En este sitio he entrado cientos de veces para hacer tiempo antes o después del cine. Pero hacía muchísimo que no iba y, el otro día, tras salir de una película con el estómago vacío, nos decidimos a entrar a tomar algo. Nos recibió un gélido aire acondicionado(de esos que se agradecen cuando a las dos de la tarde se fríen hasta las suelas de los zapatos en la calle pero que para nada era lo que esperábamos por la noche) y un ventilador gigante a toda potencia. A todas luces demasiado para la temperatura que tenía el local. Pedimos unos tintos de verano en la barra y luego pedimos unas raciones. Una sepia, unos calamares y unas patatas all-i-oli. Las últimas no estaban malas del todo(«en peores garitas has hecho guardia y no te has quedado dormido», que dice un amigo mío) pero la sepia era enana y calamares había exactamente nueve en la ración. Menos de los que esperábamos, desde luego. El sitio es bastante cutre y parece que no ha sido renovado en años. Hace tiempo este hecho era una parte importante de su encanto(sillas de escay, mesas cubiertas con un hule grasiento). Sin embargo ahora mismo, el cutrerío unido a esas raciones escasas y caras(todo junto nos costó la nada desdeñable cantidad de treinta euros) hace que la experiencia en este lugar no sea en absoluto agradable en ningún sentido. Así que no veo la gracia en repetir.
Ana S.
Classificação do local: 2 Madrid
Barato pero todo muy cutre y con un aire acondicionado a todo trapo, estábamos congelados. Las croquetas no estaban mal pero la sepia era microscópica y la ración de calamares un timo. ¡Había 8! No creo que vuelva, la verdad. Un bar de tapas bastante cutre y mal llevado.