El Columpio Restobar

Es una pena porque el sitio es muy bonito y la comida no está mal, pero es un ejemplo de sitio que no me gusta nada por el servicio.
Está al lado de mi casa y he intentado que me guste porque me viene genial para desayunar y cenar pero el servicio es malo y desagradable. Los camareros son bordes y no saben gestionar el local. Me han dado una mesa para desayunar a las 11:30 y trabajar con el ordenador y me han echado a las 12 para preparar las mesas para la comida… Los platos tardan, y encima son bordes contigo por recordarlo… No lo recomiendo

Nos juntamos 12 personas a celebrar una cena de cumpleaños doble.
Para compartir pedimos dos raciones de croquetas, dos de dumplings de langostinos y dos de tentáculos de calamar con mayonesa de ajo asado. También pedimos el pan con mantequilla, aunque cuando llegaron los principales o un poco antes dejé de ver el cubo y seguía habiendo pan (y ya os digo que lo pagas). Las raciones correctas, no excesivamente grandes y nada destacó por original o sabor impresionante.
De principal yo pedí la pizza de setas y trufa que tampoco me pareció ninguna locura, estaba bien, pero la masa se me hizo un poco pesada pese a ser fina. Las setas eran MUY pocas y la trufa mucha, en mi caso incluso demasiada. Esta es una pizza (tipo de pizza e ingredientes) que está de moda y ahora mismo puedes encontrar en demasiados locales de Madrid del mismo rollo. De las que he probado ésta es la peor.
Con 2 rondas de bebidas, 6 entrantes a compartir, principal, 4 ó 5 postres y una copa o cóctel por persona salimos a 37 € pax.
No lo recomendaría ya que no me pareció nada nuevo o distinto a los 300 locales monos que se encuentran en la capital y la comida me pareció bastante normalita.

De este restaurante destacan dos cosas: sus enormes dimensiones y su ambiente agradable. La amplitud de su salón es lo que más me llamó la atención porque no me lo esperaba en absoluto. Así, al traspasar la primera estancia con barra, un inmenso comedor se abre a tu paso atravesando el edificio casi hasta el patio interior. Precisamente este patio le da especial luminosidad al local, pero además destaca la cuidada iluminación y la decoración de colores entizados con el fondo blanco de la pared de ladrillos, que le da un aire bastante bonito, aunque si nos ponemos quisquillosos se le puede tachar de repetitivo o en demasiada sintonía con tantas otras cuentas de Instagram y decoración do it yourself super cuqui con plano cenital incluido que ya está demasiado visto. En mí todavía produce un efecto positivo y sobretodo me encantaron las sillas, los cojines y el sofá aterciopelado donde estuve sentada a mis anchas.
La comida fue otro cantar. Lo cierto es que sólo íbamos a tomar el aperitivo y la elección fueron croquetas y berenjenas con miel. Todo estaba bueno, nos atendieron rápido y no pusieron pega alguna a pesar de que fuéramos un grupo numeroso y abultado (carritos, abrigos, etc), con lo que sólo puedo decir cosas buenas. El precio fue normal también. El caso es que no puedo opinar más en concreto sobre su menú con lo que me veo algo coja a la hora de hacer una valoración completa. Hasta nuevas noticias, entonces, le daré el visto bueno en función de todo lo que mencionaba arriba.

Great ambience and hospitality. The service is great and people are content being here. A great place to have a meal with friends or by yourself.

Anyway, decided to have some cakes and rose wine. Went in to El Columpio after some 15 minutes walk from the sister resto Le Coco (where we had our first random snacking this afternoon). The wait was not as attentive as when we were at Le Coco, but we got our order right. Definitely trying the Oreo cake: super rico! Likeee I want the whole cake! A minus was there was a thread of hair on the cake, but they changed it right away with apologies. Apology accepted. Probably will come back with a bunch of friends (the place was big and the ambiance was actually better than Le Coco)

He tomado sólo un té, pero me ha encantado la decoración, muy agradable y tranquilo. Me parece que en Madrid han abierto últimamente sitios muy acogedores y con mucho encanto.

