La Mantequería

Vagabamos por las calles del centro una tarde oscura y lluviosa de Madrid y pensamos, ¿nos tomamos un café? y pensamos, ¿y si vamos al Jardín Secreto? Así, por pensar un sitio. La verdad es que el Jardín Secreto es un sitio guay, pero no es el sitio más guay de Madrid, y desde luego que no es el más tranquilo. A mí ir a sitios que ya tienen muchísima gente me parece un desperdicio, me gusta más ir a sitios que molan mucho pero nadie lo sabe todavía así que estás más tranquilo y por lo menos haces distribución de la riqueza (más o menos).
La Mantequería es el típico local por el que has pasado por delante mil veces pero luego nunca acabas por entrar. Pero esa tarde lo vimos tan vacío y tranquilo (y cuco, porque la decoración es bien bonita) que nos decidimos, y allí que entramos.
La verdad es que a mí me resultó un quiero-​y-​no-​puedo, aunque no sabría decir por qué. Mi novio se pidió una tosta típica de pan tumaca que le gustó bastante, y un pinta de Estrella Galicia. Yo me pedí un Indian Chai que estaba decente, pero tampoco espectacular. Las infusiones son las grandes maltratadas de este país.
Total, que NO es el sito más guay de Madrid (habrá que seguir buscando) pero para la zona en la que está, te rescata del frío y de la lluvia y puedes pasar un ratillo tranquilo.

Reconozco que mi primera intención no era venir aquí, sino ir al Jardín Secreto (
) pero tras llegar únicamente quince minutos después de la hora de apertura nos lo encontramos lleno (¿hola? es imposible encontrar sitio aquí), por lo que terminamos en la Mantequería y al final la jugada nos salió hasta bien ya que descubrí un sitio con bastante encanto en el que nunca había llegado a entrar.
A dos pasos de Plaza España, subiendo por una de las calles en las que el edificio España hace esquina, te encuentras en una esquina este local, que parece pequeñito y es la mar de acogedor. Pero la verdadera sorpresa llega cuando bajas las escaleras y te encuentras en la planta de abajo con el saloncito de mayor encanto que he podido encontrar en un bar de Madrid, y mira que hay varios. Decorado con estanterías repletas de libros, sofás y tapices, se convierte en un lugar idóneo para sentarte a pasar la tarde con una buena conversación y algo sobre la mesa.
Nosotros pedimos cañas, a 2.60 € cada una. Un precio que no me pareció caro para lo a gusto que estuvimos y la tapa que venía acompañándola, ya que aquí te sirven de acompañamiento comida, no los típicos frutos secos o patatas fritas que te sirven en cualquier sitio.
El local debe aceptar reservas, ya que dos de los sillones de la planta de abajo estaban reservados, según nos dijo el camarero. Aún así, abajo no había nadie y no llegó nadie en la hora y media que estuvimos, por lo que pasamos un rato realmente cómodo y acogedor.
En definitiva, local bastante recomendable para venir a tomar un café, una caña o una copa ya por la noche, a dos pasos de Plaza España y con un salón en su planta baja que realmente enamora.

Imagino que nos tocó ayer la china al venir a la Mantequería, un sitio al que había venido otras veces y del que tenía una impresión ligeramente distinta. Aún a pesar de estar el local completamente vacío, el camarero nos trató con desgana, parco en palabras y rozando la antipatía, como si viniéramos a molestarle. Eso y el detalle de que los cubiertos estuvieran sucios me hizo pensar que este sitio ha vivido tiempos mejores. La comida bien, por cierto, el precio razonable… Una pena tener un sitio tan bonito para que luego lo atiendan así.

Siempre me ha llamado mucho la atención este lugar, porque me parece de lo más cuco. Así que el otro día, que andábamos a la busca y captura de un sitio donde nos preparasen un buen gin-​tonic, nos plantamos aquí, que estaba abierto y muy animado.
La carta de gin-​tonics es asequible (es decir, no tiene cinco millones de referencias entre las que te es imposible elegir) así que el proceso de pedir fue más o menos sencillo hasta que llegaron a mi amiga, que pidió un gin tonic que venía acompañado de fresas creo que estrictamente por las fresas pero no había frutos. Ooooh, ¡una pena!
El sitio es muy mono y la verdad es que es tranquilito. Bastante oscuro, así que si no has dormido bien, ¡cuidado que puedes terminar cerrando el ojo sin querer! Pero se está cómodo y el ambiente es muy agradable para por las noches, con su tertulia y su música en el punto justo de volumen.
Se lleva tres estrellas porque nos atendieron dos camareros: uno que nos atendió fenomenal y otro un poco impaciente. Quizá demasiado impaciente, y la verdad es que no sé qué prisa tendría un sábado a las doce de la noche…

