Naixer

Este bar cafetería es un poco extraño. No lo sé: por un momento me sentí en alguna película de David Linch, porque, cuando entré, estaba el dueño en la barra conversando con dos chicos más y, salvo ellos tres, no había nadie más en el lugar. No sé si era por la hora (eran alrededor de las ocho y media de la noche) o si porque de por sí al local asiste poca gente.
La fachada, el logotipo, la luz de alógeno alumbrándolo de manera muy elegante y sobre todo el nombre (da la impresión de que es un lugar alternativo) me empujaron a entrar. Pero una vez dentro me encontré con la máquina tragaperras apagada (como si ya no funcionara desde hace mucho tiempo), las mesas dispuestas como si nadie las fuera a usar o como si nunca hubiesen sido utilizadas en días.
Al final me decidí por un cortado y, rápidamente, me escabullí a la salida. Vosotros juzguéis el resto de la historia.