Como concepto, el restaurante me gusta mucho, tanto en decoración como en estilo. Me gusta lo espacioso que es, que no tienes la sensación de tener al resto de mesas encima y que todo el mundo (clientes y trabajadores) pueden moverse por el local sin estar esquivándose unos a otros. Creo, además, que está todo con buen gusto colocado.
La carta me pareció algo corta, pero no tanto como para no poder elegir o sentir que no te has quedado sin nada que probar. Eso sí, echo en falta algo más de originalidad, recetas con algo de riesgo, un poco de complejidad en las presentaciones y en las mezclas… Sobre todo porque, seamos sinceros, es un restaurante caro, y una cosa es ser minimalista y otra, simple. Se pasan de sencillos.
Me gustó la ensaladilla rusa, pero ni esta ni el resto de la comida estaba para hacerle la ola. Rica, sí; jugosa, también. Es decir, cumple los mínimos exigentes de sobra, porque no cenas mal, pero tampoco te quedas con ganas de volver a la semana siguiente. El tener los bizcochos a la vista me encantó. Probé la Red Velvet y estaba rica.
De precio, algo caro, unos 40 por persona con un cóctel por cabeza y agua de bebida.

Estoy de acuerdo con las otras reseñas. Es un sitio muy acogedor, y la decoración es muy chic. Pero hay pocas opciones creativas en la carta — todo parece muy tradicional y poco inspirado. Croquetas como hay por todos lados, la típica hamburguesa, etc. La comida no estuvo mala pero esperábamos más.

Precioso local (y muy amplio) que promete más que da, porque desgraciadamente, no se come con los ojos… Cocina moderna, pero sin demasiada personalidad. Por ejemplo, pedimos unas brochetas de pollo teriyaki correctas, pero que estaban frías, mientras que las berenjenas a la miel estaban ardiendo. Otro detalle incómodo: me pusieron dos vasos, uno en la barra mientras esperaba, y otro a la mesa, y los dos tenían el borde roto. El personal amable y solicito, eso sí, pero demasiados detalles que quitan la gana de volver, francamente.

El sitio es precioso, eso es así, y además enorme, con mucha luz y un montón de detalles bonitos.
Hay una zona a la entrada con una mesa grande frente a la barra y otra en un rinconcito, luego se pasa a la sala con un montón de mesas bien distribuidas y sin sensación de apelotonamiento.
Las dos chicas que nos atendieron fueron muy agradables. Al ir a la hora de la merienda la cocina no estaba abierta y las opciones de comida se limitaban a las tartas caseras.
Pedimos la bebida, los refrescos no vienen en la carta y no supimos cuánto costaban hasta el final (2 €) y son de 200 ml.
Las tartas cuestan 4.50 y las porciones son generosas. Probamos la red velvet y la de oreo. La de oreo nos gustó mucho, el bizcocho estaba muy jugoso y el frosting lo acompañaba muy bien. La red velvet no conseguimos saber qué era pero tenía un sabor y una textura que fallaba, y era en el bizcocho, el frosting era correcto.
Con las primeras bebidas nos pusieron unas patatillas, con las segundas no.
El sitio merece una visita por lo bonito que es, la segunda ya es más dudosa.

El sitio es precioso y el servicio más que correcto, camareros eficientes y muy simpáticos… Un aperitivo original con el cubo de mantequilla salada que prometía pero la comida, no terminó de convencernos…
Croquetas un poco compactas, brochetas de pollo con demasiada piel. Un tartar de atún flojo y solo las mini hamburguesas correctas aunq demasiado crudas a pesar de haber pedido punto+…
Los postres MUY MUY RICOS … Tartas d oreo y zanahoria… Así que lo incluimos dentro de la lista de sitios para postre y copa, pero una pena la ejecución de los platos :(

Si quieres ambiente, un equipo simpático y eficaz, una sobremesa animada y te gustan las berenjenas, Tienes que ir!!! Es tu sitio!!! La tarta de zanahoria tenía muy buena pinta, espero este allí la próxima vez y poder probarla.

Un sitio precioso, cálido que invita a entrar, sólo tiene un pero: no se come de cosas bonitas. Es un restaurante… Es para comer, no sólo para ser bonito. (a mi me gusta comer ;))
La cocina no dice nada, no es rica.
Pedimos:
— Wok de setas, alcachofas y espárragos con huevo frito: rico aunque muy seco. El huevo demasiado hecho.
— vieiras: les faltaba sabor, sal y el puré q las acompaña tampoco decía nada.
— rissoto de idiazabal: estaba bueno, sólo q se pasaron de sal.
Después de esta experiencia ya no quise pedir los postres.