuerdo que en una celebración pedí un blanco fermentado en barrica de Bodegas Naia, que fue todo un descubrimiento.
Los niguiris, el tataki o el sashimi son deliciosos. Y no te pierdas los postres.
Si quieres hacerte una idea de los precios, la carta está en la web.

Un restaurante de comida japonesa. Hay dos en Madrid, pero yo recomiendo el de la Castellana, el servicio es más agradable y la presentación está muy cuidada. El pescado es muy fresco y de muy buena calidad, lo que es de agradecer, ya que en otros locales te ponen el pescado correoso y seco. Una muy buena opción si buscáis iniciaros en el sushi y en el sashimi, si no os gusta aquí no os gustará en ningún sitio. Pedid el plato de degustación de sashimi, con siete clases distintas. Es un poco caro, pero merece la pena darse el capricho, sobretodo siendo amante de la comida japonesa. La decoración es muy moderna, no es un japonés tradicional, pero la iluminación es muy oscura. Si no queda sitio para comer en las mesas no os preocupéis, también se come muy tranquilo en la barra, y pasas un buen rato observando a los camareros y a los cocineros. Me han recomendado que vaya a mediodía porque hay un menú bueno por 20 euros, pero todavía no lo he probado.