Me he quedado un poco con un palmo de narices, la verdad; tras investigar por aquí un buen sitio donde poder leer y que estuviera cerca de mi siguiente cita del día, me he decidido a entrar por lo bien que se hablaba de su planta de abajo, sólo para enterarme de que por las mañanas no la tienen habilitada (aún así me he escapado a verla y me ha parecido maravillosa).
Total, que he tenido que sentarme arriba en un asiento un pelín incómodo y tomarme un café normalillo mientras intentaba leer, pero no he podido: The Hooters, Adam & the Ants, Simple Minds, Ultravox… Todo temazos con los que yo desfasaba en las discotecas en mis tiempos mozos, pero que aquí estaban un poco altos para mi gusto, especialmente porque soy incapaz de concentrarme para leer con música. A ver, no puedo pedirle que la quite, pero no era lo que venía buscando.
Tengo que volver un fin de semana a conocer la planta de abajo, creo que se parece más a lo que vengo buscando.

Me encanta la tranquilidad que hay entre semana, (los fines de semana está lleno)
Siempre que voy pido Humus o cualquiera de sus Quiches.
Si quieres tomar un vinito y abstraerte un poco de la gran ciudad, te recomiendo ir a la planta baja coger un buen libro de la estantería y sentarte plácidamente en uno de sus sofas…

encuentra La Mantequería, un lugar perfecto para comer o cenar picoteando, tomar una copa a la salida de los restaurantes de la zona o, simplemente, a cualquier hora.
Con grandes ventanales haciendo esquina y con un sala en la parte de abajo con sofás y libros en la que, para que os hagáis una idea de la familiaridad de sus dueños y camareros, tienen un iPod conectado a los altavoces para poner la música que cada uno quiera.
No encontraréis ni huevos ni leche, pero sí gintonics servidos con el trato cercano de cualquier mantequería de siempre.

Este es de los lugares donde suelo escribir, y que me inspiro en lugares de este estilo. Lo malo es que es uno de esos locales donde pagas por la decoración mas que por lo que te ponen de comer.
si eres seguidor del movimiento slow y del libro el elogio de la lentitud, este es tu lugar donde relajarte, pensar, recostarte un poco en el asiento y filosofar un rato. aunque quizás se te nuble la mente con las cuentas de lo que has pedido y cuanto dinero te queda en el bolsillo

Es de esos sitios en los que si te sientas al lado de uno de los ventanales y miras al vacío en el mismo instante en que un transeúnte pasa por la calle, ése mismo te mirará y pensará «éste es un director de cine pensando en la escena con la que abrir su próxima película». Es un sitio culto, elegante, relajado y bonito. Agradable, vamos.
Quizá sea un pelín caro. Yo pedí una tosta de crema de morcilla con mermelada de calabaza y de sabor, maravillosa, pero más bien tirando a pequeña para los 6 euros que cuesta. Y los vinos a 3 euros la copa no sé qué pensar.

Este es el bar al que iría Amèlie, la de la peli. Muy tranquilo, muy coqueto, muy a la europea, con una buena selección musical lo suficientemente alta para escucharla y lo suficientemente baja si estás a otras cosas. De esos bares a los que puedes ir solo y no desentonar en absoluto, si te mola leer en los bares o simplemente esperar a lo que sea.
Aún y todo, siempre me ha dado la impresión de que es un bar muy ‘femenino’, algo que he comentado con amigos y han estado de acuerdo. También dan de comer, en plan light: por seguir con el chauvinismo de los Enfants de la Patrie, recomiendo el quichè vaporoso.

En la Mantequeria a riesgo de parecer poco dulce, parece que si eres hombre, sobras. Aunque no sea cierto pero parece un local mas de gustos femeninos puesto que la mayoria de sus consumidoras son del sexo contrario. Es un local muy acojedor, pequeñito, donde se favorece las charlas, un lugar para comer, tomar algo y hablar mucho, sobretodo eso, hablar mucho.
El local tiene una decoracion muy sencilla con estanterias, muñecas, libros, pequeños cuadros, todo engalonado en blanco.
En la mantequeria se puede comer de tapas, bien tomar cocktails o hacer brunch los fines de semanas (esos desayunos tardios que por su cantidad son desayunos-​comidas). Para comer recomiendo encarecidamente uno de los quiches artesanales que tienen, los venden de muchos tipos, para todos los gustos. Desde aquellos con carne, a otros manofacturados con verduras unicamente. En todo caso son deliciosos yo por mi parte recomiendo los de queso (era un queso especial pero no recuerdo exactamente cual, creo que feta pero no estoy 100% por cien seguro).
Un local muy solicitado para ir con tu mejor amigo o amiga y tirarse la mañana o la noche platicando.
Lo mejor: los quiches, el sitio es muy acogedor.
Lo peor: hay cosas en el menu que se antojan caras para lo que es.