El Colmo

Bar /​Restaurante de barrio. No clásico, ni moderno. Su decoración es un poco estrambótica, pero a la par graciosa. Artilugios y decorados de la mar.
Su encimera muestra productos clásicos gallegos. Pimientos del Padrón, Queso de Tetilla, Lacón y Enpanada (con una pintaza de casera que te tumba para atrás, todavía en la bandeja del horno), pulpo, vieiras. Se me nota que tengo hambre?
Me tome una caña que acompañaron, por decreto de ley, con un aperitivo. En este caso fue un guiso que se encontraba en el menú. Marmitako de bonito. Rico que me dio vergüenza relamer el plato a falta de pan. Muy a gusto.
Tal comodidad me hizo preguntarme por el menú que servían y accedí a él. «Sabía decisión», diría mi abuela.
Menú sencillo, platos caseros, con sus patatas peladas a mano. Rico en sabor y rápidos en servir, pero sobretodo, casero.
Si en casa no tienes que comer y tu madre o abuela no están cerca (o muy lejos), pásate a comer y a disfrutar de los chascarrillos que sobrevuelan en el almuerzo. Y lo mejor!!! El precio. No lo digo, comprobarlo vosotros y me decís.

Lo tenía pendiente, me había quedado con ganas un día que finalmente hice otro descubrimiento maravilloso en la misma calle, pero teníà la espinita clavada.
Jueves, desde la puerta vemos que hay unos chicos recitando poesía con unas guitarras, nos da vergüenza atravesar el pasillo que se encuentra entre el público y los artistas, finalmente pasamos.
Además de conciertos/​espectáculos se hacen reuniones de idiomas (podéis informaros en su página de Fb).
El lugar es ideaaaaaaaaaaal, bonito, agradable, cuqui, pero sin caer en lo típico, la dueña nos atiende estupendamente, nos da bien de beber y nos pone aperitivitos.
Este día que fuimos no había empanadas, ouch, así que pedimos 2 tostas (2 € la tosta) por persona, que creo que son en su totalidad vegetarianas y veganas. Deliciosas.
Ambiente agradable, barra que invita a pasarse la noche a vinos hasta que te caigas del taburete.

Un sitio agradable donde te reciben con una gran sonrisa y un trato amable. Es un vegetariano y vegano con ambiente tranquilo en Lavapiés que ya he visitado en dos ocasiones y no tardaré en volver.
Deliciosas tostas por 2 euros que van variando, carta bien de precio y decoración personal.
Uno de esos sitios que merece la pena conocer.

Me encanta. Siempre que quedo por Lavapiés o Antón Martín, me acerco al Colmo. Si tengo visitas, les llevo. Si tengo algún amigo vegetariano o vegano, también. Cualquier excusa es buena para para pasarse.
¿Por qué trato de ir siempre? Porque a la gente siempre le gusta. Está decorado de una forma original, la música es suave –se puede hablar– y las luces también son tenues. Siempre se atiende con una sonrisa y entre semana es un sitio muy acogedor.
La tostas son deliciosas. No son muy grandes y cuestan un par de euros, pero cuando vamos, nadie se queja después de comerlas. Van rotando, así que siempre es una sorpresa pedir la carta y ver qué tienen nuevo. Me falta por probar la empanada, pero todo se hará.
Vamos, que lo recomiendo.