Un parque precioso en cuyo interior está el Euromast, pieza enorme de cemento y metal que desafía a las torres de Berlín o Seattle, e incluso al mismísimo pirulí de Torrespaña; creo que dentro tiene un restaurante, pero la persona con la que viajo tiene claustrofobia y vértigo, así que elegimos otra opción diferente para comer. La sensación que me llevo de este parque es buena porque es muy bonito, con muchos céspedes muy bien cuidados para tumbarse, muchísimos parterres de flores, zonas arboladas para combatir el calor con muchos bancos para sentarse, y un montón de lagos en los que los perros y los patos se bañan codo con codo. Y ningún ser humano. Bueno, quizá esto sea exagerar, pero para mí ha sido casi como un Apocalipsis Zombi: tras 1 hora en el parque, debemos haber visto a menos de 10 personas, de las cuales ninguna era un menor. En esta ciudad pasa algo raro que sólo Mulder y Scully podrían desentrañar. Aún así, creo que es un sitio magnífico para venir con un buen libro, siempre y cuando no haga el espantoso calor infernal que ha hecho hoy; en ese caso sólo te quedaría bañarte en los lagos con los perros y los patos.