Diplodocus Rock Bar

Creo que hacía una década que no pisaba este sitio; en aquel entonces lo frecuentábamos bastante a primera hora de la noche para tomarnos unos minis enormes de leche de brontosaurio (leche de pantera con otro nombre), pero perdimos la costumbre de hacerlo casi a la vez que perdimos la costumbre de frecuentar Malasaña. Sin embargo, quiso la casualidad que unos amigos míos vinieran aquí tras un concierto el otro día, así que entré a rememorar los bajos tiempos, cuyos recuerdos no son del todo plácidos.
Por ejemplo, lo primero que te abofetea nada más entrar al local es un olor a baño sucio y atascado que no puedes con él; sé que es lo que mucha gente esperaría de un garito heavy, pero yo no lo espero de ninguna parte, y eso que he contemplado (y olido) atrocidades en locales mucho más clásicos y finos. Quizá hubiera que invertir un poco de dinero en cambiar la instalación, porque creo que ahí hay cosas que nunca se irán con limpieza, aunque quizá sí con fuego. La fortuna es que, al menos, la pituitaria se acostumbra al poco tiempo.
Por otro lado, la magia de la leche de brontosaurio (o del resto de cócteles no habituales) se disipa en cuanto observas las marcas con las que está hecha, que si bien no deben ser del todo venenosas porque parecen comercializarse libremente en España, es la primera vez que las veía, sus etiquetas de clara imitación a primeras marcas me dan miedo, y el regusto a etanol del brebaje me dice que nunca será un buen día para beberse eso, lo cual es una pena porque podría estar realmente rico.
Por lo demás, el público heavy de hace unos años parece haber desaparecido y ahora es bastante ecléctico, pero eso no importa demasiado: la música sigue estando compuesta de temazos setenteros y ochenteros de buen Hard Rock y Heavy Metal, y se me rasgó el alma cuando salía por la puerta y sonaba el «Run to the Hills» de los Maiden. Por un momento volví a ser joven, para lo bueno y para lo malo.

En plena calle Manuela Malasaña se encuentra este acogedor y recogido bar de rock auténtico y genuino. No como ese impostor de la horrenda cuya música de radioformulas puede hacerte sangrar los oídos. Aquí sí podrás escuchar auténtico Heavy Metal de la mano de Paco, ese heavy curtido en mil conciertos, chaleco de cuero, brazacos al aire y un ridículo y diminuto bigotito de Clark Gable. Paco es un señor ya, que peina canas y acumula arrugas. Lleva en esto de la música desde los principios y la década gloriosa de los ochenta. Es simpatico, educado y cordial, nunca tiene una mala palabra, o un mal gesto y sabe de esto. Es un magnifico conversador y conoce infinidad de grupos de lo suyo, de lo que le gusta, del hard rock y del aor desde el más melódico al cañero incluido el power metal americano. La selección musical del bar se mueve en los parámetros que a él le gustan. Mucho hard rock pasteloso tipo Bön Jovi, algo de Manowar, alguna dosis de motorhead de vez en cuando como cenit de música extrema.
Que no os eche atrás el tipo de música. La música y su volumen se suele acomodar bastante bien a la masa, no siendo en absoluto un filtro de entrada para gente no afín al movimiento metalero melenudo más greñoso y harapiento. De hecho, el bar es bastante conocido sobre todo por su «leche de brontosaurio», receta similar o parecida a la leche de pantera del chapandaz. Gracias a esta receta de coctel combinado adecuado para las féminas por su dulzonería y suavidad en el dejame entrar (aunque no es barato el mejunje), el pequeño negocio rectangular, suele estar hasta los topes de viernes a sabado de un público plural (melenudos) y popular (popero). En estas ocasiones, la música será tan baja que incluso el tímpano más sensible le costará discernir los acordes por encima del griterio.
Tienen una oferta para los jueves de 8,99 dos minis de lo que sea (cerveza, sidra y calimocho). El resto del tiempo no es barato los minis son 5,50 € aunque el cubalitro suele estar baratejo en comparación con otros lares entre 12 y 14. Punto a su favor que lo servían (hace ya que no lo piso) en vaso de cristal. Todas las bebidas las podrás aderezar con delicadas pipas.
La decoración del bar simula una caverna troglodita dividido en una esquinia tres mesas contadas para sentarse, y el resto de barra-​salón de baile (je!)-diana con pintadas de diplodocus y ofertas de la célebre leche de brontosaurio que se puede tomar en distintas medidas de litros hasta 5.
Lugar recomendable para disfrutar de música, pipas y cerveza, combinación poderosa sinónimo de diversión y exaltación de la amistad.