Un bar de barrio con su parroquia habitual, pero situado en una calle grande. Aquí abundan las raciones de atún con tomate de bote acompañado de patatas que vieron mejores tiempos y por los comentarios endulzados con el patxarán del habitual que siempre tiene que apostillar algo graciosete. Como nota de color, los camareros muchas veces se confunden con el público porque se sientan con ellos en la barra a tomarse una cerveza o una copa; por suerte, parece que eso no hace desmerecer el servicio en absoluto, tan solo más familiar para los que siempre acuden a este bar, y ligeramente disonante para los que no lo hacemos pero, sinceramente: me parece bien.