Cazador

Muy moderno y decoración hipster… un clásico ya de malAsaña con un calendario propio y una camareros muy simpáticos

#juevesdereseña
Como sitio desde luego es muy chulo, pero quizá lo mismo que le da encanto es lo que al mismo tiempo me da pereza: el tufo hipster newyorker de manual que lo impregna absolutamente todo; Hombres con barba, cornamentas de ciervo, rollo descuidado medido al milímetro… Todos y cada uno de los clichés del moderneo se dan en este local. Si bien es cierto que, por lo que vi, al menos es terreno vedado para el subgénero masculino de 19 años que gusta de vestirse con la ropa de su madre. Por ahí nos hemos librado.
En fin, que desde luego es un sitio al que merece la pena ir a tomar algo para verlo, y ya desde ahí decidir si quieres no volver a pisarlo o convertirlo en tu bar de cabecera. Yo seguramente volveré.

Un sitio descubierto hace muy poco y que me gusta bastante, el ambiente hipster es bastante mono y la decoración acompaña para que te tomes una copa cómodamente. Los precios creo recordar que no están mal, para ser Madrid, y si eres un poco cotilla siempre puedes ir a ver la modernidad de los blogueros/​modelos/​DJ/​maricas/​lo que se les pase por la cabeza ser ese día y criticarlos con tus amigos como si fuerais los dos viejos del «Muppets Show»

#juevesdereseña
Me llevaron unos amigos a este nuevo bar un domingo de esos de sobremesa larga en los que no te quieres ir a casa a amargarte pensando en que el lunes tienes que ir a trabajar. ¡Y qué acierto!
A simple vista parece el típico sitio hipster de Malasaña con muebles vintage (‘han decorado con dos duros pero les ha quedado muy bien’, nos decía un amigo que entiende de estas lides), camareros monos tatuados y modernos por doquier. Y sí, lo es, pero tiene varias diferencias con ese tipo de locales –no voy a dar ejemplos…-: los camareros son simpáticos y eficientes, el ambiente es distendido y la gente no te va mirando como si fuera un escaparate y las copas son baratas y están buenas. Un gin tonic de Seagram’s cuesta 6 €. ¡Precios de crisis, amigas!
Además, te aderezan la bebida con unas aceitunitas muy ricas, un detalle de agradecer en estos tiempos en los que ya no te ponen ni un panchito rancio.
Por cierto, entre esos muebles vintage se vendían algunas piezas. No recuerdo ahora mismo si había música pero es que mis amigos y yo nos acomodamos en un sillón y unas sillas como si estuviéramos en el saloncito de nuestra casa; estábamos tan a gusto que ni me di cuenta.
¡Pienso volver! Muy recomendable para primera copa, copa de domingo o de martes.

#juevesdereseña
La verdad es que me ha gustado un montón, no lo he podido evitar. Sigue absolutamente todos y cada uno de los preceptos de la decoración hipster pero… ¿qué más da? De verdad, ¡si el sitio es una monada! Entras y tiene sus sillas vintage, su espejo con los nombres de las tostas escrito, su sofá semi-​chester con unas sillas de mimbre que harían las delicias de Emmanuelle… E incluso tienen una mesa comunal (o una mesa para un grupo muy grande) al fondo.
Por si esto fuera poco, los camareros no se dejan impresionar por el moderneo, y te atienden con una sonrisa, algo que cada vez es más difícil en Madrid. Eso sí, el tinto de verano, eldetodalavidadedios, se ha hecho con Casera y no con limón. Lo digo porque hubo una agria polémica (bueno, en realidad no fue nada agria) que se saldó con un vistacillo a la Wikipedia.
Tiene WiFi (importante), copas, algo facilito de comer (tipo tostas) y poco más, porque tampoco lo necesita. La decoración es bastante chula, e incluso te darás cuenta de cómo los cuadros de ciervos y de caza, tejidos cual tapiz, han vuelto a nuestras vidas para quedarse.
Ah, de precio bien, que es algo que también cuenta. Las copas andan por los 6 – 7 € (aunque, como siempre, según la marca que pidas así va el coste) y los tintos de verano 3 €, que no es nada caro para un bar de estas características. Muy recomendable para una copita rápida, un rato de charla con los amigos o incluso una cita.

Antes de marcharme de mi querido barrió tenía que probar las últimas novedades! Por ello entré a tomarme una caña a este bar. Ya sabía que me iba a encontrar con otro estandarte de la modernidad actual de Madrid. Eso si, con buen gusto para la decoración, la cual entendí que vendían, porque alguna pieza tiene precio. Mucho espacio para poder elegir y un ambiente estupendo. Yo fui un día que no había mucha gente y eso se agradece. El camarero fue normal y la bebida y su precio también. No probé nada de comer pero habrá que hacerlo para completar la crítica!