El Quijote es uno de esos bares que siempre están en el barrio. Que vale que son una buena opción pero nunca la primera. Lo que más me gusta es ese halo que tiene como de bohemio decadente, con esa luz bajita y como de irte con tu nuevo rollete a un bar tranquilo en el que tontear sin que nadie te moleste. Pero bueno, yo el otro día lo escogí para quedar con una amigas y allí que nos fuimos a tomar unas cañas y un par de cositas de comer. Nos pedimos una fuente de nachos con guacamole, bastante bueno este último y muy muy casero! Después unas papas con picante que estaban buenas pero sin más! Quizás lo que menos me gusta es que hace un frío de narices y que es un poco incómodo en cuanto a sentarse, es más de apoyarse en la barra y estar de pie.
Pablo H.
Classificação do local: 4 Madrid
Es bastante barato y la comida está buenísima. También es cutre, oscuro y pequeño pero es parte de su encanto. Es uno de mis lugares favoritos para tapear por Lavapiés, aunque siempre acostumbra a estar repleto. Un lugar tradicional de los de siempre pero con el ambiente especial del barrio. Ideal para tomar una copa de vino y compartir unas raciones.
Daniel H.
Classificação do local: 3 Madrid
Sólo una vez he ido a esta Taberna aunque tengo muy buen recuerdo. Quizá por la circunstancias. Me habían dado una beca de escritura de guión y salí con mis compañeros y mi tutor a cenar. Mi tutor era el gran Joaquim Jorda. Estuvimos tomando cervezas, raciones, y luego copas baratitas, hablando de cine y literatura puesto que él era un portento intelectual a pesar de sus problemas de salud(recomiendo su película Monos Como Becky para saber de qué hablo). El local era sencillo, añejo(no sé si por recordar al ambiente cervantino), pero me quedó en el recuerdo como una noche de esas que parecen una más y al cabo de un tiempo las recuerdas con cariño infinito. La muerte de Jordá no mucho después imagino que contribuye a engrandecer el recuerdo de esa noche y de la Taberna El Quijote.
Alberto P.
Classificação do local: 4 Madrid
Don Quijote era un idealista, un soñador, se pasaba el día fabulando, absorto en la lectura de libros de caballería, prácticamente no comía. ¿Y Sancho? Perdonar una comida no era cristiano para él. Si viviese en la actualidad acudiría a esta fonda a probar su rica cocina de tostas, de empanadas argentinas, de platos de chile con carne, de patatas con salsa. Sancho era un bonachón, pero no era tonto ni estaba a dieta. No pisaría muchas de las terrazas de Argumosa, cada vez más caras y llenas de señoritos. Vendría aquí, a cañear envuelto en un ambiente sano, de gente riendo. ¿Y Don Quijote? Estaría con rocinante, persiguiendo pijos en la latina